El poeta que marcó para siempre la historia de Valladolid
Es uno de los máximos exponentes del Romanticismo español y su huella sigue muy presente en la ciudad
21 febrero, 2024 07:00Noticias relacionadas
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El 21 de febrero de 1817, hace ahora 207 años, nacía en Valladolid una figura histórica que marcaría para siempre el devenir de la ciudad del Pisuerga: el poeta y dramaturgo José Zorrilla. El autor vallisoletano, que terminaría por convertirse en uno de los máximos exponentes del Romanticismo español y cuyo 'Don Juan Tenorio' quedaría en la historia como la principal materialización literaria en lengua española del mito de Don Juan, es recordado aún hoy en día en la ciudad con calles, plazas, un instituto, un estadio de fútbol y, como no, su impresionante casa-museo.
Hijo de José Nicomedes Zorrilla Caballero y doña Nicomedes Moral, con solo seis años hubo de trasladarse a vivir a la ciudad de Burgos, donde su padre, que era relator de la Cancillería, acababa de ser nombrado gobernador, y después se dirigió a Sevilla para, finalmente, acabar residiendo en Madrid, donde a su padre se le había encargado dirigir la Superintendencia General de Policía. Zorrilla fue internado en el Real Seminario de Nobles de Madrid, que era regentado por los jesuitas, y allí se despertarían sus primeras inquietudes literarias, comenzando a leer a Chateaubriand, a Fenimore Cooper y a Walter Scott, y escribiendo sus primeros versos.
Tras la muerte de Fernando VII, en 1833, cuando Zorrilla contaba con 16 años, su padre, que era un furibundo partidario del absolutismo, fue desterrado a la localidad burgalesa de Lerma y Zorrilla se marchó a estudiar Derecho a la Real Universidad de Toledo. Allí residió en la casa de un pariente que era canónigo pero sus continuas distracciones hicieron que lo devolviera a Valladolid al año siguiente para que continuase allí sus estudios.
Zorrilla, sin embargo, siguió sin centrarse en su carrera y se vio cada vez más atraído por otras aficiones como el dibujo, las mujeres y, especialmente, la literatura, teniendo gran influencia sobre él en aquellos años 'El genio del cristianismo' de Chateaubriand y autores como el Duque de Rivas, Alejandro Dumas, Victor Hugo y Espronceda. Ante la evidencia de que el joven no iba a sacar sus estudios de Derecho, su padre terminó desistiendo y en 1836, cuando tenía 19 años, mandó que lo enviaran a Lerma a cavar viñas pero, estando a medio camino, robó una yegua a un primo suyo y huyó a Madrid.
En la capital se inició en su hacer literario y comenzó a frecuentar los ambientes bohemios y artísticos de la ciudad, en compañía de su gran amigo Miguel de los Santos Álvarez, y pasando momentos de mucha hambre y escaseces.
La muerte de Larra y el inicio de una fulgurante carrera
Al inicio del año 1837, Zorrilla era aún un joven desconocido que pasaba los días leyendo de forma incansable en la Biblioteca Nacional y dormía en un desván, y fue precisamente en la Biblioteca donde se enteró, a través de Joaquín Massard, de la noticia del suicidio de Mariano José de Larra. El propio Massard le pidió que leyera unos versos en el cementerio durante su funeral y los compuso esa misma noche.
Su participación en el funeral de Larra, al que asistieron personalidades artísticas y literarias de todo Madrid, marcó un antes y un después en su carrera y en su vida. En el cementerio de Fuencarral, frente al féretro, este casi adolescente vallisoletano, con tan solo 20 años, comenzó a leer unos versos dedicados a su figura.
Ese vago clamor que rasga el viento
Es la voz funeral de una campana:
Vago remedo del postrer lamento
De un cadáver sombrío y macilento
Que en sucio polvo dormirá mañana.
Al salir del cementerio, Zorrilla ya se había convertido en un poeta muy popular y González Bravo le llevó al Café del Príncipe, donde conocería a Hartzenbusch y a Martínez de la Rosa. Además, inició una buena relación con José de Espronceda, el periódico 'El Porvenir' le ofreció un sueldo de seiscientos reales y, finalmente, 'El Español' le concedió la vacante que había dejado Larra.
Ese mismo año 1837 apareció 'Poesías', su primer libro, y dos años después estrenó 'Juan Dandólo', en colaboración con García Gutiérrez. Zorrilla contrajo matrimonio con Florentina Matilde de O'Reilly, 16 años mayor que él y una niña fruto de esta unión, Plácida Ester María, murió un año después de nacer.
El Tenorio
Entre 1839 y 1850, el autor vallisoletano escribió sus mejores obras: 'El zapatero y el rey' y el primer volumen de 'Cantos del trovador' en 1840, la segunda parte de 'El zapatero y el rey' al año siguiente, 'Sancho García' en 1842, 'El puñal del godo' y 'El caballo del rey don Sancho' en 1843, la mítica 'Don Juan Tenorio' en 1844, 'La calentura' en 1846, 'Traidor, inconfeso y mártir' en 1849 y el tercer tomo de 'Obras Completas' y 'María y Un cuento de amores' en 1850.
Zorrilla pasó, posteriormente, varios años en América, apartado de la gente y muy afectado por la muerte de su madre, acaecida en 1846. En el continente americano se embarcó en varios negocios y llevó a cabo lecturas poéticas en Cuba y en México, estableciendo una gran amistad con el emperador Maximiliano, que le nombró director del Teatro Nacional. Pero la revuelta de Benito Juárez acabó con el emperador, cuando Zorrilla estaba de paso en España, y hubo de quedarse en su tierra.
El poeta vallisoletano fue recibido en tierras españolas con entusiasmo y entró a formar parte de la Real Academia Española de la Lengua en 1882, siendo coronado solemnemente en Granada siete años después, recibiendo el homenaje de 14.000 personas. Después de una enfermedad de tres años, Zorrilla falleció en la mañana del 21 de enero de 1893, cuando contaba con 75 años, y una gran muchedumbre asistió a su entierro para darle un último recuerdo.
La huella de Zorrilla en Valladolid
La huella de Zorrilla en Valladolid sigue muy presente en la actualidad. En la casa natal del autor, situada en la calle Fray Luis de Granada número 1 de la ciudad, se encuentra actualmente una casa-museo que permite al visitante adentrarse en el período dorado del Romanticismo español y explorar la vida del distinguido residente que la habitó. Inaugurada en 1917, 100 años después del nacimiento del poeta, la casa es de aspecto austero y cuenta con una estructura sencilla, con dos plantas, el sótano y el jardín.
En el inmueble se conservan algunos muebles originales de Zorrilla, como su escritorio, que fueron donados por su viuda. Entre los recuerdos personales del autor, destaca la mascarilla funeraria que obtuvo de su rostro el escultor Aurelio Rodríguez-Vicente Carretero y que se usó para la realización del monumento al autor que se encuentra en la Plaza de Zorrilla de la ciudad. Además de la casa-museo y de la plaza, situada en un enclave único frente a la Academia de Caballería y junto al Campo Grande, y presidida por una estatua del autor, hay que destacar el Paseo de Zorrilla, la gran arteria de la ciudad, que también lleva su nombre.
Además, el mítico poeta da nombre también al Instituto de Educación Secundaria Zorrilla, el más antiguo de la ciudad y uno de los más antiguos de España, fundado en 1845. También lleva el nombre del autor el Nuevo Estadio José Zorrilla, donde desde 1982 disputa sus partidos el Real Valladolid, y también lo llevó el viejo estadio, fundado en 1940 en la ubicación que actualmente ocupa El Corte Inglés. Un poeta que marcó para siempre la historia de Valladolid.