El archiconocido restaurante en un pueblo vallisoletano que hace “los mejores calamares del mundo mundial”
Las patatas con níscalos y costillas adobadas de Antolín es otro de sus platos estrella. El menú del día, de lunes a viernes, solo cuesta 13 euros
14 abril, 2024 07:00Noticias relacionadas
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Montemayor de Pililla es un bello municipio vallisoletano que cuenta, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) con 848 habitantes. Se encuentra situado en la Comarca de Tierra de Pinares a unos 35 kilómetros de la capital, unos 25 minutos si quieres llegar hasta el lugar en coche.
Se encuentra ubicado en una bella zona paisajística. Por allí son varios los arroyos que pasan por la zona. El Valdecelada o el más importante, el Valcorba. A esto hay que unirle las zonas de bosque frondosas que se encuentran en los alrededores y que hacen que su visita sea obligada.
Es una zona que, en los últimos tiempos, ha ganado peso en lo que tiene que ver al turismo rural ya que su tranquilidad hace que sea un lugar perfecto para visitar, sobre todo en sus fiestas mayores que se celebran del 13 al 18 de septiembre con la Exaltación de la Santa Cruz.
Como en el resto de la provincia vallisoletana, Montemayor de Pililla también es un sitio perfecto para comer y chuparse los dedos con un restaurante que brilla en la localidad como es La Martina.
Dos padres, dos hermanos y una historia
El Restaurante La Martina, que se encuentra situado en la Plaza Mayor del pueblo está regentado, en la actualidad, por Jesús Ángel, conocido como ‘Susi’, y por Juan Carlos, como Carlos. Ambos nacidos y crecidos, como diría aquel, en Montemayor de Pililla y de 62 y 59 años respectivamente.
“Llevamos toda la vida en la hostelería. Mis padres: Julio y Martina, de ahí el nombre del restaurante, empezaron en el año 1959, abriendo un bar en la plaza. Realmente ha sido ahí donde tanto mi hermano como yo hemos nacido. Crecimos ahí, en una cantina que ha sido una parte muy importante en nuestras vidas”, confiesa en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León ‘Susi’.
Sería en el año 1970 cuando se trasladaron al local actual, con cafetería, salón de bodas y de baile. En 1978 abrieron una terraza que llevaba por nombre: ‘El Corral de la Pacheca’ que es donde está ahora el comedor actual. “Aquí pasamos buenos veranos con pasodobles y cumbias”, explica nuestro protagonista.
Pero quedaba por llegar lo mejor
“En la Navidad del año 1984 abrimos la Discoteca Sala vértice. Estábamos a la última con la música de ‘La Movida Madrileña’. Era un lugar de encuentro moderno de los pueblos de alrededor. Hacíamos conciertos y llegaron a actuar, en los inicios, hasta los Celtas Cortos”, asegura Carlos.
Fue en el año 1995 cuando, finalmente, abrieron el Restaurante La Martina tal y como lo conocemos hoy en día, en la actualidad. Al principio tenía capacidad, únicamente, para 25 comensales, pero con diversas ampliaciones han llegado hasta las 100 personas que pueden sentarse y degustar los mejores manjares de un lugar único.
Un lugar especial para celebrar reuniones y comuniones o para coger un guiso o la mejor ración y llevártela para comer a casa. Un establecimiento hostelero en un bello pueblo de Valladolid, de los que quedan pocos.
Las joyas de la corona de un menú que quita el sentido
“Nuestras especialidades son los guisos caseros al estilo La Martina, en honor a nuestra madre. Las setas silvestres. Destacan las patatas con níscalos y costillas adobadas de Antolín o los calamares de La Martina que son los mejores del mundo mundial. También el rabo de toro al Ribera del Duero, la carrillera de ternera con setas silvestres, los níscalos guisados, el pollo de antaño o las croquetas de trompeta negra. Ahora, también, los espárragos de Tudela de Duero”, asegura Susi.
De hecho, lo de los calamares no es broma. En el menú se puede leer: calamares al estilo Martina “Los mejores del mundo mundial”. Los langostinos, la sepia a la plancha el pulpo a la brasa o los puerros rellenos de anchoas y bonito, son otras de las exquisiteces que podemos probar en el lugar.
En cuanto a las carnes quita el sentido sus mollejas de lechazo con boletus o con langostinos al ajillo. Sin hablar de sus chuletillas de lechazo churro, el medallón de solomillo de ternera o las chuletas. Además, cuentan con una bodega con vinos de la Ribera del Duero “espectaculares y a muy buen precio”, recalcan los hermanos.
Un lugar para sentarse a comer y disfrutar de lo lindo.