Un niño juega despreocupado con un gusano. Lo mira, mientras el insecto se introduce corriendo en un hueco que se forja entre la harina. El pequeño desconoce que su nuevo amigo es fotofóbico y que huye de la luz del sol. Tampoco sabe que tiene en su poder una de las soluciones a la crisis agroalimentaria. Resulta que el Tenebrio Molitor -su nombre en latín- esconde una amplia gama de utilidades, que van desde la alimentación animal a la creación de fertilizantes o plásticos biodegradables.
Quienes sí repararon en esto fueron Adriana Casillas y Sabas De Diego, dos salmantinos que han hecho del gusano de la harina su vida y, por qué no decirlo, un imperio. Juntos fundaron hace ocho años la empresa Tebrio, que a día de hoy se postula como la futura fábrica de su área más grande del mundo.
Pero no podemos empezar la casa por el tejado. Primero hay que hablar de los andamios, bueno, más bien de un baño, porque los cimientos de Tebrio empezaron en uno de los aseos de la casa de la casa de la pareja. "Había un momento que parecía que los gusanos nos iban a echar de casa", recuerda este último entre risas.
Quién les iba a decir en 2014 que tendrían esta conversación a las puertas de la fábrica Tebrio. Con la inauguración en dos años de las nuevas instalaciones, llegarán a producir hasta 100.000 toneladas de producto.
En la ruta vital de De Diego, quizá, era más fácil imaginarlo. Desde joven ha estado conectado con el sector de la alimentación. Estudió ingeniería química y trabajó durante años en el matadero Maguisa. Casillas, en cambio, dio un cambio radical en su vida con esta andadura profesional, ya que pasó de tocar el violonchelo a ser la CEO de una empresa ganadera.
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"El principio fue como de película porque compramos una caja de dos kilos a una chica, quedamos con ella en una calle, se bajó de un coche, nos la dio, cogió el dinero y se fue pitando. ¡Parecía que estábamos trapicheando!", cuenta Casillas con guasa, a la par que recuerda los principios con mucha ilusión. Esa caja era el inicio para cumplir su meta en la vida, aquello por lo que dejó la música, "hacer algo que pudiese aportar algo al mundo".
Los comienzos
Lo que hicieron con esos gusanos de la caja ya lo hemos avanzado, instalarlos en el baño de su casa. ¿Por qué ahí? Porque el insecto necesita vivir en unas condiciones muy específicas de calor y humedad. Por eso, tuvieron que montar un radiador que funcionaba de forma permanente. "Tocabas la pared de la habitación y quemaba todo", recuerda De Diego.
Su aseo se convirtió en el centro de operaciones y experimentos. La cosa fue tan bien que siguieron investigando en unos invernaderos del parque científico de la Universidad de Salamanca. "Ahí tuvimos nuestro primer empleado", explica Casillas. Ahora son alrededor de 30 y, muy pronto, cuando se inaugure la nueva fábrica que tienen en proceso, pasarán a ser 200.
Su crecimiento no ha sido exponencial. Ha ido dependiendo de la demanda que se han ido encontrando. Corren tiempos de bonanza. No porque haya más necesidad, siempre la ha habido, sino porque eso de fabricar alimentos para animales y fertilizantes a partir de un gusano no se estilaba mucho. "Cuando lo comentábamos con nuestra familia o amigos, nos miraban con una cara extraña. Incluso hubo alguien en nuestros pueblos natales que nos dijo: 'no lo cuentes muy alto, que te llevan a la hoguera'", cuenta con una nota de gracia Casillas, que confiesa, algo más seria, que ha llegado a recibir llamadas bastante desagradables por su actividad.
La pareja, sin embargo, no dejó que los comentarios negativos les afectasen. Habían descubierto las grandes aplicaciones del Tenebrio Molitor, las cuales De Diego explica con mucho gusto mientras enseña las instalaciones de su fábrica. "¿A que no te esperabas que esto se hiciese con máquinas?", espeta. La verdad es que el emplazamiento impresiona. Cajas y cajas azules de gusanos de la harina se apilan en varias naves. Allí, encuentras el insecto en todas sus fases: gusano, escarabajo y larva. Ojo, para ver esta última hay que emplear casi un microscopio. Su tamaño es diminuto, pero De Diego, que controla el asunto, las sabe localizar bien.
Lo de las máquinas también sorprende, máxime teniendo en cuenta que muchos de esos aparatos los han inventado ellos mismos. "Al principio compramos unos plásticos en Leroy Merlín y los movíamos manualmente para ver si lo que estábamos pensando tenía sentido", rememora Casillas. "Nos inventamos el negocio, así que había que investigar", sentencia.
Una proteína excelente
Lo que averiguaron es que el gusano es casi casi el nuevo cerdo. De este animal se puede aprovechar prácticamente todo. Por un lado, de la larva se extrae proteína, que se puede usar en alimentación, tanto en avicultura como en el sector porcino, acuicultura y mascotas. "La proteína que obtenemos es de muy buena calidad", detalla De Diego, "nuestro producto tiene un alto contenido proteico, superior al 70%, con cantidades de aminoácidos esenciales muy elevadas y una grasa que el animal no va a acumular en su cuerpo, sino que la va a usar para crecer y generar otras grasas; en el caso del pescado, los omega tres y omega seis", continúa el experto.
Del estado larvario del gusano también se puede extraer aceite, el cual tiene unas propiedades que cabalgan entre el aceite de oliva y el de girasol. Y sí, se puede utilizar para freír alimentos, pero de momento la legislación europea no ha regulado esta parte. "Todavía queda mucho trabajo en cuanto al Tenebrio para la alimentación humana", expone Casillas.
Eso responde a la siguiente pregunta: no, de momento el gusano no se comercializa para su consumo humano. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) concluyó, a principios de 2021, que el Tenebrio Molitor no planteaba problemas de seguridad para esta aplicación, pero en España la mayoría de los productores de insectos no tienen la licencia pertinente.
Lo que sí tiene luz verde es su uso como fertilizante, que se extrae de los excrementos del gusano. Entre sus beneficios se encuentra el hecho de que es ecológico, algo muy a tener en cuenta debido al uso de químicos que destruyen el suelo y contaminan los acuíferos. "Sólo hay que mirar lo que pasó con el Mar Menor", apunta Casillas.
Y, ojo, porque del escarabajo también se saca beneficio. Su exoesqueleto es rico en quitina, un polímero que se puede usar desde el tratamiento de aguas con residuos, como en zonas de radiación o minería, hasta para la elaboración de plásticos biodegradables o la industria médica, por sus propiedades antimicrobianas, antivirales y antifúngicas.
Mercado en auge
El gusano de la harina se postula así como una especie de salvavidas ante la crisis que se avecina. Según Naciones Unidas, al ritmo de producción actual, en 2050, sólo tendremos comida para la mitad de la población mundial. Y no hay que irse tan lejos. Con la crisis de Ucrania, la granja de Europa, se le han visto las orejas al lobo. "Es una pena, pero parece que nos damos cuenta cuando nos tocan el bolsillo", responde Casillas.
De aquí a unos meses atrás, coincidiendo con el estallido de la guerra, les han crecido los clientes, sobre todo en temas de agricultura. "También ha sido por los cambios en temas legislativos en cuanto al tema de fertilizantes", matiza la CEO de Tebrio.
Aunque los clientes aumenten, la sorpresa, el escepticismo y la incredulidad de sus clientes al decir de dónde vienen los productos permanece. "A veces parece que vendemos crecepelo", ríen ambos.
Mientras, recuerdan las anécdotas que les ha tocado vivir por montar una rara avis dentro de la ganadería, como ese día que, al inscribirse en Hacienda, el funcionario de turno, con el estupor de lo que estaba oyendo, les dijo que, según la ley, debían de contar las hembras que tenían en su ganado. "¡Ponte tú a contar escarabajos hembras!", se mofan los dos.
Así, prácticamente con todo, ya que han sido los pioneros en este mercado. Pero el futuro es de los valientes. Según un informe elaborado por la empresa Meticulous Research, especialista en análisis de mercado, se espera que el sector de insectos comestibles alcance los 4.630 millones de dólares (4.559 millones de euros) en 2027.
Las cifras no extrañan teniendo en cuenta la gran expansión de Tebrio, que en 2024, con las nuevas instalaciones, se convertirá en la mayor fábrica industrial de insectos del mundo. Si bien, no son los únicos. Una vez que ellos abrieron la veda, ha aparecido la competencia. ¿Hay miedo a ella? Casillas niega con rotundidad: "Ninguno, hay Planeta para todos".