Traspinedo es un municipio de la provincia de Valladolid que se halla situado en la vertiente oriental formando parte de la Comarca de Tierra de Pinares, y cerca de las provincias de Palencia y Burgos. Todo, sobre un territorio que ocupa cerca de 27 kilómetros cuadrados, aproximadamente.

En la actualidad, y según los datos del Instituto Nacional de Estadística, cuenta con una población de 1.242 habitantes. Los “traspindejos” como se conoce a los vecinos del pueblo, están acostumbrados a las bajas temperaturas de los meses de invierno y, en verano, ven como aumenta el efecto del turismo rural en la zona.

La localidad vallisoletana destaca por su rica gastronomía y por contar con mesones que realizan un lechazo que quita el sentido y que se puede acompañar con el mejor vino. También y por qué no decirlo, con el pan más artesano que también se puede comprar en el municipio.

Se puede hacer esto en la Panadería Félix Arribas y Dulces Ana. Un negocio que lleva abierto desde el año 1943, cuando el abuelo de nuestro entrevistado quiso poner en marcha un establecimiento que sale adelante gracias al esfuerzo de la pareja.

Félix en su panadería y con sus elaboraciones Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

La historia de una panadería con 80 años de vida

“Tanto mi mujer como yo hemos trabajado mucho. Nunca descansamos. En este negocio no existen los festivos ni los fines de semana. Este año sí que he tenido que cogerme una semana de vacaciones para desconectar y estar con los amigos, pero estuve desde el año 2016 y hasta el 2021 sin parar, sin cogerme un día”, confiesa Félix Arribas Moyano en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.

A sus 63 años, sigue en la lucha. Lleva al frente del negocio 40 años, pero, en realidad, ha estado toda la vida con su padre y abuelo. Es la tercera generación de un negocio que suma 80 primaveras, que se dice bien y pronto y que la gente debe valorar.

“Fue mi abuelo Eustasio el que abre el negocio. Estaba en la calle Mayor y se llamaba Panadería Estrella. Después lo coge mi padre y se lo lleva a la calle Arboleda. Yo tomo las riendas y me instalo en la calle del Val que es donde estamos ahora desde 1996”, nos cuenta nuestro entrevistado hablando de la vida del negocio.

Mi abuelo la abrió en la calle Mayor , no en Arboleda, aquí fue mi padre y luego en 1996 la trasladé a donde estamos ahora ,calle del Val .

Fue ese año cuando se casó con Ana y juntos, de la mano y sumamente unidos, sacan adelante la panadería.

Félix haciendo pan Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

A las 5.00 de la mañana toca la diana y sabrosos productos

Esta claro que el de panadero es un oficio duro. Todos los días, a las 5 de la mañana, suena la diana para que nuestros protagonistas enciendan las luces de la Panadería Félix y Dulces Ana.

“Tanto mi mujer como yo estamos a las 5 ya en vela para comenzar a trabajar y que los clientes tengan listo su pan a las 10.00 de la mañana que es el momento en el que abrimos nuestra panadería. Intentamos dar el mejor servicio a nuestros clientes. Muchos son ya amigos”, asegura nuestro entrevistado.

Allí hacen el mejor pan candeal, magdalenas y pastas que hacen las delicias de sus clientes y que son muchas las personas que llegan desde fuera, a visitar Traspinedo y se marchan con un obsequio gastronómico para endulzar sus paladares y disfrutar comiendo, un placer de la vida.

Imagen de las magdalenas Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

En busca de la jubilación

Son muchos los años de trabajo que suma, al frente de una panadería histórica de la provincia de Valladolid, nuestro entrevistado. 80 desde que nació la misma y 40 con él al frente de las operaciones. Su trabajo ha sido amplio y de quilates, igual que el de Ana, pero ya va tocando pensar en la jubilación.

“Busco ya el retiro. Aguanto en busca de la jubilación que llegará en unos dos años, cuando tenga 65. Creo que los negocios pequeños de los distintos municipios dentro del mundo rural tienen un futuro muy difícil y complicado”, finaliza Félix.

Todo por el dichoso concepto de esa España vaciada que, cada vez, hace más daño a los pequeños núcleos de población. Sin embargo, toca seguir luchando.

 

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