“El programa es necesario y fundamental. Estaríamos encantados de no tener que apostar por él. Sería la prueba de que los saharauis han podido volver a su tierra natal, que es el Sáhara Occidental. Mientras esto no ocurra, es necesario que lleguen hasta España en general, y Valladolid en particular, estos niños, para reforzarse, durante el verano, con una buena alimentación y afrontar con mayores garantías el invierno en su tierra”, asegura, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Blanca López.
Ella es la presidenta de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui en Valladolid y nos habla de la iniciativa Vacaciones en Paz, en el que un total de 2.930 menores saharauis pasarán, los meses de verano, acogidos por familias españolas en general y más de 30 por padres y madres vallisoletanos en particular.
“Los objetivos son varios. Uno de ellos es sanitario. Aquí, a los pequeños de entre ocho y nueve años que llegan se les hacen controles. En los campamentos de refugiados no hay medios para hacérselos. También queremos que lleguen para que conozcan otras realidades culturales, que aprendan español y que, de regreso, puedan transmitir sus vivencias al lugar en el que nacieron”, añade Blanca López.
Un ejemplo de solidaridad y de acogimiento es el de una pareja de vallisoletanos que vive en Laguna de Duero. De solo 28 años, Germán y Mónica esperan ya a que llegue el día 1 de julio para acoger, por tercer año consecutivo, a Zenabu, una pequeña saharaui de nueve primaveras.
Blanca apunta, además, que "tenemos un niño sin familia de 9 años" por lo que hace un llamamiento para que alguien pueda acogerle estos dos meses en nuestra provincia.
Conocemos más los detalles de esta iniciativa y la historia de la pareja y la niña saharaui, dentro de una acción preciosa.
El origen de todo
“El de Vacaciones en Paz es un programa que surgió de manera espontánea. Por personas que viajaron antes de los años 90 a los campamentos saharauis para ser conscientes, de primera mano, de lo que ocurría con el pueblo saharaui debido a la ocupación de Marruecos en el Sáhara Occidental. Se tuvieron que marchar al desierto argelino con unas condiciones de vida muy duras”, nos explica la presidenta de la Asociación del Pueblo Saharaui en Valladolid.
Todo hablando del origen, del germen, del leit motiv de Vacaciones en Paz. Fue ahí cuando este grupo de hombres y mujeres, con la solidaridad por montera, comenzaron a construir escuelas. A desplazar camiones cisterna con el fin de que los refugiados en esos campamentos pudieran tener agua potable.
“Como esto no era suficiente, se acordó comenzar con este programa. Había muchos niños en situación límite y todos los años desarrollamos esta iniciativa gracias al apoyo de la Diputación de Valladolid, nuestro mayor representante económico, y también de Ayuntamiento de Valladolid y Medina del Campo”, añade Blanca López.
El coste de avión, desplazamiento, seguros y visados es elevado. Por eso, desde la asociación precisan de la ayuda de las instituciones que colaboran en un programa que este año traerá a la provincia de Valladolid a un total de 34 niños. 23 pequeños y 11 pequeñas que llegarán el 1 de julio para estar en nuestra tierra dos meses.
“Estamos muy ilusionados con la llegada de estos niños”, finaliza la presidenta de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui. Tanto como lo están Germán y Mónica.
El tercer año con Zenabu
“Soy una mujer a la que, desde siempre, le ha gustado colaborar en proyectos solidarios. Vivo, junto a mi pareja, en una casa de campo en Laguna de Duero. Junto a nuestras mascotas. Aunque siempre tenemos visita de nuestras familias y estamos acompañados”, confiesa Mónica, una joven vallisoletana de 28 años.
Tanto ella, como Germán, su pareja, tendrán visita a partir del próximo 1 de julio. A la puerta llamará Zenabu. Una niña saharaui de nueve años, cumplirá los 10 en septiembre. La han visto crecer, poco a poco, a lo largo de estos tres años y la esperan con mucha ilusión, aunque mantienen el contacto con ella durante todo el año a través de llamadas, enviando alimentos o material escolar para paliar sus necesidades en el campamento.
“Zenabu, aunque el primer día llegó asustada porque no entendía bien el idioma y no nos conocía, se hizo a nosotros muy pronto. Es difícil, los primeros días, entenderte con ella, por el idioma, pero resulta muy sorprendente lo rápido que aprenden”, confiesa Mónica.
Y es que, cuando uno tiene ganas de aprender, como es el caso de la pequeña, las cosas se consiguen antes. Le encanta coger libros, leer… una niña “muy buena” y con la que gusta estar, como aseguran Germán y Mónica.
“Este año llegará el 1 de julio. Tanto nosotros, como el resto de la familia, estamos deseando que aterrice aquí para volver a verla. Al final, toda la familia se implica con nosotros y siempre busca pasar tiempo con ella. Darle libros, ropa, libros, o los juguetes que pueda necesitar”, añade Germán. Podrán pasar tiempo con ella hasta el 1 de septiembre. Dos meses que, a buen seguro, se hacen muy cortos.
Dos meses para disfrutar
Para los pequeños que llegan de los campamentos esta es una experiencia “muy buena”, como asegura la pareja. Ya no solo por el hecho de librarse de las altas temperatura del lugar. También, para conocer diferentes culturas y enriquecerse con las mismas. También, y como no podía ser de otra forma, para disfrutar del verano.
“En nuestro caso, contamos con una piscina en casa. A Zenabu le vuelve loca estar allí. En cuanto ve el momento, quiere estar dentro del agua. Para ellos es una experiencia muy buena. También para nosotros. No tenemos hijos y, normalmente, llevamos una vida bastante tranquila. Ella hace que, cuando llega, todos los días tengamos algo que hacer”, asegura Mónica.
Una acción que ayuda a valorar, también, lo que tenemos en el día a día y que otros, como Zenabu, no pueden disfrutar. Un programa que ayuda a crear lazos entre una pequeña que vive en un campamento de refugiados saharaui y dos jóvenes que viven en Laguna de Duero.
“Esperamos que este año, que vamos a tener más días juntos, podamos hacer más cosas con ella y aprenda mucho más. Nos gustaría mucho ir a visitarla a su casa. Tanto su familia como ella nos invitan siempre. Ojalá podamos hacerlo pronto”, asegura Germán hablando del objetivo.
En cuanto al deseo, el “más profundo” como explica Mónica, es que Zenabu “pueda vivir en su tierra, en el Sáhara Occidental sin la opresión de Marruecos y en paz después de tanto años en guerra”.
Ojalá que así sea muy pronto.
Noticias relacionadas
- Hacen un llamamiento para lograr a cuatro familias burgalesas de acogida de niños saharauis este verano
- Exteriores rechaza la moción del PSOE CyL que exige que Marruecos cese la "ocupación" del Sáhara
- 'Vacaciones en paz' hace parada en Castilla y León: 140 menores saharauis pasarán el verano en acogida