Fin del verano y menos horas de luz solar son indicativos de que el cambio de hora está cerca. El cambio horario de invierno tiene lugar el último fin de semana octubre, de la noche del sábado 30 al domingo 31.
Durante la madrugada del 31 de octubre habrá que retrasar el reloj una hora: a las 3:00 serán las 2:00 horas. Es decir, el domingo tendrá una hora más. En el caso de Canarias, el cambio al horario de invierno se hará a las 2:00 horas y pasarán a ser la 1:00 de la madrugada.
Con este cambio al horario de invierno amanecerá y anochecerá antes.
Esta cambio al horario de invierno se produce siempre el último domingo de octubre de cada año y forma parte de una directiva europea que también establece la aplicación del horario de verano a finales del mes de marzo.
¿Último cambio horario?
Esta normativa es de obligatoria aplicación en todos los países miembros de la Unión Europea y tiene como objetivo un ahorro energético y aprovechar las horas de luz natural desde temprano.
Según la Comisión Europea este cambio al horario de invierno beneficia a sectores como los transportes, las comunicaciones, la salud, el turismo o el ocio. Sin embargo, en una consulta pública realizada por esta institución en 2018, más del 80% de los que participaron estaban a favor de poner fin a los cambios de hora de verano e invierno.
Con este resultado, la Comisión propuso acabar con esta práctica y que en 2019 se realizara el último cambio de hora. La falta de consenso entre los países y varios estudios de la Comisión han hecho que la UE retrase hasta 2021 la posible anulación del cambio horario.
Origen del cambio horario
El origen del cambio horario se remonta a la Antigua Roma, cuando las clepsidras o reloj de agua de los romanos tenían diferentes escalas en función del mes del año que fuera.
Así, en la latitud de Roma, la tercera hora tras el amanecer, la hora tertia, empezaba (usando el horario moderno) a las 09:02 y duraba 44 minutos en el solsticio de invierno, pero en el de verano comenzaba a las 06:58 y duraba 75 minutos, según relata el historiador Jérôme Carcopino
Mucho más cercano, otro de los antecedentes del moderno horario de verano se remonta al 30 de abril de 1916, cuando, en mitad de la Primera Guerra Mundial, el gobierno alemán decidió que todos los relojes se adelantarán una hora para reducir el uso de luz artificial y ahorrar energía.
Dos años más tarde y, con el mismo propósito de ahorrar energía en el marco de la Primera Guerra Mundial, el presidente estadounidense Woodrow Wilson firmó un decreto en 1918 para adelantar la hora. No obstante, todas estas iniciativas fueron revertidas una vez que acabó la guerra.
La costumbre de atrasar el reloj en invierno y adelantarlo en verano se empezó a usar de forma generalizada en 1974, tras la primera crisis del petróleo, para poder aprovechar mejor la luz del sol y consumir menos electricidad.