Valter Longo tiene 49 años y está bastante seguro de que está lejos del ecuador de su vida. Según asegura en el título de su primer libro -La dieta de la longevidad. Comer bien para vivir sano hasta los 110 años (Grijalbo, 2017)- es esa la cifra a la que llegará, al menos, por seguir "bastante estrictamente" los principios dietéticos que detalla en su obra. Aunque estos son más complicados de resumir, hay dos normas que parecen inviolables: si se quiere llegar a (muy) viejo con salud, hay que evitar la carne y ayunar al menos dos veces al año.
Longo recibe a EL ESPAÑOL durante la promoción de su libro, una obra de cuyas ventas, asegura, no recibirá un sólo euro. "Si haces dinero, al final te cuestionas por qué lo estás haciendo, si es porque es lo correcto o porque te estás haciendo rico. Yo lo viví como un conflicto y decidí eliminarlo y creo que ha sido una buena decisión, aunque he perdido millones de dólares a estas alturas", reflexiona.
Porque Longo podría hacer negocio. Su método tiene dos variantes: la primera es la llamada dieta de la longevidad, una guía alimenticia para el día a día; la segunda, es la que llama dieta que imita al ayuno (DIA): una pauta de alimentación de cinco días que consiste en ingerir 1.100 calorías el primer día y 800 los cuatro restantes en una dieta que sólo incluye verduras, frutos secos, fruta con cáscara y té.
Consciente de que no es fácil de seguir, el científico fundó la compañía L-Nutra, que desarrolló Prolon, una serie de productos que cuenta con la formulación exacta requerida para hacer esta especie de ayuno y que tiene un precio aproximado de 190 euros. "En el peor de los casos, es una cantidad que gastas una vez al mes y a la que hay que restar el dinero que gastarías comiendo normal durante esos días, creo que es un gasto razonable", reflexiona.
En cualquier caso, insiste, nada de esto -ni lo ganado con la comercialización de sus productos ni los royalties del libro que ya ha vendido 300.000 ejemplares en Italia- va a su bolsillo, sino que se reinvierte en nuevos ensayos clínicos para demostrar las bondades de su hipótesis. Y, según cuenta el libro, son muchas. La dieta de la longevidad y el ayuno han mostrado beneficios para nada más y nada menos que prevenir y tratar el cáncer, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, el alzhéimer y las enfermedades autoinmunes.
No es una afirmación gratuita, cada capítulo dedicado a esas propiedades cita las revistas científicas donde se han publicado los hallazgos, que incluyen algunos de los nombres más importantes, desde Science a Cell. "Tan sólo la mitad de los trabajos se ha hecho en ratones, otro 50% es en humanos", se defiende ante la pregunta de que no ha dado tiempo a comprobar los efectos reales en la longevidad de su dieta porque ésta no se lleva estudiando el tiempo suficiente.
El argumento es que lo que sí se ha visto en humanos es que, tras seguir su DIA, se reducen los parámetros -colesterol o glucosa, entre otras- asociados a una mayor edad biológica y al riesgo de patologías diversas. "No sé si se vivirá exactamente hasta los 110 años, pero lo que sería muy sorprendente es que se viviera menos con todas estas cifras más bajas; sería casi imposible", enfatiza.
Razones para fiarse
Longo, italiano que reside en Estados Unidos -donde dirige el Instituto de Longevidad de Southern California University- siete meses al año y en Milán -donde lidera el Laboratorio de Oncología y Longevidad del Istituto di Oncología Molecolare- los otros cuatro, quiere todo el tiempo distanciarse de otros gurús que, en diferentes épocas, han pretendido revolucionar todo lo establecido por la nutrición. A lo largo de la conversación nombra a Pierre Dukan y a Robert Atkins, pero la lista es interminable.
La comparación es inevitable. Como ellos, Longo ha publicado un libro que va camino de convertirse en superventas. Como ellos, también, promete una receta para estar más sano a través de la alimentación y, al igual que estos, vende productos para ayudar a seguirla. Entonces, ¿dónde están las diferencias?
"Por eso explico en mi libro los cinco pilares en los que me baso -investigación básica, epidemiología, ensayos clínicos, estudio de los centenarios -la hipótesis se basa en el análisis y estudio de los sistemas complejos-. Si te fijas en esos otros ejemplos, como mucho se basan en uno o dos", comenta. Y esto es cierto: ni Dukan ni Atkins consiguieron nunca probar las bondades de sus dietas en ensayos clínicos aleatorios, por poner sólo un ejemplo.
"Es importante decidir en quién quieres confiar y, para ello, se puede mirar las publicaciones en que se basan las afirmaciones, se debe de analizar si se ha demostrado en gente suficiente -epidemiología- y también la posible motivación económica", resume Longo, que añade: "Yo soy director de dos institutos importantes de EEUU e Italia; si yo mintiera, pagaría las consecuencias; si yo fuera un médico con una pequeña consulta [era el caso de Dukan], no pasaría nada, ya habría vendido los libros y simplemente dejaría de ingresar dinero.
Longo cita a su compatriota Maquiavelo para responder a la reacción de la comunidad científica ante sus hipótesis: "Cuando cambias las cosas, no va a haber mucha gente que esté de acuerdo contigo". Sin embargo, apunta a que la percepción ha cambiado muchísimo a lo largo de los años. ¿Y cómo es en la actualidad? "En lo que se refiere a la dieta diaria no vas a oír a mucha gente en desacuerdo, como mucho dirán que es muy extrema, pero reconocerán los beneficios. En cuanto a la DIA hay un porcentaje de gente que no está de acuerdo, pero la mayoría no ha mirado los estudios; es lento convencer a todo el mundo, pero lo estamos haciendo poco a poco", destaca.
Y a efectos prácticos
Desde luego, la filosofía de Longo desafía los conocimientos establecidos. ¿Que hay que comer de todo? No. ¿Qué hay que comer poco varias veces al día? Tampoco. ¿Que no se debe restringir ningún alimento? Mentira. ¿Qué cuando estás recibiendo tratamiento para el cáncer tienes que comer mucho para estar fuerte y soportarlo? Al revés.
Así, si uno quiere vivir 110 años con la dieta de la longevidad, debe olvidarse de algunas comidas. Y nada de los tradicionales enemigos como el azúcar, no. El italiano dice que no hay que comer carne ni huevos, al menos hasta los 65 años. "No lo hacen -con ligeras variaciones- las personas que tradicionalmente alcanzan esa edad, como los habitantes de la isla de Okinawa (Japón), Loma Linda en California, Icaria en Grecia y Calabria y Cerdeña en Italia-", explica.
Tampoco hay que alimentarse varias veces al día. "Es a partir de que la gente haya empezado a comer cinco o seis veces al día cuando se ha llegado a unas cifras del 20% de la población con síndrome metabólico; esto debería ser suficiente para saber que hay que parar ya. Si comes cinco veces al día es casi imposible regular la ingesta de alimentos, así que yo propongo comer dos o tres, aunque hay que hacerlo con cuidado porque hay que conseguir estar nutrido con ello y tiene truco", reconoce.
Él mismo predica con el ejemplo. Mientras vive en Italia, se alimenta tres veces al día; en California, dos. ¿Y la DIA? En su caso, sólo dos veces al año. "Pero eso es porque sigo de forma estricta los principios de este libro, si uno es obeso o tiene factores de riesgo, es recomendable hacerlo una vez al mes", resume.
En España, sólo se puede seguir la dieta de la longevidad basándose en el libro. Longo no sabe si algún nutricionista puede supervisarla aunque, anuncia, pronto empezará en nuestro país un ensayo clínico para evaluar su efecto (y el de la DIA) en el tratamiento del síndrome metabólico. EL ESPAÑOL confirma que será el instituto IMDEA el encargado de llevarlo a cabo, con la participación del experto en envejecimiento de los Institutos Nacionales de la Salud de EEUU (NIH) Rafael del Cabo.
Respecto a la adquisición de productos Prolon, no es posible en nuestro país. Las webs que permiten su compra en Italia y Reino Unido no dan esa opción, aunque Longo desconoce esto. "En cualquier caso, se está buscando distribuidor para España", concluye.
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