Su pelo debería ser ralo y quebradizo, parcheado de calvas por las que asoman las arrugas. Pero luce la misma mata lustrosa que en su juventud. Debería haber quedado cegado por las cataratas y lisiado por el deterioro de sus cartílagos, pero rebosa actividad a la misma edad en la que otros se apagan. Sus pulmones, riñones e hígado deberían fallar, pero están sanos. Verá morir de viejos al resto: su esperanza de vida se ha incrementado en un 25%.
Nuestro protagonista es un ratón transgénico nacido en la Clínica Mayo con un objetivo: probar que el tratamiento para retrasar los efectos de la vejez reside en la eliminación selectiva de unas células que han entrado en proceso de senescencia. Han dejado de reproducirse para generar el tejido del órgano del que forman parte, se han vuelto patológicas y segregan componentes químicos nocivos. "No están del todo vivas ni del todo muertas" - explica Nature en un artículo que, perfectamente sincronizado con Halloween, las bautiza como "células zombi"-.
La senescencia, recuerda la publicación, es un fenómeno conocido desde hace medio siglo. No se consideraba originalmente como perjudicial: las células parecían dejar de reproducirse para hacer de cortafuegos a dolencias malignas como el cáncer. Además, las moléculas emitidas por las células senescentes - proteínas como la citocina o factores de crecimiento - causan inflamación y perturbaciones a las células adyacentes, pero son reconocidas por el sistema inmune y eliminadas.
Sin embargo, la relación entre senescencia celular y vejez se le presentó al equipo de Jan van Deursen, de la Clínica Mayo, cuando se encontró en el año 2000 con una camada de ratones transgénicos que, en lugar de desarrollar tumores como esperaba, presentaban un devastador envejecimiento prematuro. Tras una década de investigación, presentaban al pequeño prodigio que encabeza el artículo, tratado con un tipo de medicación, los senolíticos, diseñados para destruir de una vez por todas a las walking dead que plagan nuestro organismo.
Matar las 'células zombi' sin dañar las sanas
Imaginemos un apocalipsis zombi en el que los defensores de la humanidad terminan hartos y deciden dejar a los muertos vivientes a su aire. Algo similar parece ocurrirle a nuestro sistema inmune: en algún momento deja de destruir las células senescentes y permite que se acumulen, mientras estas burlan la muerte celular programada, la apoptosis, y dañan el tejido de los órganos del cuerpo.
"Una persona envejecida no está enferma, pero está en situación de riesgo, como un fumador"- explica Manuel Serrano, investigador ICREA del Institute for Research in Biomedicine (IRB) de Barcelona y jefe del laboratorio de Plasticidad Celular y Enfermedad. "Entre las múltiples causas que provocan el envejecimiento está la acumulación de células senescentes, del mismo modo que una acumulación de virus provoca una enfermedad". El tratamiento, por tanto, pasa por eliminarlas.
El ratón del ensayo de la Clínica Mayo había sido predispuesto genéticamente para la destrucción de sus células senescentes. "Desde entonces se ha intentado reproducir farmacológicamente lo que se había conseguido con los genes" - explica Serrano. Las nuevas investigaciones han permitido identificar un puñado de senolíticos, entre ellos el dasatinib, que ha demostrado ser eficaz a la hora de tratar la arterioscleroris, la osteoporosis y la fibrosis pulmonar en los roedores.
¿Cómo puede un mismo fármaco actuar en tres ámbitos tan diversos? "La mayoría de los investigadores en este campo provenimos del mundo del cáncer" - señala Serrano como preámbulo a su analogía. "Y en el cáncer, hay unas células anormales con la propiedad de proliferar y matar. Los fármacos deben matar más células anormales que las normales del cuerpo, por lo que se guiarán por su biología diferente". Los senolíticos siguen el mismo patrón: una vez han acertado en el 'punto débil' de una célula senescente, son capaces de eliminarlas en más de un órgano.
Ensayo en humanos
El dasatinib en combinación con otro senolítico, el quercetin, será usado ahora en un ensayo médico en la Mayo para tratar a pacientes que sufren fallo renal crónico. Este punto de la investigación recuerda a la quimioterapia de primera generación, según recuerda Serrano, en el que se desarrollaban tratamientos genéricos antes de pasar a los específicos según el órgano afectado. Pero con una ventaja sobre la oncología: en el caso de las células senescentes, no es necesario destruirlas por completo para atajar el deterioro. Basta reducir la acumulación de forma periódica.
"No hay ninguna Fuente de la Eterna Juventud de Ponce de León" - subraya Serrano. "El tratamiento podría suponer para pacientes de fibrosis el recuperar un 10% de su capacidad pulmonar y levantarse por sí mismos de la cama. Si recuperamos un 15%, podrían ir hasta la ventana. Mejorar un poco no sirve de nada contra el cáncer, pero en estas enfermedades, sirve de mucho".