Entre los diversos efectos adversos que se asocian a la quimioterapia, uno de los más típicos y conocidos es la caída de pelo. Aunque Hollywood usa dicho efecto forma habitual en sus largometrajes, la realidad es que cada vez son menos los tipos de quimioterapia que provocan la pérdida del cabello, aunque sí que es cierto que sigue ocurriendo.
Por ello, y teniendo en cuenta que la caída del pelo asociada a la quimioterapia es uno de los efectos adversos más temidos y con mayor carga psicológica negativa asociada, un grupo de investigadores de la Universidad Nacional de Taiwán se ha planteado descubrir cómo se dañan los folículos pilosos a consecuencia de la quimioterapia. Y han descubierto cómo solucionarlo.
En el estudio, dirigido por Sung-Jan Lin y publicado recientemente en Cancer Research, se intentó buscar una alternativa a otros métodos mucho más caros como las pelucas de refrigeración que logran congelar y constreñir los vasos sanguíneos y evitar que la quimioterapia llegue a los folículos pilosos. De hecho, este método no sólo es excesivo a nivel económico, sino que tan sólo tiene éxito en el 50% de los casos, alarga hasta dos horas cada ciclo de quimioterapia y provoca más efectos secundarios añadidos.
Esta vez, Lin y sus colegas se centraron en el papel de la proteína p53, la cual se activa durante la quimioterapia y suprime el crecimiento del tumor, pero también afecta al crecimiento del cabello, ya que sus células se dividen igual de rápido que las células tumorales.
En estudios anteriores se descubrió que los ratones que no poseen p53 no mudan de piel durante el uso de quimioterapia. En esta ocasión se ha encontrado que, además, la p53 es capaz de bloquear a otra proteína que promueve el crecimiento del cabello: la proteína Wnt3a. Por ello, el equipo pensó que si se inyecta Wnt3a directamente en el cuero cabelludo, junto a la quimioterapia, se podría evitar la caída del pelo. Y funcionó.
En el estudio, llevado a cabo en ratones, se trató a los roedores con quimioterapia y se les inyectó la proteína Wnt3a bajo una pequeña área de la piel, que efectivamente se mantuvo recubierta de piel gruesa cinco días tras el tratamiento. Cuando se analizaron dichas áreas de piel tratadas con Wnt3a bajo el microscopio se comprobó que había el doble de células madre en la base de sus folículos pilosos, lo que conllevaría que brotara más pelo respecto a las áreas no tratadas.
Como objetivo de estudio futuro, Lin y sus colegas pretenden adaptar este tratamiento para su uso en humanos, pues la inyección directa en el cuero cabelludo en forma de perlas como se hizo en los ratones no sería práctico ni seguro. De hecho, harían falta matrices de agujas finas para llegar a todos los folículos pilosos. El objetivo es desarrollar un método más cómodo, como una crema o gel.