Arrabal de Portillo es un municipio que pertenece a la comarca vallisoletana de Tierra de Pinares y que está formada por dos distritos: Arrabal y Portillo, en un lugar de una belleza única y que merece la pena visitar.
En Arrabal de Portillo, podremos contemplar la iglesia de San Juan Evangelista, construida en piedra en el siglo XVI y actualmente parroquia del barrio. Al lado de esta última, se encuentra la ermita del Ecce Homo y, a las afueras de Arrabal, en dirección a Valladolid, existe otra ermita, la del Santo Cristo, en piedra y de una sola nave, con una Cruz de piedra frente a la puerta de entrada.
Allí tiene su negocio Begoña Velasco García, una mujer de 50 años, madre soltera de una pequeña de cuatro primaveras llamada Carmen que lucha, día a día, por sacar adelante su negocio, una pequeña tienda que lleva abierta más de 40 años.
Charlamos con ella para conocer el secreto del éxito para sacar un pequeño comercio adelante durante tanto tiempo en un pequeño pueblo de la provincia.
Una tienda con más de 40 años de historia
“Me considero una persona currante. Soy autónoma y me defino como constante. Me gusta pasar tiempo con mis amigos y mis seres queridos. Me considero una mujer muy familiar e intento ser agradable”, asegura nuestra entrevistada en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.
Nuestra entrevistada está orgullosa de ser de Arrabal de Portillo. Aquí ha nacido y ha crecido. Ha vivido una bonita infancia y saca adelante su negocio. Recuerda que tuvieron, como negocio familiar, un establecimiento hostelero, pero se centra en la tienda.
“La tienda lleva más de 40 años abierta. Comenzaron mis padres hace 40 años. No tenía nombre. Cuando me puse yo al mando decidí llamarla ‘La Tienda de Bego’. Vendemos de todo, droguería, regalos, mercería, productos de limpieza y muchas cosas más”, apunta nuestra protagonista.
Lejía, calcetines, hilos, pijamas y cualquier producto para regalo. Todo tiene cabida en el negocio de nuestra protagonista.
“Estamos para las faltas”
Fue su padre José María, al que todos conocían como Pitu, y su madre Antonio, o la Toñi, la que abrieron las puertas de la tienda hace 40 años. En la calle Luna número 7 de Arrabal de Portillo. Ya se cumplen 20 desde que nuestra entrevistada cogió las riendas.
Una tienda de seis metros de largo por tres de ancho. Algo más de diez metros cuadrados. La saca adelante ella sola, sin ninguna ayuda y con el mayor de los esfuerzos posibles para, también, cuidar de su pequeña de solo cuatro años.
“Nosotros estamos aquí para las faltas. Para el se me ha olvidado no sé qué y no sé cuál. La gente mayor que vive aquí está muy contenta con la presencia de la tienda porque intento tener de todo lo que necesitan y, si no, lo pido para que no les falte de nada”, apunta Begoña.
Jubilarse con su tienda
Nuestra protagonista afirma que “no se puede quejar de cómo le trata la vida” y apunta que “espera jubilarse aquí”, aunque aún le quedan unos años. Ella disfruta de y con su tienda. Con los clientes. Dispensa ese trato cercano y toda la atención a las personas que entran a su negocio. Esa es la clave del comercio de proximidad.
“Esperamos que el mundo de internet no nos apachurre. Nosotros lo notamos mucho porque comprar por internet es muy fácil y eso nos repercute negativamente, aunque está claro que no es lo mismo hacerlo por la red, de forma tan fría, que el trato que damos los comerciantes de toda la vida”, apunta.
Esa es la clave. El comercio de proximidad da una identidad, un carácter a una ciudad, a un pueblo. Es parte de su historia. No hay que dejarla perder. Por eso lucha Begoña, cada día, en Arrabal de Portillo.
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