Castilla y León

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Sociedad

Vence al alcohol en la batalla más dura de su vida

15 noviembre, 2018 16:34

“Cuando empecé a meterme con los muebles supe que era el momento de dejar de beber”, aseguró Graham Coxon, cantautor inglés conocido por el ser el guitarrista de la banda musical mundialmente aclamada y llamada Blur, que deja a las claras la dureza de una enfermedad que afecta a millones de personas en todo el mundo.

En este 15 de noviembre de 2018, Día Mundial Sin Alcohol, les traemos un testimonio duro, el de un hombre de 49 años que a punto estuvo de perderlo todo a consecuencia de una droga dañina y muy traicionera. Y es lo segundo porque muchos no son conscientes aún de los problemas que puede ocasionar en cualquier ser humano y la dependencia que puede crear un abuso indiscriminado del alcohol, como nos cuenta G.V.A.

Para ayudar a las personas que se encuentran metidas en este profundo hoyo hablamos también con Julián Rodríguez Peña, presidente de ARVA (Asociación de Alcohólicos Rehabilitados de Valladolid), una institución ubicada en la calle Celtas Cortos y en el barrio de Las Delicias que lleva desde 1973 trabajando codo con codo con unas personas que merecen una segunda oportunidad y empezar una vida nueva desde cero.

Desde pequeñito

Comencé a beber muy pronto, con 14 o 15 años, y desde entonces mi vida ha estado ligada al alcohol. Siempre quise ser el que más gracias e idioteces hacía del grupo después de ser el que más cubatas se había bebido”, nos cuenta el protagonista de esta historia, que guarda su identidad no por vergüenza sino porque le pueda afectar su pasado en el futuro, hablando del mercado laboral.

Hijo único y huérfano de padre desde los diez años, G.V.A. entró en el internado con 15. Con una madre “a la que no dio muy buena juventud”, como reconoce en declaraciones a NoticiasCyL, no duda en afirmar que “ha llegado a beber entre 10 y 14 cubatas de miércoles a domingo en su etapa como estudiante”.

Este varón de 49 años comenzaba sus borracheras “con cerveza” para “rematar con cubatas en pubs y discotecas” pero añade que cuando comenzó a trabajar “incorporó el vino” a un peligroso cóctel que siempre se repetía “con compañía y en celebración” nunca solo en casa.

Sin vida familiar ni social

Tras encontrar trabajo como arquitecto técnico en Valladolid, su vida “se convirtió en un tiovivo”. Varias alcoholemias, idas y venidas de parejas y grandes ingestas de alcohol de jueves a domingo que a punto estuvieron de “costarle el trabajo debido a las ausencias de los viernes por las resacas” con comidas de trabajo que se transformaban en fiestas personales los jueves.

La vida familiar de G.V.A. se redujo a cenizas y a “ver a su madre una vez a la semana y casi obligado”, cuando no era para “pedirle más dinero” para seguir atiborrándose con bebidas varias. En cuanto a los amigos, las borracheras lo acababan estropeando todo y nuestro protagonista acababa, como el mismo reconoce, convirtiéndose en “el tonto de la fiesta diciendo cosas sin sentido y medio tirado”.

“El alcohol me llevó a consumir drogas y de ahí a consumir también prostitución. Todo era una rueda. Desde joven estuve metido en este mundo de drogas y alcohol, aproximadamente desde los 18 años y hasta los 47. Un mundo de subidas y bajadas para olvidar, la mayoría de las veces con problemas”, nos confiesa.

Hace dos años tocó fondo “tras varias condenas por alcoholemia de 10 y 20 meses” que le impedían conducir y que le tocaron también el bolsillo. Ahí fue cuando este arquitecto técnico decidió acudir a ARVA (Asociación de Alcohólicos Rehabilitados de Valladolid) por su madre y pareja para poner fin a una situación que podía haber acabado con su vida.

Un rayo de luz gracias a ARVA

“El objetivo de ARVA pasa por recuperar a personas para la sociedad. Se intenta hacer ver a hombres y mujeres que tienen virtudes y valores ya que cuando llega hasta nosotros un enfermo tiene la autoestima muy baja. Les damos herramientas para hacer frente a la vida cotidiana sin que tengan la necesidad de tomar alcohol para hacerlo”, nos cuenta Julián Rodríguez Peña, presidente de la Asociación de Alcohólicos Rehabilitados de Valladolid, ubicada en el barrio de Las Delicias y que lleva desde 1973 ayudando a personas que pasan por un problema cada vez más frecuente en nuestra sociedad.

Julián Rodríguez Peña, presidente de ARVA.

La cabeza más visible de esta institución nos cuenta que “en la mayoría de las ocasiones detrás del problema hay una falta de madurez o de autoestima, que surge del creer que uno no sirve”. “Cuando se toman una copa y son capaces de habar con el profesor, el jefe o una chica desde edades tempranas y normalizan la situación es cuando comienza el problema”, señala Julián Rodríguez Peña.

El presidente de la asociación nos confiesa además, siendo sumamente franco, que la “rehabilitación del individuo finaliza cuando termina la vida física de dicha persona” y esta no tiene la capacidad de volver a beber”, además añade que para evitar recaídas es “sumamente importante no perder el contacto con la institución” que preside.

Asociación que G.V.A. conocía hace años y a la que fue de la mano de su madre y pareja “cuando vio la cuerda demasiado tensa”. Si no lo hacía acabaría perdiendo a esas dos personas tan importantes en su vida, nos susurra.

Una vida feliz sin alcohol 

“ARVA es un lugar donde los enfermos nos podemos reunir, cambiar impresiones y donde, según la forma de trabajo que ponen en marcha, puede cambiar la vida para bien de muchos enfermos, pero, una cosa muy importante, estos tienen que querer. Con el que no quiere o no asume su enfermedad, poco puede hacer la Asociación”, añade el vallisoletano.

Además, nos cuenta las fases por las que se pasa en este proceso de rehabilitación con la acogida de los enfermos veteranos, el reconocimiento de la enfermedad y la terapia grupal y voluntaria donde comienza el camino a una vida nueva, en la que el alcohol no va a ser el protagonista.

G.V.A., tras dos años de tratamiento, asegura que “está en el periodo inicial de su recuperación y que aún le queda un largo camino por recorrer. Sin embargo, añade que lleva una vida completamente distinta y a mejor porque “está orgulloso de su estado actual” conseguido con “paciencia y esfuerzo” y también por lograr que “las caras de sus seres queridos estén ahora felices”.

“Quiero seguir como estoy ahora mismo y mantener este estado durante el resto de mi vida. Lo demás he comprobado que viene solo”, nos cuenta este hombre, valiente y con raza, que ha conseguido salir del hoyo más profundo y oscuro para sentirse una persona válida de nuevo dentro una sociedad que lucha por acabar con una adicción tan cruel y voraz como es el alcoholismo.