Una de las familias más poderosas y destacadas de España, más allá de la Familia Real, es, sin lugar a dudas, la formada por los integrantes de la Casa de Alba, una casa nobiliaria considerada la principal estirpe de la nobleza española y cuyos orígenes se remontan a la época de la corona de Castilla en el siglo XIV.
Desde entonces, el clan aristocrático ha tenido tiempo más que suficiente para engrosar un rico, valioso y ostentoso patrimonio, que ha ido pasando de generación en generación y que, a lo largo de su historia, ha albergado múltiples propiedades de gran trascendencia turística y cultural.
Muchas de ellas las han ido perdiendo con el paso del tiempo. Pese a ello, el patrimonio de los Alba, hoy gestionado en su mayor parte por el actual duque de Alba y jefe de la casa, Carlos Fitz - James Stuart, sigue dando mucho de qué hablar. Tanto o incluso más que las polémicas que han salpicado a cada uno de sus miembros o las rencillas familiares que separan a varios de los hermanos.
La destacada familia ha contado y sigue contando con múltiples propiedades repartidas a lo largo y ancho de casi toda la geografía española, siendo Castilla y León donde antiguamente se encontraban una buena parte de las construcciones que poseían, incluso antes de la época de Cayetana Fitz-James Stuart, comúnmente conocida como la duquesa de Alba, y hasta de su padre, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó.
La mayoría de ellas se ubicaban en la provincia de Salamanca. Sin embargo, hoy hemos querido centrarnos en la que para ellos era la más importante de las varias que conservaban en Ávila.
Se trata del Palacio de Piedrahita, ubicado en el municipio homónimo y con una apasionante historia que hace que la villa cobre una especial relevancia en la provincia de Ávila. Era una de las residencias estivales del clan hasta que en 1931 fue comprada por el Ayuntamiento. Tras ello, este sufrió un devastador incendio en la época de la Guerra Civil, que, al parecer saqueó el interior, pero no alteró el exterior.
Tal y como confirmó a este periódico el exalcalde del municipio, Federico Martín, pasado un tiempo el Consistorio decidió rehabilitarlo y convertirlo en el colegio público CEIP Gran Duque de Alba. Desde entonces, ha seguido funcionando como tal, aunque también aceptando visitas de turistas, "pues no deja de haber sido un palacio de los duques de Alba".
Y es que, aunque ya han pasado muchos años desde que dejó de formar parte de su patrimonio, lo cierto es que en los últimos años tanto el palacio como la localidad han sido visitadas por algunos de los hijos de doña Cayetana, como Carlos o Cayetano, a sabiendas de que en él varias generaciones de su familia disfrutaron de veranos absolutamente inolvidables.
El Palacio de Piedrahita, de estilo neoclásico, fue levantado en el siglo XVIII por el arquitecto francés Jacques Marquet en el mismo solar donde antiguamente se encontraba el castillo de los Álvarez de Toledo, que, por aquel entonces, estaba, según documentos de la época, completamente en ruinas.
Su construcción, comprendida entre 1755 y 1766, fue ordenada por Fernando de Silva y Álvarez de Toledo, XII duque de Alba, cuyas iniciales aparecen en el dintel de la puerta, y este, además, sirvió como residencia de la nieta de Fernando, María Teresa Cayetana. De hecho, se dice que esta fue quien más utilizó el palacio, invitando a figuras ilustres de las artes y las letras como el pintor Francisco de Goya o el escritor Gaspar Melchor de Jovellanos.
Levantado en lo alto de la localidad abulense, a base de granito fino de color grisáceo azulado y sobre una planta en forma de U, el Palacio de Piedrahita está dotado de dos pabellones adelantados y un cuerpo central que los une, contando todos ellos con tres plantas: sótano, primera y segunda planta.
Este se completa con dos patios, el Patio de Armas ubicado delante de la fachada principal y otro posterior formado por majestuosos jardines de estilo versallesco y adornados con fuentes y hasta un estanque central. Este último hoy funciona como parque municipal.
A su vez, el palacio contaba con la denominada torre del reloj, construida a través de la combinación de piedra y ladrillo, así como con cocinas y caballerizas en el lado izquierdo. Además, estaba rodeado por un recinto amurallado con varias entradas.
Se dice que el proyecto total supuso al entonces duque una inversión de nada más y nada menos que 40 millones de reales.
En 1993 fue declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento pese a su notable deterioro. Y es que, cabe destacar que el Palacio, además del incendio que sufrió durante la Guerra Civil, previamente ya fue dañado por el ejército napoleónico en la Guerra de la Independencia.
Su futuro se atisbaba en el completo abandono. Y así fue, hasta que el Ayuntamiento de Piedrahita decidió comprarlo para darle una segunda vida. Gracias a ello, hoy este palacio histórico está rodeado de un ambiente cargado de movimiento y alegría, propio de la época en la que la Casa de Alba lo utilizaba como su residencia veraniega por excelencia.