Peñaflor de Hornija es una localidad vallisoletana que está considerada como el mirador de los Montes Torozos, por su posición privilegiada sobre el paisaje castellano. Es municipio, fue, hace años, un pueblo-vigía con una muralla defensiva de la que apenas quedan restos.
La época de florecimiento mayor de una localidad que en la actualidad, y según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) cuenta con 337 habitantes, llegó con la llegada de los nobles y blasones que, todavía, y a día de hoy, se pueden contemplar en algunas de las casas del municipio, como la del Conde de Peñaflor.
Muy importante es, también, que el lugar situado en pleno Valle del Hornija, forma parte del Camino de Madrid hacia Santiago de Compostela, lo que permite el descanso de peregrinos en un albergue que se ubica en la Plaza Mayor. Nos encontramos también con grandes monumentos como la Iglesia de Santa María o la Plaza del Cristo de las Eras y la ermita que lleva el mismo nombre.
Allí también, desde el 30 de julio de 1993, se ubica el Bar Hornija que no ha dejado de funcionar desde entonces pero que, desde el 6 de diciembre del año 2023, hace apenas cuatro meses, lo gestiona Mario Pérez Vaquero y María del Mar Pico del Caz, una pareja de 40 y 33 años respectivamente, que cuentan, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, cómo es gestionar un establecimiento hostelero en un pequeño pueblo de la provincia de Valladolid.
Conociendo más a la pareja
“Soy un tío alegre, abierto a la gente. Me adapto a todo lo que me echen y decido lanzarme a la aventura con lo que sea. Me considero hijo, hermano, padre y amigo. Dicen que me enfado mucho a veces y que me cuesta estar de cara al público, pero poco a poco”, asegura Mario en declaraciones a este periódico.
Él tiene 40 años y nació en Valladolid. Siempre ha estado muy relacionado con el mundo de la hostelería, aunque su trabajo anterior fue en una fundición. Le gusta el campo, la caza y pasar horas en su huerto y, también, junto a su familia y amigos. Nació en la capital del Pisuerga, pero siempre ha estado muy unido a Peñaflor de Hornija porque sus abuelos paternos y maternos son de allí.
“Mi infancia fue espectacular. Cualquier niño que sea de este pueblo, seguro que la recuerda con alegría y anhelo. Por mi parte y la de mis amigos creo que ha sido maravillosa, con el pueblo teniendo un gran protagonismo en ella”, añade el hostelero.
María del Mar Pico del Caz, pareja de Mario y la segunda de las patas del Bar Hornija, nació en Barcelona, pero siempre ha vivido en Valladolid. Tiene 33 años y siempre ha trabajado en el sacrificado y duro mundo hostelero. El último trabajo, antes de embarcarse en la aventura del Bar Hornija, fue en una Taberna Irlandesa del barrio de Las Delicias, donde ambos se conocieron y nació una bonita historia de amor.
Una aventura que comenzó en diciembre del pasado año
“Cogemos el bar el 6 de diciembre del 2023. Casi sin tiempo de pensar en lo que nos metíamos y aventurábamos. Yo estaba fijo en la fundición y mi pareja también tenía su empleo estable, pero nos lanzamos de cabeza y aquí estamos, dándolo todo”, afirma Mario convencido.
El Bar Hornija abrió sus puertas en 1993. Hace ya 31 años. Siempre a tenido el mismo nombre, el que conserva con los nuevos dueños. Ubicado en la Plaza Mayor del pueblo es un punto de encuentro perfecto para los vecinos que hasta allí se acercan para tomar algo y para socializar en sus 80 metros cuadrados.
“Lo gestionamos mi novia y yo. Si no fuera por ella, esto no sería una realidad. Marimar es una trabajadora ejemplar y sabe manejar los negocios hosteleros a las mil maravillas. Yo me adapto enseguida a lo que sea. Soy el cocinero y mi madre me da consejos. Con la ayuda de los amigos y familiares y con mucho esfuerzo lo sacamos adelante. Somos novatos, pero valientes”, afirma nuestro entrevistado.
En busca de que la gente se sienta cómoda en su bar
“Los vecinos nos han acogido con buenas formas. Si algo sale bien, te lo dicen. Si sale mal, también. Aquí nos conocemos todos. Nuestro objetivo es que los clientes se sientan cómodos y que vengan a beber una cerveza o un vino en la mejor compañía”, afirma la pareja.
Todo con la calidad y el cariño que prometen y ofreciendo comida de la de toda la vida y de la de hoy. El objetivo pasa por conseguir que Peñaflor de Hornija siga contando con su bar como punto de encuentro perfecto porque ya sabemos que un pueblo sin bar es un pueblo sin vida.
“Es mejor no pensar en el futuro ni el pasado. Tenemos que vivir el presente. Aquí, cada día, es una vida distinta. Esperemos que todo vaya bien y que la gente esté cómoda en nuestro bar. Ese es nuestro objetivo”, finalizan.
La vida del Bar Hornija continúa gracias al buen hacer de esta pareja.
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