Fresno el Viejo es un municipio de la provincia de Valladolid. Concretamente al sur. Su término municipal limita con las provincias de Ávila y Salamanca y cuenta, en la actualidad y según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) con una población de 854 habitantes.
Allí, funciona, a pleno rendimiento, el Obrador- Repostería Artesana La Tía Melitona. Al frente están Ángel y Noemí, una pareja que pasa por ser la cuarta generación de una familia muy conocida por su arte para hacer pan y productos dulces que quitan el sentido por su sabor y por el valor que tiene el hecho de que sean artesanos.
Fue en los años 70 cuando comenzó esta historia y en 2006 cuando nuestros entrevistados cogieron las riendas para dar un giro al negocio. Pastas, roscones en Navidad y ‘melitones’, la joya de la corona, hacen las delicias de vecinos y curiosos que se acercan hasta la localidad vallisoletana para disfrutar de estas delicias.
Los inicios y un olor a magdalenas que nunca olvidará
“Soy una persona que disfruta con su trabajo y viviendo en el medio rural. Me considero alguien sencillo y con muchas ganas de vivir que busca sacar adelante su negocio con la mayor ilusión posible y con el fin de que el cliente quede satisfecho con nuestro trabajo”, asegura, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León Ángel Luis.
Él nació en Fresno el Viejo hace 52 años. Estudio en el colegio municipal y terminó sus estudios en Salamanca. Lleva toda la vida en el pueblo y lo lleva en el corazón. Recuerda una “infancia muy bonita” con mucho cariño. Siempre jugando en la calle, sin pantallas y disfrutando del aire limpio y puro en la provincia vallisoletana.
“Mis recuerdos de la infancia también están ligados al obrador de panadería de mis padres. Siempre recordaré los días que iba a ayudar a mi padre al horno y acudían las señoras a elaborar sus dulces tradicionales para las fiestas. Era un preludio de lo que luego vendría, alegría, alboroto y un olor a magdalenas que nunca olvidaré”, afirma nuestro entrevistado.
Los inicios de Repostería Artesana La Tía Melitona en Fresno el Viejo, en la calle José Velázquez, están relacionados con los padres de nuestro protagonista: Ángel y Melitona. El primero, sobre los años 70 del pasado siglo, comenzó su andadura en la que luego fue una de las panaderías del pueblo.
Melitona, es la que “siempre estuvo al frente del despacho de pan”. Fueron muchos los años de dedicación a un negocio que ha dejado huella en el pueblo. “Siempre será recordada por sus bollos de leche. Eran típicos en nuestro pueblo. Cuando cogimos nosotros las riendas dejamos de hacerlos, pero nuestros clientes nos animaron a volver a hacerlos. En la actualidad los hacemos en el mes de agosto, que es cuando más gente viene al pueblo”, confiesa nuestro protagonista.
La cuarta generación
“Somos la cuarta generación de panaderos y reposteros. Quien sabe si, a lo mejor, la última. Después de terminar mis estudios en Salamanca volví al pueblo para ayudar a mis padres con su panadería. Durante 15 años trabajé con ellos hasta que llegó su jubilación. Fue ahí cuando comencé mi proyecto de repostería. A los pocos años se incorporó Noemí, que es mi mujer y la madre de mis hijos. Es un pilar fundamental de la empresa”, añade Ángel.
Fue en el año 2006 cuando, tras la jubilación de sus padres, decidió comenzar con su idea. En el mismo local en el trabajaban sus progenitores y tras una gran reforma. En breve cumplirán 20 años, pero el negocio, si contamos la labor de sus padres, tiene más de 50, que se dice pronto.
Un local con obrador que cuenta con algo más de 100 metros cuadrados que cuenta también con oficina anexa al local y un almacén de producto terminado. En Fresno el Viejo, a más de 70 kilómetros de la capital de provincia y con la labor de Noemí, que se encarga de la parte comercial y de oficina, y de Ángel, que elabora los productos. Un equipo perfecto.
“Me gustaría destacar, como curiosidad, que el nombre de nuestro obrador, además de hacer mención a la tradicional jota castellana de La Tía Melitona, es un homenaje a las mujeres del medio rural y, sobre todo, a mi bisabuela ‘Tona’ y a mi madre ‘Meli’ que estuvo al frente del despacho de pan durante tantos años”, explica nuestro entrevistado.
Dulces delicias que quitan el sentido
En el obrador de Noemí y Ángel elaboran productos de repostería artesanales sin añadir ni colorantes ni conservantes artificiales. Ofrecen dos tipos de repostería. Por un lado, la tradicional con los bollos de aceite de oliva, pastas de almendra, nevaditos, magdalenas, rosquillas de panadera y de baño.
También destaca la repostería con mantequilla con otras elaboraciones tan deliciosas como las lenguas de gato, las pastas de té, galletas de canela, pastas de naranja y chocolate o las melisas, que son pastas con harina integral, azúcar de caña, miel y sésamo o las “colmenas”, que son pastas en las que la miel cobra un gran protagonismo.
“También elaboramos productos de temporada como son los polvorones, los roscos de vino, los panetones, o roscones de reyes. Nuestra especialidad son los ‘Melitones’, que son bizcochos a base de harina de almendra y mantequilla tostada. Una mezcla entre el sobao y el mazapán. Es el producto del que nos sentimos más orgullosos y por el que más se nos conoce”, asegura la pareja.
Todos sus productos son artesanos y cuentan con un registro de artesanía alimentaria que les obliga a seguir una serie de normas a la hora de elaborar sus delicias que pasan por ser: no utilizar conservantes y colorantes y cumplir con unas pautas de elaboración artesanal.
“Somos la cuarta generación de reposteros en la familia y utilizamos las recetas y métodos de elaboración que seguían nuestros antepasados. Así intentamos que nuestros productos tengan el sabor de toda la vida”, afirman.
El secreto del éxito
Preguntado por cuál es la clave para triunfar en su negocio y en el medio rural, la pareja asegura que es “la perseverancia, la ilusión y el trabajo duro. Sobre todo, y además, poder compartir un bonito proyecto con la familia da tranquilidad”, confiesan.
El futuro lo ven “con optimismo”. Aseguran que, en el medio rural, “las empresas artesanas todavía tienen mucho que decir” y añaden que la vida del obrador llegará “hasta que se jubilen”. Luego ya verán si hay posibilidad de relevo generacional o no.
“El objetivo, mirando al futuro, pasa por seguir creciendo y llegar, cada día, a más personas que busquen el sabor de toda la vida. Mi deseo sería que se crearan más empresas artesanas en el medio rural y, de esta forma, que los pueblos sigan siendo un bonito lugar en el que vivir”, finalizan.
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