Los emojis son la sal y la pimienta de las comunicaciones electrónicas. Cumplen una función más allá de ocupar más espacio que el texto en los mensajes de los adolescentes, que es la de dar tono a las palabras. Una frase que puede sonar seca e imperativa se transforma en un consejo amistoso con sólo añadir una sonrisa al final.
Pero ha llovido desde los primeros y elementales emoticonos ensamblados a base de caracteres que acompañaron el desarrollo del correo electrónico. Hoy un auténtico zoo de animales, un buffet libre de comidas del mundo, un parque móvil de transportes y sobre todo, la más amplia gama de expresiones faciales que ni Jim Carrey sería capaz de articular jamás habita los teclados de nuestros programas de mensajería.
Pero eran insuficientes, al parecer, y el pasado octubre entraron en nuestras vidas nuevos emojis con la actualización de iOS 9.1 y Android Marshmallow, y con ellos la "cara sonriente al revés". Aunque hace tiempo que los emojis perdieron la necesidad de cumplir una función comunicativa para pasar a ser cada vez más decorativos, los medios especializados lanzados a interpretar el jeroglífico asumieron que simbolizaba "hacer el tonto". Como si el emisor se estuviera revolcando por el suelo.
El caso es: ¿realmente necesitábamos más maneras de quitarle seriedad a nuestros mensajes? Hay caras sonrientes, riendo a mandíbula batiente, sacando la lengua, y hasta payasos para los poco sutiles. La utilidad de esta oscura incorporación al volcabulario emoji parecía condenada al ostracismo por superflua.
Pero ha repuntado a comienzo de 2016 de manos de quienes precisamente están construyendo este lenguaje de las redes, los adolescentes. Ha pasado a significar que el emisor siente lo contrario de lo que escribe, o que lo dice con retranca. Como si la red hubiera escuchado los ruegos de Sheldon Cooper, el personaje de Big Bang Theory, ahora tenemos una manera de señalar inequívocamente que estamos usando el sarcasmo y la ironía.
Este uso ya ha sido registrado en la Emojipedia, la autoridad última en semántica emoji. Se trata de un esfuerzo voluntario y colaborativo porque no hay ninguna fuente oficial que determine el significado original de los emojis, si acaso los tienen. Sencillamente se crean con el uso. Los columnistas especializados se lanzan ahora a dar por bueno el sentido de la cara al revés de la ironía.
Todavía no tiene un uso extendido entre los usuarios hispanos:
Pero cada vez es más popular entre los angloparlantes. La tendencia es imparable. Tarde o temprano también nosotros recibiremos una carita al revés, ya sabremos a qué atenernos.
Pero una vez más: ¿realmente necesitamos una etiqueta para cada vez que usamos un doble sentido? ¿No tenemos suficientes herramientas ya para indicarlo, y no alcanza nuestro ingenio para el resto? En The Verge, Rusell Brandom señala que tener que explicar la gracia significa que no era muy buena para empezar. A raíz de su famoso tuit sobre la cabalgata de Reyes, Cayetana Álvarez de Toledo reprochó a los bromistas y críticos no haber entendido la ironía. ¿Hubiera arreglado algo añadir la cara al revés al final?
La cara al revés, reflexiona Brandom, debería reservarse para celebrar la "feliz absurdidad" del universo emoji junto a las joyas de la corona: la berenjena y la folclórica.
¿Quién inventa los emojis?
Pese a la anarquía que reina en su uso y significado, el proceso de creación de emojis está centralizado y sometido a unas reglas estrictas. Al contrario que los emoticonos y los dibujos ASCII que pululan en las secciones de comentarios, que cualquiera con la habilidad creativa suficiente puede crear, la elaboración de emojis está en manos del consorcio Unicode.
El consorcio agrupa a empresas, desarrolladores, investigadores y gobiernos. Son los custodios del Unicode Standard, un sistema de codificación de caracteres universal que asegura la compatibilidad con todas las plataformas. Los emojis pasan por el Unicode Standard y luego cada compañía los traduce en su estilo. Por eso el mismo símbolo no tiene el mismo aspecto en programas de Google que de Apple, por ejemplo.
El Unicode tiene sabor japonés, ya que sus primeros retos fueron los de hacer compatibles los alfabetos de este idioma con el resto en las comunicaciones electrónicas. Los caracteres kanji japoneses son pictogramas, permiten reconocer para el ojo entrenado las imágenes que denotan las palabras. Y los emojis son herederos de esa tradición, una transformación de palabras en imágenes menos preocupada por el sentido directo de los emoticonos occidentales.
La cultura japonesa es a veces una fuente de revelaciones sobre los significados más herméticos. No hace mucho descubrimos que lo que siempre habíamos considerado como el emoji del "moco" simbolizaba en realidad "profundo cansancio". Pero el propio Unicode Consortium explica que no hay una semántica única del emoji y que no es su función dársela. Están abiertos a cualquier interpretación.
El consorcio se marca la meta de crear 60 nuevos emojis cada año. Están abiertos a sugerencias, pero serán los criterios técnicos y creativos los que primen, más allá de la utilidad que podamos darles. Y no significa que los vayamos a ver en nuestros smartphones automáticamente, eso depende de las empresas.
Mientras, podemos ir pensando en qué haremos con la "cara sonriente con sombrero vaquero". Y espiar qué emojis son los más populares en el Emoji Tracker.