La última reforma de la ley de salud sexual y reproductiva y de interrupción voluntaria del embarazo asegura el derecho a las mujeres de poder interrumpir su embarazo a través de el servicio de salud pública de su comunidad. Esta modificación, impulsada por el Ministerio de Igualdad que dirige Irene Montero indica que estas mujeres podrán hacerlo en el centro hospitalario público más cercano a su lugar de residencia, para evitar los largos desplazamientos que actualmente se dan en muchas comunidades autónomas, como es el caso de Castilla y León.
Actualmente en la Comunidad, solo el Hospital de Burgos y el de Aranda de Duero (Burgos) ofrecen este servicio en el mismo centro hospitalario de forma gratuita. Y para el resto de mujeres del territorio, la única opción amparada por el Sacyl gratuitamente se hace a través de un concierto privado en la Clínica Ginecológica Ginemédica de Valladolid capital, y ya fuera de la Comunidad, con otras de Madrid. A mayores otros dos centros privados en León (Centro Ginecológico Buenavista) y Salamanca (Clínica Multimédica Centro) están autorizados por la Junta de Castilla y León para esta práctica, pero con coste.
Por lo tanto, bajo la tesitura actual, cualquier mujer de la Comunidad que quiera interrumpir su embarazo de forma voluntaria se ve obligada a desplazarse a la capital vallisoletana, Madrid o en algunos casos a Aranda para poder hacerlo de forma gratuita, de lo contrario, los precios en Salamanca o León rondan los 400 euros.
Meses antes de esta reforma, el Gobierno de España modificó el Código Penal el pasado mes de abril para tipificar como delito los actos de acoso sobre las mujeres que acuden precisamente a este tipo de clínicas para realizar la IVE. Tras las enmiendas, el texto final detallaba como delito "los actos molestos, ofensivos, intimidatorios o coactivos que menoscaben" la libertad de decisión de dichas mujeres. Ya que con anterioridad algunos grupos antiabortistas las habían interpelado directamente, con gritos, entregándoles fotografías o documentos, o incluso, en algunos casos zarandeándolas o similares.
Este detalle de tipificar como delito solo los actos "intimidatorios, molestos u ofensivos" deja la puerta abierta a que grupos de este tipo aún puedan mantenerse frente a la puerta de dichas clínicas. Es el caso de la formación 40 días por la vida, una organización internacional que se define "provida y sin ánimo de lucro". Este grupo, con presencia en multitud de provincias, incluida Valladolid, tiene instaurada toda una estricta normativa sobre el comportamiento de sus voluntarios para evitar toparse con la nueva modificación de la ley.
12 de horas de rezos frente a las clínicas
Según la información recabada por EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León, esta organización tiene establecido un horario de 09.00 horas a 20.00 horas de presencia ininterrumpida de sus voluntarios frente a cada clínica, donde practican rezos y ayuno de "forma pacífica" por turnos. Todos sus miembros tienen prohibido interactuar directamente con las mujeres o profesionales sanitarios que entran o salen de las clínicas, y solo tienen autorizado llevar un cartel que diga: "No estás sola, podemos ayudarte". Anterior a la modificación de la ley, sí mostraban mensajes contra el aborto o interpelaciones del tipo: "Rezamos por ti y por tu hijo".
También tienen inculcada la no respuesta a cualquier "agresión verbal o física" que puedan recibir por parte de otros viandantes, en su decálogo de prácticas. Se les prohíbe responder, y de mantenerse la situación tienen orden de "llamar a la Policía y grabar con el móvil lo sucedido". También se les indica en el mismo manual, que si las Fuerzas de Seguridad acuden y se les pide identificación tiene que preguntar el motivo, pero "colaborar y dárselo". Igualmente su normativa les indica que si un agente les pide que abandonen la zona "sean amables, pero cuestionen por qué y pregunten qué se está haciendo mal y cómo debemos actuar". Eso sí, para evitar cualquier enfrentamiento, si las Fuerzas de Seguridad insistieran en su marcha, se dé aviso a sus "capitanes" y obedezcan a los agentes.
Y así precisamente se está procediendo a las puertas de la única clínica concertada y gratuita de Castilla y León: Ginemédica, que se ubica en la calle San José en la capital vallisoletana. Los voluntarios de 40 días por la vida de Valladolid se colocan justo enfrente de la puerta de acceso, en una vía de un solo carril, donde apenas les separan unos metros, y ahí dedican 12 horas diarias a su "rezo pacífico".
Separados por una calzada, desarrollan su vigilia donde dicen rezar por "los bebés, las mamás, los papás, los poderes públicos y por los que trabajan en estas clínicas". Para estos miembros, esta liturgia en plena calle sirve para "salvar vidas, así se lo pedimos al Señor para que haga el resto". Y es que, para 40 días por la vida el aborto "es una batalla espiritual, un demonio que combatimos de este modo".
¿Salvación?
Por ello, el pasado martes 11 de octubre estos voluntarios de Valladolid celebraban como una absoluta victoria la decisión de una joven de 24 años, procedente de un pueblo de Zamora, que había acudido a la Clínica Ginemédica para interrumpir su embarazo. Según su relato, esta mujer había acudido por tercera vez al centro médico vallisoletano con la intención de poner fin a su embarazo y, acompañada por su madre en esta ocasión, había decidido continuar con la gestación y no abortar.
Todo "gracias al rezo, ayuno y presencia" de 40 días por la vida frente a Ginemédica, según cuenta la voluntaria presente en ese momento. En concreto, Dely, que así se llama la voluntaria en cuestión, asegura que se encontraba realizando la vigila habitual a las 9 de la mañana, "con el rosario en la mano visible, el cartel de la campaña y rezando con toda mi fe".
Cuando observó a dos mujeres que se pararon frente a la puerta de la clínica, tras unos momentos de duda entraron a la misma. A la salida de estas mujeres, Dely cuenta que la más joven "salía llorando" y que ambas la miraron mientras ella se "aferraba con fuerza al rosario". En ese momento, las mujeres cruzaron la calle, hacia el parquímetro que se encuentra muy cerca de donde los voluntarios rezan, y la voluntaria relata que la mujer de más edad le decía a la joven "yo te voy a ayudar a cuidarlo". Acto seguido ambas "miran y sonríen" a esta voluntaria. Algo que le provocó "un vuelco al corazón, pero como ellas no me dijeron nada, me limité a devolverles la sonrisa intentando transmitirles paz", antes de que se fueran.
El momento más sorpresivo llega cuando Dely asegura que la mujer de más edad regresaba hacia ella para decirle: "Vengo a darte las gracias, porque mi hija ha decidido no abortar". Tras esto, "nos fundimos en un abrazo y empezamos a llorar", y la mujer prosigue detallando a la voluntaria que lleva semanas rezando por su hija y porque cambiara su decisión de interrumpir su embarazo. Como finalmente sucedía.
Al parecer, la joven de 24 años no quería proseguir con su gestación "por miedo al parto y a la reacción de su padre". Aparte de su madre, la pareja de la joven también animaba a la mujer a continuar con el embarazo, que ya alcanzaba la semana 13, casi al límite de lo permitido por la ley (14 semanas) para hacerlo sin motivos médicos. Finalmente, la joven también se acerca a las voluntarias y estas reaccionan "besándola y felicitándola". Siempre según la versión de 40 días por la vida, es la propia joven quien relata que en sus dos visitas anteriores a Ginemédica había visto a estas voluntarias rezar enfrente y eso la había hecho frenar su decisión inicial.
Ahora, las voluntarias (quienes no han querido revelar su identidad por su propia protección) aseguran que la joven está "firmemente decidida a continuar" y ellas le aseguran que "Dios la bendecirá por haber dicho sí a la vida de su bebé". Por ello, 40 días por la vida de Valladolid le han informado sobre Red Madre. Una fundación que asegura ofrecer ayudas y asesoramiento a mujeres con bajos recursos, que han decidido continuar con sus embarazos. En su web relatan que reciben material infantil "donados por empresas u otras organizaciones", que entregan entre las mujeres que acuden a ellos.
¿Acoso?
En el otro lado de este bucólico relato de salvación, existe también una mirada crítica sobre esta historia. Donde 40 días por la vida habla de "gozo y alegría por haber salvado una vida", otros sectores como Médicos sin Fronteras o Médicos por el Mundo alertan sobre cómo obligar o inducir a una mujer a convertirse en madre cercena buena parte de su independencia, tanto personal como económicamente como ser humano. Ambas organizaciones insisten en lo fundamental que es que existan recursos de planificación familiar como la interrupción voluntaria que, sin estigma y respetuosamente, permita a las mujeres decidir si continúan o no con sus embarazos.
La vicepresidenta del Foro Feminista de Castilla y León, Nina Infante, también coincide en que la ley tiene que proteger el poder de las mujeres "a tener los proyectos de vida que deseen y como lo deseen". Y cree que este tipo de acciones, como las de 40 días por la vida, "lo están impidiendo". Aunque el ideario de esta asociación religiosa insiste a sus miembros a no tener contacto directo con las mujeres que acceden a la clínica, lo cierto es que "es imposible que estas no los vean ni los oigan" a los escasos metros de distancia que separan una acera de otra.
Algo que, según apunta la representante del Foro Feminista de Castilla y León sí ejerce presión a quienes acuden a este u otros centros. "Bastante tienes tú con tomar esa decisión, que no es fácil, que se duda hasta el final, que piensas en mil alternativas, que te enfrentas al estigma social aún existente, que te obliga a plantearte si abandonar tu vida como la conocías, como para encima encontrarte con esto en la acera de enfrente", relata Nina Infante, que vivió en sus propias carnes una situación similar.
Para la vicepresidenta del Foro Feminista de Castilla y León, se trata de un "condicionamiento que está impidiendo el ejercicio de un derecho que me otorga la ley". Una situación que cree no será nada beneficiosa ni para una futura madre ni para su hijo. Nina Infante recuerda otros casos en los que las madres que querían abortar, pero se lo impiden del modo que sea, acaban ejerciendo "una crianza obligada, amargadas, con un cambio de vida que condiciona tu propia autonomía personal".