Valbuena de Duero es un bello pueblo vallisoletano que se ubica a unos 35 minutos en coche de la capital. Una localidad con gran belleza que cuenta, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) con una población que supera, ligeramente, los 400 habitantes, que viven en uno de los parajes más bellos dentro de la Ribera del Duero. 

A 43 kilómetros de la capital pucelana, se encuentra enclavado en plena Ribera del Duero. Las bodegas y los mejores vinos son protagonistas en el lugar. Los turistas se enamoran de los mejores caldos y también de todo el encanto del lugar.

El Ayuntamiento de la localidad sacó a licitación, en mayo de 2023, una licencia de taxi que fue a parar a un enamorado de la zona. Vive en Peñafiel y se esfuerza por llevar en su vehículo a todo el que lo necesita desde Valbuena y San Bernardo, a cualquier lugar.

Charlamos con Eduardo Arenales González de su día a día y de la importancia de dotar al medio rural de unos servicios para que no acabe extinguiéndose. 

La Isla en Valbuena de Duero. Imagen: Ana S. Martín / Ayuntamiento de Valbuena de Duero

21 años trabajando y un “vínculo especial” 

Me considero una persona sencilla y directa. Llevo trabajando más de 21 años, principalmente en el sector servicios. Me definiría como una persona de pueblo, pero no de campo”, asegura, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Eduardo Arenales González, un hombre de 40 primaveras que nació en Valladolid pero que ahora, y por trabajo, vive en la bella localidad pucelana de Peñafiel.

Nuestro entrevistado cuenta con un ciclo formativo de Grado Medio en Electromecánica de Vehículos. También con un ciclo formativo de Grado Medio en Transportes de Emergencias Sanitarias y con múltiples cursos de conducción, atención y transportes de heridos y enfermos y otros permisos relacionados.  Es un amante de la historia, del volante y del senderismo. También de tratar con otras personas.

En cuanto a su infancia, la recuerda, hasta los 10 años, de manera “muy alegre”. Como cualquier pequeño que disfruta con una bicicleta o un balón en su pueblo con esa libertad que ahora ya no es tan frecuente. Eduardo, cuando todo el mundo soñaba con irse a la ciudad para labrarse un futuro, él deseaba quedarse en el pueblo, para “vivir tranquilo”.

“Llevo casi 17 años trabajando en una ambulancia. En la actualidad, lo compatibilizo con el taxi. Desde mi experiencia, creo que he creado un vínculo muy especial con la gente de los pueblos de la zona. Me gusta la personalidad de sus gentes, su forma de vivir, su educación y su sencillez. Podría decir que en todos los municipios conozco a gente pero que, en ningún sitio, conozco a todo el mundo”, asegura nuestro entrevistado.

Ser taxista

Fue durante la pesadilla de la pandemia del coronavirus cuando a este vallisoletano le llega el sueño de ser taxista. Se levantaba cada mañana y se pensaba recorriendo las carreteras de los alrededores poniendo en común su gusto por la conducción y ese don de gentes tan característico que atesora. 

Con el taxi llevo, solamente, nueve meses. Tengo muchísima experiencia en la carretera y de cara al público, pero con ambulancias, camiones, o incluso con un vehículo especial de minas. Me está tocando aprender sobre la marcha ya que la normativa de lo que está permitido y lo que no es sumamente amplia. Como autónomo nadie te enseña a hacer los trámites ni te informa de cuáles son los plazos, por ejemplo”, apunta Eduardo.

Eduardo junto a su taxi Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Con el vehículo especial da cobertura a Quintanilla de Onésimo. Con el camión, en Hontalbilla, una localidad de la provincia de Segovia, recorriendo todos los alrededores. Con la ambulancia ha perdido la cuenta. Por su parte, después de que el Ayuntamiento de Valbuena de licitara una licencia de taxi adjudicada a nuestro entrevistado.

“En Valbuena y San Bernardo, nuestra pedanía, la oferta es muy limitada. De esta forma, nuestros vecinos y turistas ven incrementado el servicio adaptándolo a sus necesidades. Esto se suma a la oferta de transporte público. Ahora, además de la línea a Valladolid, está el transporte a la demanda que comunica Valbuena con Peñafiel y el taxi, que es una opción excelente para aquellas personas que no tengan necesidades específicas”, aseguran fuentes municipales del Ayuntamiento de Valbuena de Duero. 

Desde hace nueve meses presta servicio nuestro protagonista a las dos localidades. “La licencia me la dieron en mayo de 2023. Lo recuerdo con preocupación ya que tuve que adquirir un coche al que debía ir vinculada la licencia sin estar seguro de que me la concediesen ni de si podría amortizarlo”, explica. Ahora, cada día ofrece este servicio a los vecinos de Valbuena y San Bernardo.

Eduardo con su vehículo Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Un día a día ajetreado

Eduardo tiene que compatibilizar su labor como taxista con otro empleo. Es complicado. Hay muchas horas y trabajo detrás. Solo él lo sabe, aunque en nuestra conversación con él no alardea, ni mucho menos, de ello. 

Si puedo, me gusta ir a Valbuena o a San Bernardo a tomar un café mientras trabajo. Ser taxista me encanta. Hay épocas en las que el trabajo fluye como son las épocas de verano o los puentes, cuando las diferentes personas se desplazan a los pueblos. Cuando tienen más vida y todo funciona mejor. El resto del año hay menos servicios y cuesta cubrir los gastos.

Los vecinos están muy contentos con este servicio de taxi. Los más jóvenes lo usan para ir de fiesta, desde Valbuena y San Bernardo, a Quintanilla de Onésimo, Peñafiel o Sacramenia. Los más mayores reclaman sus servicios para ir al médico. En especial a Valladolid. También para ir a comprar a Peñafiel. Los turistas, para ir a restaurantes, visitar bodegas, llegar a estaciones de tren, autobuses o para acudir a bodas.  “Hay una gran variedad de destinos”, asegura nuestro taxista.

“Hay cientos de servicios en el mundo rural, pero son limitados. Muchas veces quedan descuidados los imprevistos, las urgencias que la gente puede tener. Para el uso del autobús tienen que plantearlo con antelación, incluso reservar una plaza. Todo lo que se sale de ahí queda sin servicio. Incluso alguna persona mayor, con problemas de movilidad, termina llamando al taxi por no hacer el esfuerzo de subir esos peldaños”, añade Eduardo. 

El mundo rural

Nuestro entrevistado conoce a las mil maravillas el entorno rural de la zona en la que vive y apunta a tres grandes problemas. El primero de ellos, “las políticas promovidas desde la Unión Europea” y añade que “en el campo se pagan muchos productos por debajo del coste de producción” exigiéndose “unos estándares de calidad altísimos” mientras “se importan productos desde otros países con una calidad inferior” en algo que hunde a nuestra agricultura, como están manifestando en las últimas horas con tractoradas a lo largo y ancho de toda nuestra Comunidad. 

La segunda de las trabas que apunta Eduardo a la hora de que el mundo rural pueda tener un futuro óptimo es que a la gente joven “se le enseña lo bueno que es vivir en la ciudad desde la escuela” y no se les comunica las ventajas que tiene el hecho de vivir en un pueblo.

“La tercera de las razones es la falta de servicios de todo tipo. La gente del mundo rural, acaba desplazándose para disfrutar de estos servicios. Veo negocios que funcionan que no pueden seguir por falta de relevo generacional lo que hace que estos servicios disminuyan incluso más”, apunta nuestro protagonista. Por eso, Eduardo, pide “más facilidades” para cualquier tipo de trámite o de gestión y medidas útiles como “algún plan de adquisición de vivienda” y “facilitar la regulación de Urbanismo”.

Cuando le preguntamos por el futuro, a nivel personal, Eduardo busca “cubrir gastos” en el primer año ejerciendo como taxista para, en tres, “poder hacer viable con total seguridad” el negocio.

“Mirando por las personas que viven en el mundo rural, solo pido que se les facilite la vida en la medida de lo posible. Que no llegue ese temido momento en el que sea imposible prosperar en el mundo rural”, finaliza el vallisoletano. 

 

 

 

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