Son ya las 17.00 de la tarde de un día cualquiera y la actividad no para en La Cervecería Black and White. El entrar y salir de gente es constante. Dos personas charlan en la barra, mientras toman su cerveza. Otra mira su teléfono mientras disfruta de su Coca-Cola. Y una joven escribe, con rapidez, en su cuaderno, mientras le da un largo trago a su botella de agua.
Sorprende que, todos ellos, están degustando un sabroso montadito. De hecho, la barra del lugar está lleno de las más variopintas elaboraciones que son gratuitas. A cada cliente se le obsequia con una sin que tenga que pagar un euro extra cuando pide su bebida. Sí, un montadito de calidad y elaborado con cariño para toda la clientela sin pagar un solo euro. Sorprendente.
Por esto ha apostado María del Rosario del Campo Corporales. Nacida en Valladolid, “en pleno centro”, como ella misma asegura orgullosa que recibe a EL ESPAÑOL de Castilla y León con la mejor de sus sonrisas para contarnos toda la historia del local y el porqué de su iniciativa. Da, ni más ni menos, que 2.000 tapas (incluidos los sabrosos montaditos) en su negocio, ubicado en la calle Estadio número 4.
Charo tiene 52 años en la actualidad y desde los 14 lleva metida en este complicado mundo de la hostelería. Pero es que, como diría aquel, de casta le viene al galgo ya que todos sus hermanos, un total de 12 (siete chicas y cinco chicos) se han dedicado al mundo hostelero en la ciudad del Pisuerga.
La historia de Charo y de La Cervecería del Black and White
“Todos me conocen como Superchari. Me considero una mujer emprendedora y luchadora. Nunca me ha dado miedo emprender y lanzarme a la piscina de montar un negocio. Tuve dos en la ciudad. Creo que tengo un don para trabajar en este mundo y me gusta. Lo intento hacer lo mejor posible”, asegura nuestra entrevistada mientras Jose, su pareja, y Vanessa, su hija, siguen dado servicio al goteo de gente que no deja de entrar, a pesar de que el reloj ya marca las 17.20 horas.
La Cervecería del Black and White se inauguró allá por el año 2017. Tuvieron que reformarlo mientras gestionaban otro establecimiento hostelero muy cercano que tuvieron que cerrar por culpa de la maldita pandemia. Esa que tanto daño ha hecho a infinidad de bares y restaurantes que se vieron forzados a bajar la persiana.
Nuestra protagonista empezó a hacer unos 100-150 montaditos. Poco a poco veía como tenía que aumentar el número ante la demanda. Con la cerveza pasó lo mismo. El crecimiento fue exponencial. Un no parar, llegando a tirar 1.500 litros a la semana.
“En la zona no se movía la tradición de las tapas ni de los montaditos. Ahora, no bajamos de las 2.000 tapas al día. Mis clientes valoran que sean gratuitas. Hay gente que piensa que nos hacemos de oro por el hecho de tener esto lleno de gente todos los días, pero no se paran a pensar que me gasto 3.600 euros a la emana en tapas cada semana”, añade Charo.
Una variedad infinita de montaditos gratuitos
Tras la pandemia, la cosa va mejor en el mundo hostelero en general y el Black and White lo nota de forma particular. También por su trabajo y buen hacer que ha hecho que el cliente se haya enganchado de forma notoria. Cuentan con dos plantas y unos 300 metros cuadrados en total. También con una terraza. La planta de arriba está destinada a eventos y miran por los más jóvenes. Trabajan cinco personas allí en la actualidad y los días de toros, por la cercanía con la plaza, está más a rebosar aún.
“Con cada consumición, el montadito es gratuito. Da igual que pidas agua, café o caña. Va con ello y hay una amplia variedad a elegir. Empecé haciendo sándwich, pan con tomate y montaditos de rabas y ahora la variedad es muy amplia con el fin de que los clientes se vayan con un buen sabor de boca”, añade nuestra entrevistada.
Montadito de jamón con tomate, de rabas con alioli, hamburguesas, de atún con pimientos, de tortilla campera, que es el más demandado, de bonito con mayonesa, de jijas o de pechuga con alioli. Una oferta, totalmente gratuita con la consumición, que se completa con empanada, huevos con jamón o el arroz a la zamorana, que el cliente puede pedir a cualquier hora del día.
“Todo gratuito. Cada vez innovamos más. Ahora hemos añadido el de salchicha con salsa brava. El de pizza también gusta mucho. Se puede pedir la tapa hasta las dos de la mañana”, confiesa orgullosa Charo.
Nuestra entrevistada, además, es famosa por sus cañas. Ha ganado varios concursos y ensalza todo el valor y el encanto que atesora esta bebida confeccionada a base de lúpulo.
El futuro
“Poco a poco vamos sobreviviendo. He enfocado mi negocio así y no lo voy a cambiar. Lo mejor que tengo son mis clientes. Me han ayudado mucho en la pandemia y todo lo que hago es por ellos. Para que se sientan como en casa”, asegura la hostelera.
Charo apuesta por dar vida a la zona en la que se encuentra el Black and White. Un lugar que cuenta con otros establecimientos hosteleros. Una zona quizás poco conocida a la hora de tapear pero que enamora a todo el que la conoce.
Sobre el futuro del negocio, Charo asegura que, cuando se jubile, “confía en su hija”. “Vanesa, mi hija, es el futuro. Es como yo. Es innovadora. Lleva desde los 13 años detrás de la barra y es una persona super simpática. Su forma de ser amable y con valores hacen que los clientes se sientan a gusto. Digamos que es un diamante”, señala la madre orgullosa.
Cuando su madre se jubile, la cervecería será para ella. “Quiero seguir y siempre mejorando, intentando dar más variedad todavía”, asegura Vanesa, que quiere “dar cada día” lo mejor de ella misma.
El futuro del Black and White está asegurado y su presente parece ser también prometedor, con sus montaditos como joya única y diferencial dentro de la hostelería vallisoletana.