La Semana Santa de Zamora 2022 va a ser muy especial por muchos motivos. Sin duda, la vuelta de las procesiones y los actos públicos, tras dos años de pandemia sanitaria, es uno de los motivos principales, pero también se vivirá un momento histórico. Y es que, por primera vez en toda su existencia, la Real Hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias de Zamora (también conocida como El Silencio) permitirá que las mujeres participen en el Juramento del Silencio y procesionen junto a su imagen titular este Miércoles Santo. Unas 90 hermanas podrán vestir, por fin, la túnica de estameña blanca y caperuza de veludillo rojo con el distintivo de la Hermandad en la pechera, hasta ahora solo reservado a los hombres.
Un evento que quedará para el recuerdo de la Semana Santa de Zamora y en que participarán Sonsoles Martínez y María José Herrero. Ambas llevan una vida ligadas a la Hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias, pero siempre de acompañantes, en segundo plano. Hijas del actual presidente y vicepresidente de la Hermandad, Rufo Martínez y José Luis Herrero, han crecido con la devoción al Cristo de las Injurias en sus venas, con la emoción de vestir el blanco y rojo, pero nunca partícipes de uno de los momentos más intensos, icónicos y emocionantes de la Semana Santa de Zamora. Los recuerdos de su infancia están impregnados de la Cofradía del Silencio. Por ejemplo, Sonsoles relata que "llevo viendo la preparación de esta procesión desde pequeña, acompañaba a mi padre y lo veía todo". Algo que también le ha ocurrido a María José, quien ha visto ha su padre procesionar desde el público "toda la vida".
Eso sí, siempre como espectadoras. Sonsoles recuerda que, cuando era pequeña, "tenía asumido que esta cofradía era de chicos y que otras, como La Soledad, La Esperanza o Nuestra Madre, eran para nosotras". Pero al ir creciendo, "sí que me empezó a dar rabia ver el juramento y no poder participar. No me parecía justo que el resto de hermanos pudieran hacerla y yo no. No veía una razón lógica". Por su parte, María José asegura que es algo que "llevo esperando toda mi vida". Cree que la prohibición de participar a mujeres en esta Hermandad "era algo que iba a caer por su propio peso, por igualdad de derechos". Aunque admite que "en Zamora siempre somos reticentes a todo y por eso hemos tardado más que en otros sitios".
María José recuerda entre risas que, tanto ella como Sonsoles, teniendo tan cerca a la directiva de la Hermandad, "ya llevábamos siete años mareando con que nos dejarán entrar". De hecho, ambas bromeaban con sus padres sobre que "nos íbamos a colar en la procesión". Aunque ambas coinciden en que si hubiera sido decisión del presidente de la Hermandad, Rufo Martínez, "se hubiera producido muchísimo antes". De hecho, en 2009, con Jesús Paya como presidente, una veintena de votos de diferencia denegó la entrada de mujeres a la Hermandad del Cristo de las Injurias, y no fue hasta mayo de 2018 cuando "el rapapolvo", que el fallecido obispo de Zamora Gregorio Martínez daba a todas las cofradías zamoranas que aún no admitían mujeres, lo que desencadenó la modificación real de los estatutos del Silencio, si bien Rufo Martínez ya había prometido la modificación tras su reelección.
Nervios y a vivirlo con la familia
Pasado el trámite y una pandemia sanitaria mundial, ahora en 2022, noventa mujeres podrán participar de la procesión del Miércoles Santo en Zamora. María José y Sonsoles coinciden en los nervios que en este momento sienten (y aún falta una semana). Las dos zamoranas ya tienen en casa su hábito y María José admite que "en cuanto mi padre lo trajo a casa lo primero que hice fue probármelo". Sonsoles tendrá que esperar para ese momento, ya que trabaja como abogada en Madrid y aún no ha podido venir a Zamora a verlo, pero reconoce que "tengo muchas ganas".
En siete días y si el tiempo lo permite (cosa que no hizo en 2019), la Pasión de Zamora recuperará uno de sus momentos estelares, con la jura del Silencio al Cristo de las Injurias en la plaza de la Catedral de Zamora, y el posterior desfile procesional por su casco viejo. Un momento que a Sonsoles le hace especial ilusión compartir con su hermano, Rufo, y su tía (también llamada Sonsoles), si bien, indica que "es un momento de recogimiento y reflexión para uno mismo". Por su parte, María José vivirá este momento histórico con sus dos pequeños, Lucas y Mateo. Ambos apuntados a la Hermandad "desde que nacieron" y que, por las circunstancias de la pandemia, coincidirán vistiendo el hábito por primera vez junto a su madre. "Ya les tengo concienciados de que no se puede hablar durante el recorrido y que nos tenemos que comunicar por señas", detalla.
Y es que el juramento y la procesión, que se desarrolla en completo silencio por parte de los hermanos, son dos momentos que los devotos aprovechan para reflexionar y hacer conciencia. "Me servirá para pensar lo que ha sido este año, es un momento para ti y para estar en silencio. De dar gracias por lo afortunados que somos, porque tenemos la oportunidad de celebrar la Semana Santa, en la que llevamos muchas esperanzas puestas. Además, Zamora lo necesita", detalla Sonsoles. Por su parte, María José cree que "me emocionaré mucho, es un momento impactante en el que, por fin, voy a poder participar". Aunque también reconoce que estará "muy pendiente de dónde estén mis hijos y de que se comporten". Porque madre se es hasta en el Silencio.
La devoción zamorana: el día lo marcan los pasos
Sonsoles y María José nacieron ya con la impronta de la Semana Santa. La primera, a sus 27 años, es hermana en Las Siete Palabras; también miembro de la Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias, donde, además, empuja el Cristo de la Misericordia siendo la única mujer que lo hace; y procesiona con su madre en la sección de la Virgen de la Soledad desde que tiene tres años. Mientras que María José es la presidenta de la Cofradía de la Virgen de la Esperanza desde hace 17 años, cuando aún era la sección de damas y no una cofradía propia. Este 2022 será su último año al frente de la Presidencia. Ella también promovió, en 2005, el caso contrario al Silencio y es que los hombres pasaran a tener voto en esta Cofradía de la Virgen de la Esperanza, donde eran las mujeres las únicas que podían decidir. Además, procesiona con la Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias, la sección de damas de La Soledad (Cofradía Jesús Nazareno vulgo Congregación), y la Cofradía Santísima Resurrección.
Ambas forman parte de una cofradía desde su nacimiento. Algo muy habitual en Zamora y que ellas mismas perpetúan. Los hijos de María José "están apuntados" en el Silencio desde que nacieron, algo que Sonsoles asegura que hará "si algún día tengo hijos". De hecho, la joven abogada enseñará este año a su pareja (de Madrid) la Semana Santa de Zamora, por primera vez, "para ver si se anima a hacerse hermano", bromea. "Le he advertido que en todas las casas de Zamora no se vive como en la nuestra, que es Semana Santa todo el año, pero sí le explico que es algo que los zamoranos llevan con mucha intensidad, que se espera con mucha ilusión todo el año, porque es un momento también para el reencuentro con amigos y familia", detalla Sonsoles.
Y es que, durante la Semana Santa, "el día lo marcan los pasos", explica la joven abogada. "Entiendo que para el de fuera es un poco jaleo, pero yo tengo en la cabeza cada día qué procesión sale y el recorrido que tiene", añade. Zamora se vuelca con su Pasión y la vida pasa a girar en torno a las procesiones, incluso meses antes. Entregas de medallas, recogidas de cordones, triduos y traslados ya empiezan a poner los nervios en las tripas de los zamoranos. Y luego, como explica Sonsoles, "no es tanta locura como en Sevilla, por ejemplo, no hay tantas hermandades a la vez en la calle desde el primer día. Desde el traslado del Nazareno se van acelerando las cosas. Va pasando el lunes, el martes, y ya pasas solo por casa para ducharte y dormir. En estos días, se compra mucho embutido y pan, y cada uno ya sabe que pueden coger y comer", detalla.
Y es que, precisamente las meriendas, las paradas y las esperas previas al inicio de los desfiles, son parte de ese arraigo a la Pasión de Zamora. Para Sonsoles, la Semana Santa de Zamora "es un momento que nos mantiene unidos aunque estemos lejos el resto del año". A nadie se les escapa que la marcha de miles de zamoranos es una realidad latente, pero la Semana Santa perdura, y lo hace porque "es una manera de seguir manteniendo el vínculo con Zamora y su gente, por eso también sigues en las hermandades y la gente joven se apunta aunque no viva aquí, porque nos mantiene unidos con la ciudad y con los nuestros".