La Fuerza. Para cualquier fan de la saga Star Wars, sobra aclarar a qué fuerza nos referimos: sólo hay una, única e inimitable, con mayúscula. Sin embargo, no siempre ha sido exactamente la misma. Supimos por primera vez de ella en 1977, con el estreno de La Guerra de las Galaxias (o Star Wars IV: Una Nueva Esperanza): "Es un campo de energía creado por todas las cosas vivientes. Nos rodea, penetra en nosotros y mantiene unida la galaxia”. Con esta jerga seudocientífica explicaba Ben Kenobi a Luke Skywalker en qué consistía aquel misterio.
Pronto descubríamos que allí había poco, o más bien nada, de ciencia. La Fuerza resultaba ser una especie de cruce entre culto oriental de monjes guerreros y poder paranormal que otorga habilidades extraordinarias a quien lo posee, como la capacidad de mover objetos con la mente, de comunicarse por telepatía o de percibir lo que no puede verse. En una extraña vuelta de tuerca que sorprendió e irritó a no pocos fans de la saga, George Lucas decidió en la segunda trilogía otorgar a la Fuerza un sustrato biológico.
Con la nueva entrega, esperada con ansiedad durante años por los forofos, asistimos ahora a El Despertar de la Fuerza y aprovechamos la ocasión para repasar en qué -si es que en algo- la Fuerza realmente nos acompaña, o podría acompañarnos en el futuro.
Creado por todas las cosas vivientes
La expresión "campo de energía", junto con sus perturbaciones de consecuencias más o menos infortunadas, es moneda habitual en innumerables formas de charlatanería seudocientífica sin ningún apoyo empírico. Pero dejando aparte este reino de las llamadas terapias alternativas, lo cierto es que el concepto de campo sí tiene mucho sentido en el ámbito de las fuerzas físicas.
Un campo magnético es lo que permite que el imán y la puerta de la nevera se atraigan a distancia, y un campo gravitatorio es lo que mantiene a la Luna eternamente bailando alrededor de la Tierra sin que exista ningún contacto entre ambas. Esta fue una de las grandes aportaciones de Albert Einstein: en su teoría de la relatividad general definió el tejido espacio-temporal que permite a la gravedad actuar aparentemente a distancia, una observación que desconcertaba a Isaac Newton. Las masas crean una distorsión en este tejido, una curvatura que es la responsable de que los cuerpos se atraigan.
El "campo de fuerza" es un recurso habitual en el lenguaje de la ciencia ficción y el género fantástico, y Star Wars no iba a ser menos. Un campo de fuerza sirve para capturar naves en forma de rayo tractor, o para formar un escudo invisible que absorbe o repele los proyectiles y los rayos láser disparados por el enemigo. ¿Simple fantasía? Tal vez la tecnología nos reserve alguna sorpresa: el pasado marzo, la compañía Boeing patentó un "método y sistema para atenuación de onda expansiva vía arco electromagnético"; en otras palabras, lo que de toda la vida hemos llamado un campo de fuerza. Éste no protege de los proyectiles o la metralla, pero sí de la onda expansiva de las explosiones. Se basa en un sensor que detecta la explosión y dispara un sistema que calienta el aire hasta formar una especie de pantalla de plasma que desvía o absorbe la fuerza del impacto. No es la Fuerza. Pero es un campo de fuerza.
Nos rodea, mantiene unida la galaxia
La descripción de Obi Wan Kenobi de la Fuerza trae a la mente algunos conceptos físicos. Lo que nos rodea y penetra en nosotros recuerda inevitablemente a los neutrinos, partículas que recibimos del Sol y de fuentes cósmicas y que nos atraviesan sin que nos demos cuenta, a razón de unas 65.000 millones por cada centímetro cuadrado de nuestro cuerpo cada segundo. El motivo de que no notemos este bombardeo constante es que los neutrinos apenas interactúan con el resto de la materia, ya que no tienen carga ni apenas masa. De hecho, la demostración de que los neutrinos sí poseen masa, aunque muy pequeña, ha merecido este año el premio Nobel de Física para el canadiense Arthur B. McDonald y el japonés Takaaki Kajita.
El neutrino es uno de los candidatos para formar un tipo de materia que no podemos ver ni tocar, pero que posee una enorme importancia en el cosmos. Tanta que un 26,8% de toda la masa y energía del universo sería materia oscura, según las estimaciones. Si nos ceñimos solo a la masa, la materia oscura sumaría el 84,5% del total. Es decir, que la inmensa mayoría de toda la materia del universo se compone de algo que aún no conocemos y que es solo hipotético. Pero debe de existir, ya que es la manera de explicar que la masa alcance la cantidad necesaria para justificar el efecto gravitario observado sobre la materia que sí vemos. En otras palabras: la materia oscura es lo que mantiene unido el universo. Como la Fuerza.
Este efecto de la gravedad como aglutinadora puede provocar fenómenos que casi rayan en las increíbles capacidades de la Fuerza. La gravitación es responsable de mantener la masa de un planeta unida en forma esférica. Cuando la Estrella de la Muerte destruía el planeta Alderaan, el rayo debía proporcionar suficiente energía para que los pedazos volaran a velocidad de escape, la que necesita un cohete para despegar de un planeta hacia el espacio. De lo contrario y según Fraser Cain, editor de la página web Universe Today, "La Estrella de la Muerte no aportaría suficiente energía explosiva, el planeta se ahuecaría por un momento, pero después la gravedad colectiva volvería a unirlo todo de nuevo, y entonces el planeta, ligeramente reordenado y probablemente ya deshabitado, seguiría orbitando su estrella".
Permite mover objetos
La cualidad más evidente de La Fuerza a lo largo de toda la saga es su capacidad de potenciar las habilidades humanas hasta lo sobrenatural: percibir sin ver, comunicarse sin hablar, mover sin tocar e incluso estar sin ser, o sea, hacer posible que alguien se aparezca después de muerto. Todos estos superpoderes forman parte de lo que habitualmente englobamos en lo paranormal. Es decir, seudociencia para la que no existe contrastación científica válida, como lo demuestra el hecho de que durante décadas nadie lograra reclamar para sí el premio de un millón de dólares que la Fundación Educativa James Randi instituyó para quien consiguiera demostrar fehacientemente alguno de estos poderes.
Y desde luego, no se puede decir que nadie haya buscado esa demostración. Si algún tipo de institución podía estar especialmente interesado en los superpoderes, serían los ejércitos. En 1984, el de EEUU encargó a la Academia Nacional de Ciencias que elaborara un informe sobre la posibilidad de potenciar las capacidades humanas a través de diversas técnicas, incluyendo las paranormales. Catorce expertos examinaron toda la bibliografía y los datos publicados durante más de un siglo sobre técnicas psicológicas y parapsicológicas, en especial la psicoquinesis o capacidad de mover objetos con la mente.
Las pruebas científicas no apoyan la existencia de la psicoquinesis
En su informe final (PDF), publicado en 1988 (y revisado en 1990 en la revista Psychological Science), el comité de expertos concluía: "Las pruebas científicas no apoyan la existencia de la psicoquinesis". Los problemas de este presunto superpoder van más allá de la tecnología: mover objetos con la mente violaría varias leyes de la física, como la conservación de la cantidad de movimiento.
Un caso diferente es la telepatía. Actualmente neurocientíficos e ingenieros informáticos están desarrollando interfaces compuestas por ordenadores, electroencefalógrafos y estimuladores cerebrales magnéticos que permiten controlar mentalmente el movimiento de una cucaracha o el dedo de otra persona, o incluso que dos humanos se comuniquen a distancia directamente de cerebro a cerebro. La telepatía asistida por ordenador es un logro al alcance de la ciencia en un futuro no tan lejano.
Se debe a los midiclorianos
Una de las novedades más sorprendentes de la segunda trilogía fue que George Lucas inventara para la Fuerza una base biológica. De repente el poder de los Jedi y la cualidad del Elegido, Anakin Skywalker, ya no se debían a una arcana mitología ancestral ni al entrenamiento mental y físico de un monje guerrero, sino a una clase de insólitas criaturas microscópicas que viven en el interior de las células: los midiclorianos. Al parecer, Lucas se inspiró en el caso real de las mitocondrias, una especie de microcélulas que viven dentro de nuestras células y que cuentan incluso con su propio ADN.
Las mitocondrias son las encargadas de producir la energía necesaria para las células, a partir del oxígeno suministrado por la sangre y de ciertos sustratos químicos. El proceso que llevan a cabo, denominado respiración mitocondrial o fosforilación oxidativa, fabrica la moneda energética celular, una molécula llamada ATP. Las mitocondrias son orgánulos especializados presentes en todas las células eucariotas (con núcleo). Serían incapaces de sobrevivir por sí mismas fuera de la célula, pero muchos biólogos piensan que no siempre fue así.
En la década de 1960 la bióloga Lynn Margulis desarrolló una teoría que antes habían barruntado otros científicos: que las mitocondrias pudieron ser originalmente microbios de vida libre, y que se habrían asociado a otras células mayores para asegurarse la supervivencia a cambio de especializarse en producir energía para ellas. Es decir, una simbiosis interna, o endosimbiosis. La teoría de Margulis fue inicialmente ignorada y vituperada, hasta que sucesivos indicios comenzaron a darle la razón. Hoy la endosimbiosis está generalmente aceptada.
Otra cosa es que todo esto tenga algo que ver con la Fuerza. A muchos fans de la saga la idea les pareció horrible, como reconocía el propio Lucas en una entrevista a Rolling Stone. Pero él defendía su tesis: "Es una metáfora de una relación simbiótica que permite la existencia de vida". Uno de los mayores expertos mundiales en endosimbiosis, el biólogo evolutivo William F. Martin, de la Universidad Heinrich Heine de Düsseldorf (Alemania), señala a EL ESPAÑOL que solo habría que añadir la palabra "compleja" al final de la cita: "vida compleja".
"No es una idea en absoluto ridícula", valora el experto. Según publicó Martin en Nature en 2010, sin las mitocondrias jamás se habrían desarrollado las formas complejas de vida, ya que el tamaño del genoma de las bacterias está limitado por restricciones bioenergéticas.
Martin sostiene que la endosimbiosis de las mitocondrias permitió a las células multiplicar por 200.000 el número de genes expresados, "la innovación clave en la ruta hacia la vida multicelular". Curioso, ¿no? Al final es una cuestión de energía, como ya decía Obi Wan Kenobi; lo que induce a Martin a retocar ligeramente la clásica despedida de los Jedi: "Que la Fuerza Bioenergética te acompañe".
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