El autor del brutal tiroteo mortal en un bar de Castrillo-Tejeriego llega a un acuerdo para asumir casi 30 años
El autor del tirote registrado en agosto de 2018 en un bar de Castrillo-Tejeriego (Valladolid), donde armado con una escopeta acabó con la vida de un cliente y dejó malheridos a otros tres, ha llegado a un acuerdo con las acusaciones para asumir una condena de casi 30 años, en lugar de los 41 inicialmente solicitados por la Fiscalía.
El acuerdo de última hora evitará la celebración del juicio con jurado prevista a partir de este miércoles y viene motivado por el deseo de la familia de la víctima mortal y del propio encausado de no reproducir durante días de vista oral unos trágicos hechos que no harían otra cosa que causar aún más dolor a los implicados.
Así, el autor del tiroteo se ha conformado con penas que suman veintinueve años y nueve meses de cárcel, junto con distintas medidas de alejamiento y comunicación respecto de las víctimas y la prohibición de acercarse a Castrillo y Valladolid capital, junto con indemnizaciones--las mismas que pedía la acusación pública--que superan los 320.000 euros, de ellos 275.000 para la viuda y dos hijos de 11 y 12 años del fallecido, según pudo saber Europa Press en fuentes del caso.
Sin embargo, la Sección Segunda de lo Penal sí celebrará este miércoles una breve vista, a partir de las 09.30 horas, en la que el encausado se limitará a ratificar la sentencia de conformidad ya alcanzada.
Atendiendo a la petición que antes del pacto recogía el escrito del fiscal, Manuel M.B, vecino de Valladolid, se exponía inicialmente a una condena global de cuarenta y un años y tres meses de cárcel por un delito de asesinato, otro de asesinato intentado, dos de lesiones y uno de amenazas, con la atenuante analógica por consumo de drogas y la agravante de alevosía.
Junto a la citada pena privativa de libertad, la acusación pública solicitaba inicialmente la prohibición del acusado de acercarse a Castrillo y los domicilios de las víctimas y sus familiares y el pago de las ya citadas indemnizaciones.
Por su parte, la acusación particular que representa a la viuda y dos hijos de la víctima mortal pedía también 25 años por asesinato, mientras que la segunda, en representación de los tres lesionados, interesaba 14 años por la tentiva de asesinato y cinco por cada uno de los dos de lesiones.
Los hechos se produjeron la noche del 19 de agosto de 2018 en el bar 'Mirabel' de Castrillo-Tejeriego, establecimiento donde el ya condenado, vecino de Valladolid y quien pasaba unos días en casa de sus padres en dicha localidad, la emprendió a tiros con la clientela por motivos que la acusación pública no acaba de concretar en su escrito de calificación.
Esa noche, sobre las 00.00 horas, el asesino, a quien se reconoce una atenuación leve del control de su voluntad fruto de un historial de consumo repetido de alcohol y cocaína, se presentó en el bar acompañado de un amigo y coincidió allí, unas dos horas más tarde, con un grupo de unas nueve o diez personas entre las que, a la postre, se hallaban sus víctimas.
A lo largo de la noche los clientes fueron abandonando el local, donde el condenado permaneció en la barra tomando alcohol y consumiendo, al menos en dos ocasiones, cocaína, hasta que en un momento dado y sin razón aparente Manuel M.B. salió de forma precipitada, se subió a su coche y regresó a casa de sus padres, donde al grito de "¡lo mato, lo mato!", cogió una de las cuatro escopetas para las que tenía licencia y regresó al escenario donde minutos después se desató la tragedia.
Fue al entrar en el local cuando levantó la escopeta en el umbral de la puerta y sin decir palabra alguna, a metro y medio de distancia de su primera víctima, descerrajó dos disparos que impactaron de lleno en Félix C.M, que murió en el acto fruto de los perdigones que le alcanzaron al abdomen y la cabeza. Tenía 46 años.
Otros dos de los clientes del bar, Damián A. y Normando José D, resultaron heridos como consecuencia de la dispersión de los perdigones de los cartuchos que segundos antes habían segado la vida de su amigo.
Una súplica y un ejercicio de reflejos
Acto seguido, el asesino se giró a la derecha y apuntó a un tercero, Rubén V, quien milagrosamente salvó su vida al suplicar que no le matara.
El portador de la escopeta eligió entonces otra pieza, esta vez el propietario del bar, Jesús C, quien se encontraba tras la barra y que, de forma instintiva y en un ejercicio de reflejos, se arrojó al suelo y consiguió evitar el impacto de lleno de un nuevo disparo que, sin embargo, sí le alcanzó en el hombro izquierdo.
Tras el tiroteo, el autor del tiroteto se subió a su coche y se desplazó hasta Valladolid, en cuyo trayecto se deshizo del teléfono móvil y del arma del crimen, que no ha sido hallada, y una vez en la capital se detuvo para retirar dinero de un cajero automático y se presentó en una casa de citas en la calle Luna donde, pese a lo que había ocurrido en el pueblo de sus padres, mantuvo relaciones sexuales y consumió más bebidas alcohólicas y cocaína.
La detención se produjo sobre las 10.00 horas de ese mismo día cuando el condenado se encontraba en la calle Arca Real, en las inmediaciones de su domicilio, momento en el que la policía le ocupó un envoltorio con 0,39 gramos de cocaína y un tubo de plástico con otros 0,05 gramos de la misma sustancia.