Setas con efecto antiviral
DAVID HERRERO / ICAL
Más del 85 por ciento de las setas recogidas en el bosque y las praderas de la flora forestal posee un destacado efecto antiviral, según los últimos estudios que ha realizado la Cátedra de Micología de la Universidad de Valladolid (UVa), con sede en la capital palentina, dirigida por Juan Andrés Oria de Rueda. Los hongos suministran gran cantidad de biomoléculas antivirales, es decir “sustancias activas que impiden la replicación de los virus y fortaleciendo el sistema inmunitario”.
Estos efectos característicos de un “superalimento” copan mayor protagonismo en el actual contexto de la crisis sanitaria por COVID-19, de la mano de una campaña otoñal micológica en Palencia que se presenta “muy positiva” en la mayor parte del territorio, sobre todo en las áreas montañosas de su mitad septentrional, gracias a las condiciones apropiadas del tiempo actual, así como las del verano y primavera.
En ese sentido, hay zonas de la provincia donde se observan brotes con elevadas producciones, según confirman a la Agencia Ical desde la Cátedra de Micología. A partir de la red de parcelas de seguimiento de diversidad y producción de setas en Palencia, subrayan las buenas perspectivas de la temporada, debido a las precipitaciones recibidas en los últimos días y el brusco bajón de temperaturas tras días de calor, algo “muy importante para el brote micológico”.
“La abundancia de lluvias es necesaria para el brote abundante de hongos, pero la estructura de la vegetación y la gestión forestal y ganadera inciden poderosamente, así como la periodicidad en las cosechas”, apunta el director de la Cátedra, Juan Andrés Oria de Rueda. De esa forma, en Castilla y León se están recogiendo gran cantidad de Boletus en las provincias de Burgos, Soria y León, así como en la Montaña Palentina, destaca.
Por su parte, en la provincia palentina, gracias a las tormentas y chaparrones estivales, ya pudieron encontrarse cantidades elevadas de setas como galampernas, champiñones y diversos hongos de praderas, así como algunas clases de trufas y Boletus. También en las riberas y alamedas han proliferado las setas de álamo o volvarielas. Además, traslada que “ya se encuentran especies más apreciadas como las setas de cardo en las cañadas y eriales y diversos hongos de los pinares, sobre todo en la mitad septentrional de la provincia”.
Setas antivirales
Los hongos no solamente gozan de ser un objeto de deseo gastronómico y comercial del más alto nivel, dado que las setas comestibles y medicinales, tanto silvestres como cultivadas, “constituyen unos importantes superalimentos, con numerosas sustancias saludables para la alimentación humana y animal”, afirma.
Detalla que “suministran gran cantidad de biomoléculas antivirales”, es decir “sustancias activas que impiden la replicación de los virus y fortaleciendo el sistema inmunitario”, asegura Oria de Rueda. Hongos comestibles conocidos España como las setas de cardo y de chopo, Boletus, nícalos o rovellons, champiñones, trufas o galampernas poseen “demostrada acción contra diversos virus”.
Además, reconoce que se da el caso de que setas muy tóxicas incluyen potentes moléculas antivíricas, pero que “en ningún caso pueden consumirse directamente pues son mortales”. En esos casos poseen sustancias medicinales “excesivamente concentradas para la salud humana, aunque haya animales como las babosas, ardillas o ciervos que las consumen habitualmente”. Por eso, recalca que “no pueden consumirse setas de las que no se esté completamente seguro”, de ahí la necesidad de preguntar en asociaciones micológicas, escuelas o farmacias para evitar intoxicaciones.
El ingeniero forestal puntualiza que el potencial farmacológico de los hongos “es más alto como consecuencia de la mayor radiación, las elevadas temperaturas y el ambiente seco y luminoso”. De esa forma, en los claros del bosque y montes ralos, donde se realizan aprovechamientos de corcho, resina o pastos, “no solo se producen más y mejores setas comestibles, sino que contienen mayor carga antiviral y valor nutricional y saludable”, apostilla.
Zonas de recogida
Por zonas, desde la Cátedra de Micología detallan que en los prados, pastizales y cañadas se pueden localizar setas de cardo (Pleurotus eryngii), Champiñones (Agaricus campestris),galampernas ( Macrolepiota procera), barbudas (Coprinus comatus), setas del vino (Stropharia coronilla) o setas de caña (Melanoleuca melaleuca).
En las riberas se pueden hallar Pleurotus ostreatus y Agrocybe aegerita, mientras que en los encinares son comunes las Lepista nuda, Hygrophorus russula y el Boletus aereus. No obstante, alertan que en el Cerrato se están viendo Boletus lupinus en gran cantidad, de poros rojos, que “no son comestibles y producen problemas gastrointestinales”.
Respecto a los robledales, son comunes los Boletus aereus, Boletus reticulatus, Amanita caesarea y la Amanita rubescens; en los pinares, Boletus pinicola, Boletus edulis, Suillus granulatus (mocosines), carboneras (Tricholoma portentosum), negrillas (Tricholoma terreum) y Lactarius deliciosus; y en hayedos, se hallan Boletus edulis, Cantharellus cibarius o Craterellus cornucopioides, entre otras.