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Valdestillas ha vuelto a oler a gastronomía, folclore y tradición. Todo ello gracias a una nueva jornada de la matanza que se ha desarrollado durante este domingo en el municipio vallisoletano. Tres aspectos que se han dado la mano en esta fiesta en la que anualmente se reúnen cientos de participantes, tanto los vecinos como visitantes.

EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León ha sido testigo un nuevo año, y ya van ocho, de las Jornadas sobre la Matanza. “Hoy es un día festivo. Como en el que se celebraba la tradicional matanza y en el que se juntaban todas las familias”, apunta el alcalde Alberto Sanz, que reconoce que un año más "objetivo cumplido". 

Por la Plaza Mayor han pasado más de 2000 personas, con una organización de casi 60, que no han querido perder la oportunidad de degustar los mejores productos del cerdo. El almuerzo matancero a base de chorizo y panceta  ha sido el gran protagonista, pero sobre todo donde se ha podido comprobar de dónde venimos para saber a dónde vamos.

La terminología de la mantanza es extensa. Era una mañana para hablar de mondongos, asaduras, mantecas, careta, morro, tocino, costillares, lomo, solomillo.... las calles de Valdestillas han recuperado olor de antaño, olor a matanza que solo el que la ha vivido sabe lo que es. Un hecho cultural que hace años unía a familias y vecinos.

La actividad, organizada por el Ayuntamiento, arrancó sin el tradicional frío que envuelve esta liturgia, pero con bastante viento, por lo que se tuvo que estar atento para el fuego. Pero no lo que no ha faltado es la degustación de la torta de chicharrón, maridadas con café de puchero y orujo a primera hora para entrar en calor.

 A continuación, comenzó lo bueno. El chamuscado y destazado del cerdo para la elaboración del mondongo al estilo tradicional a cargo de los matanceros, en especial de Ramón García, de Matapozuelos, que con su clásica verborrea ha ido narrando todo el proceso.

Posteriormente se hizo la exhibición de escultura con motosierra a cargo de José Llorente.  La presentación de las jornadas ha corrido a cargo de la matancera de honor que en este caso ha sido Silvia Ortúñez Sastre, head sommelier del Kabuki Madrid y miembro del panel de cata de la Guía Gourmet.

Nostalgia y aprendizaje

De esta manera, los más mayores han podido rememorar parte de su vida con nostalgia e ilusión y los más pequeños han aprendido de las labores que se realizan en las matanzas. El alcalde destacó la implicación de los vecinos en un día tan especial de noviembre.

La matanza se divide en dos. Los hombres se encargan de sacar lo mejor del animal. Las mujeres de darlo forma. Ellas, mujeres luchadoras y desde siempre empoderadas, se encargaban de adobar las carnes para hacer las morcillas de sangre, las morcillas del año, los chorizos, el salchichón y el lomo de la orza. Para ello no puede faltar el pimentón, pimienta, orégano, vinagre, vino, perejil, laurel y sal. 

Dicen que del cerdo hasta los andares. Y de nuevo se ha demostrado en Valdestillas. No hay duda de que el este animal es el más rentable de la naturaleza. Con los diferentes tipos de carnes que se obtienen de un cerdo, una familia bien podía alimentarse durante todo un año.

Alrededor de la matanza del cerdo se ha creado fiestas en todas partes y Castilla no es la excepción. El cerdo era uno más de la familia. Se le daba de comer, se le sacaba a pasear, se le mimaba y engordaba y por supuesto luego se sacrificaba.

Una tradición que pese a todas las voces críticas sigue manteniendo la llama en municipios como Valdestillas. Solo hay que ver el entusiasmo que tienen sus vecinos durante esta jornada.

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