Lunes a mediodía. Última semana de febrero de 2014. El fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, aparecía en la sala principal del Fira de Barcelona. Era el plato fuerte del Mobile World Congress. Unos días antes había cerrado la adquisición por 19.000 millones de dólares de la aplicación Whatsapp que cambiaría el panorama del móvil en todo el mundo. Todos los focos estaban sobre él. Nadie quería perderse sus planes de futuro: “Nada va a cambiar. Ellos [los cofundadores] podrán concentrarse durante los próximos cinco años o más en conectar a más personas”. Era su particular ‘periodo de gracia’ otorgado a la compañía, sin que se preocuparan por la rentabilización más allá del pago anual de sus usuarios.
Casi dos años después, la compañía, que tiene en su haber un ‘tesoro’ en forma de 1.000 millones de usuarios, ha decidido eliminar la única vía de ingresos con la que contaba hasta ahora: la suscripción anual de menos un euro. “Nos hemos dado cuenta de que este enfoque no ha funcionado bien”, se justifican.
Ese pago anual de los usuarios permitió llenar la caja con un puñado de dólares durante los tres años en los que ha estado activa. En 2013 apenas sumó ingresos por 10 millones de dólares (9,1 millones de euros, al cambio actual), lo que fue a todas luces insuficiente para enjugar unos números rojos de 138 millones. Y en el primer semestre de 2014, últimos datos disponibles, el volumen de negocio fue de 15 millones, con unas pérdidas de 230.
Gratis… y sin publicidad
Sin embargo, ese ‘periodo de gracia’ no ha durado cinco años. Ya en este 2015 han iniciado pruebas de nuevas vías de ingresos que tienen que ver con la explotación de la aplicación como una plataforma para servicios entre empresas y clientes. Pagos móviles, reservas, atención al cliente, comunicaciones…
Pero con una condición que, al menos hasta ahora, es innegociable: no se abrirá la puerta a anuncios. “La respuesta a si se introducirá publicidad de terceros es... No”, se apresuró a asegurar este lunes la compañía en un comunicado. No es algo nuevo. Uno de los cofundadores, Jan Koum, mantuvo durante tiempo una nota en su escritorio que rezaba: “Sin anuncios, sin juegos, sin trucos”.
Es una estrategia contraria a la seguida en Instagram, comprada también por Facebook en 2012 por 1.000 millones de dólares (hoy se estima que su valor supera los 35.000 millones). La publicidad ha sido la única vía de ingresos para una aplicación usada por 400 millones de personas. Y no ha sido una mala elección, pese a las quejas de algunos usuarios ante la irrupción de anuncios de su ‘timeline’. La consultora eMarketer estima que el volumen de negocio de Instagram alcanzará los 2.800 millones de dólares el próximo año.
¿La solución? Servicios profesionales
Y si no habrá publicidad directa de empresas o entidades entre los mensajes de los usuarios, ¿cómo hará dinero Whatsapp? El granero al que mira es el de los servicios profesionales. “Probamos herramientas que te permitirán usarlo para comunicarte con negocios y organizaciones sobre los que quieres escuchar”, aseguraba ayer.
Probamos herramientas que te permitirán usarlo para comunicarte con negocios y organizaciones sobre los que quieres escuchar
Comunicación directa con la entidad financiera, con una aerolínea para conocer el estado de un avión o con un restaurante para reservar mesa. Mediante mensajes de texto o llamadas telefónicas, que fueron implantadas hace ahora un año. Para ello, Whatsapp se convertiría en una plataforma digital como ya lo ha hecho Facebook Messenger, la otra aplicación de mensajería de la red social que cuenta con 800 millones de usuarios. Una plataforma abierta a desarrolladores externos que construyan herramientas para cumplir con todos esos servicios online.
Según publicaba este domingo el diario económico Wall Street Journal, hoy más de 700 aplicaciones desarrolladas por terceros son compatibles con Messenger, aunque sólo alrededor de 70 se muestran en la plataforma y son visibles para los usuarios. En marzo, la red social presentó cerca de 40 herramientas propias.
Todos estos servicios que pondría en marcha Whatsapp ya se estaban desarrollando, de manera ‘informal’, por un buen número de empresas que la utilizaban como plataforma, principalmente, de atención al cliente. No sólo europeas como Casengo o africanas como Ongair, sino también pequeñas empresas españolas que lo utilizan para la comunicación con sus clientes.
Los espejos, en Asia
Por tanto, lo que ahora hace Whatsapp es plantearse rentabilizar toda esa actividad y expandirla. Para el desarrollo de todos estos servicios hay un espejo en el que podrá mirarse: Asia. Salvando las diferencias culturales, pues Whatsapp concentra más usuarios en en Europa o Latinoamérica, las aplicaciones de mensajería de países como China o Corea del Sur han sabido rentabilizar sus aplicaciones convirtiéndolas en plataformas comerciales electrónico con infinidad de servicios y productos.
La más clara es, con toda seguridad, Wechat, fundada en 2011 en el seno del gigante de internet Tencent y que cuenta con 650 millones de usuarios. Hoy por hoy no es sólo una aplicación de mensajería instantánea tanto entre usuarios particulares como con grandes organizaciones. También incluye un ‘muro’ social similar al de Facebook donde se comparte todo tipo de contenidos, un servicio de pagos online que compite con el desarrollado por el otro titán chino del comercio electrónico, Alibaba, o tiendas online como la de la compañía JD.com. A ello se suma la posibilidad de acceder al pago o reserva de servicios ‘básicos’ en ciudades, relacionados con el transporte o la sanidad.
El reportaje del pasado fin de semana en WSJ hacía mención a uno de los servicios que mayor popularidad ha adquirido en los últimos meses en la plataforma china. Se trata de un servicio para enviar micropagos entre usuarios, algo que la red social fundada por Zuckerberg introdujo en Messenger el año pasado.
El mayor riesgo: 'expulsar' a sus usuarios
El de WhatsApp y Zuckerberg no es un reto sencillo. Los casi 1.000 millones de usuarios activos son una mina por explotar, especialmente desde el momento en que dejen de pagar por el uso de la aplicación. Sin embargo, transforamrse de una aplicación de mensajería pura (y muy enfocada en una experiencia sencilla muy similar al del tradicional SMS) a una plataforma con peso comercial tiene un coste. Especialmente en el lado del usuario, por el riesgo de convertirse en un servicio invasivo.
Salvados esos riesgos, es evidente que el terreno de juego de la mensajería va a ser uno de los más destacados de los próximos años. En los dos últimos años, los principales grupos han movido ficha. La china Tencent ha impulsado Wechat; la coreana Naver, rival de Google en aquel país, ha desarrollado Line; la japonesa Rakuten sacó la chequera para hacerse con Viber por 900 millones de dólares. Y Google está trabajando, según se ha conocido en las últimas semanas, en una nueva aplicación de mensajería. En este tablero, Facebook acelera sus planes para poner a punto su estrategia. Y WhatsApp, con sus 1.000 millones de usuarios, tendrá un papel protagonista.