Imagen5

Imagen5

Sociedad

Tomás Rufo: “Veni, vidi, venci”

12 septiembre, 2021 10:16

Segunda corrida de feria de la Virgen de San Lorenzo. Tres cuartos de entrada conforme al aforo permitido, en tarde encapotada pero de muy agradable temperatura. Sonó el Himno Nacional antes de romperse el paseíllo como ya viene siendo habitual en los cosos de la geografía española.

Tarde bonita y emocionante la vivida en el coso del Paseo Zorrilla en la que un torero, Tomás Rufo, de blanco y oro como mandan los cánones, ha entrado por la puerta grande en el escalafón de los matadores de toros, adueñándose de la tarde tras dos faenas tan rotundas como distintas a cada de uno de sus toros. Gran tarde de toros de El Juli, una más, que actuó de padrino, y de un Manzanares, que lo hizo de testigo, que estuvo a gran altura.

Se lidiaron toros de las afamadas ganaderías de Domingo Hernández y Garcigrande, con mismo origen, mismo encaste. Bien presentados en líneas generales, de juego desigual, pero nobles en su embestida, destacando el primero por su movilidad, transmisión y clase por ambos pitones, cuya lidia y muerte correspondió al toricantano, a la postre, triunfador absoluto de la tarde.

Su nombre, Campanario, colorado, capirote, ojo de perdiz, bociblanco y con un peso en la romana de 530 kg. Un toro precioso, armónico, bien hecho, y con hechuras de embestir, y vaya que si lo hizo. Fue recibido con el capote por Tomás Rufo por verónicas echándole los vuelos del capote con una suavidad y un temple digno de un torero con veinte de años de alternativa a las espaldas, para posteriormente rematarlo con una media de ensueño, todo ello impregnado de mucho gusto, sentimiento y torería. Derribó el toro al caballo. 

No perdonó el diestro toledano el quite y le instrumentó unas gaoneras recibiendo la ovación del respetable. A continuación, tuvo lugar la ceremonia de alternativa, en la que Julián López El Juli le cedió los trastos de matar en presencia del alicantino José María Manzanares. Brindó a su padre fundiéndose ambos en un emotivo abrazo.

A partir de este momento, todo lo que hizo el toledano estuvo impregnado de gusto y torería, demostrando una seguridad y tranquilidad pasmosa ante la cara del toro en, quizás, la tarde más importante de su vida. El inicio de faena doblándose con el toro por abajo estuvo lleno de temple y de suavidad, así como las tandas posteriores tanto por el pitón izquierdo como por el derecho, poniendo al público de pie. Temple y suavidad en el manejo de los engaños era lo que pedía el toro ya que no estaba sobrado de fuerzas, y eso fue lo que se encontró en las manos del nuevo matador de toros, lo que ayudó al toro a venirse arriba y sacar el fondo de casta y bravura que tenía, dándole sus tiempos y sus pausas. Los naturales fueron de ensueño, largos, templados y por abajo, lo que provocó el clamor de público. Cuadró al toro y se fue detrás de la espada con todo el pecho, recetando un estoconazo. Dos orejas pedidas con fuerza. Gran dimensión de Tomás Rufo ante un toro que descubre a los malos toreros. 

Se lidió en segundo lugar, Habichuela, marcado con el hierro de Domingo Hernández, negro de capa, con un peso de 553 kg, soso, y con mucha nobleza, con el cual El Juli no se llegó a acoplar en el saludo capotero. 

Posteriormente le citó por verónicas y tras la pelea en varas, brindó al público. Estuvo muy por encima el torero, llevando a cabo una faena por ambos pitones y llenas de temple y suavidad en el manejo de las telas, dándole también sus tiempos al toro. Ya en las postrimerías de la faena, se metió en los terrenos del burel llegando mucho al público, para arrancarle una oreja tras un pinchazo, estocada y descabello.

En tercer lugar, saltó a la plaza un toro del hierro de Garcigrande, castaño, capirote, listón con un peso de 574 kg, al que los corrales de la plaza de toros le era familiar dado que había estado de sobrero en la corrida de junio. Toro grande, algo bastote que no puso las cosas fáciles al torero de Alicante. Faena a media altura que en algún momento de la misma hizo concebir esperanzas por el pitón izquierdo, pero el toro, mansurrón, se acabó por no entregar, rematando la faena Manzanares en la misma puerta de toriles. Silencio.

Se lidió en cuarto lugar, recuperando el orden normal de la lidia, un toro de nombre Provocador, con un peso en la báscula de 521 kg, castaño, capirote y listón, con el cual El Juli estuvo en Maestro. El toro a principio de la faena de muleta echaba la cara arriba, sin clase alguna en su embestida, con las manos por delante bien por su propia condición o bien porque andaba justo de fuerzas, pero lo cierto es que se encontró con un torero de cabeza privilegiada, con una técnica depurada y con un valor inmenso, que a base de consentir, de templar en unos momentos de la faena y de tirar de él en otros, de llevarle cosido en la muleta, consiguió tandas de notable enjundia y de mucho mérito. Acabó metiéndose en la cara del toro una vez más, y tras una estocada con su forma característica de ejecutar la suerte cortó dos orejas.

En quinto lugar, se lidió a Camarero, un toro negro con un peso de 527 kg, del hierro de Domingo Hernández. Fue recibido por Manzanares con una larga cambiada de rodillas seguida de verónicas por ambos pitones. Se desmonteró la cuadrilla del alicantino en banderillas. Más en Manzanares estuvo con este segundo toro que le correspondió en suerte y que le ayudó mucho más. Pronto en el cite, con movilidad y con transmisión acudía a las telas con fijeza y humillando cuando le bajaba la mano. Y de esa forma se desarrolló los primeros compases de la faena de muleta por el pitón derecho consiguiendo en tres tandas arrancar los olés del público. Por el pitón izquierdo, el diestro alicantino estuvo sensacional, dándole sitio al toro y rematando en algunos naturales por debajo de la pala del pitón. Fue alternando tandas por ambos pitones de gran enjundia echándole los vuelos de la muleta y llevando al toro hasta detrás de la cadera. Gran toro el de Domingo Hernández. Mató de estocada desprendida. Oreja.

Y en último lugar, se lidió Raspón, negro, de 536 kg en la romana, del hierro de Domingo Hernández. Sin duda el más peligroso del encierro, pero enfrente tuvo a un torero hecho un tío. Si en el primero sacó su versión de torero clásico y de gusto, en este segundo demostró que es un torero con dos cojones y capaz, muy capaz. Saludaron también los rehileteros en banderillas. Inició la faena de forma muy torera y con mucho empaque el toledano que hizo concebir esperanzas en el público, pero enseguida el toro se agarró al suelo, y ahí apareció la versión de torero capaz de Tomás Rufo, poniéndose de verdad, cruzándose al pitón contrario y siendo consciente del día de hoy, con las cámaras de televisión, se pegó un arrimón de forma que fue aparatosamente cogido y volteado cayendo al suelo, como diría el Faraón de Camas, “mu malamente”. Se levantó y se puso de nuevo en la cara del toro sin importarle la paliza que llevaba encima. Mató de estocada. Dos orejas pedidas con fuerza. Gran dimensión la del toricantano que le espera un futuro de muchas tardes de gloria.

A modo anecdótico, no sólo nos deleitó con su presencia las cámaras de Canal Toros, sino también una representación de cuarenta miembros de la Federación de Peñas de La Coruña que viajaron hasta nuestra ciudad en autobús, motivados por Santiago Castro Luguillano, donde el que fuera matador de toros de Mojados tiene gran cantidad de amigos y seguidores en aquellas tierras gallegas.