La psoriasis, una de las enfermedades dermatológicas de origen autoinmune más comunes y molestas de nuestra época, puede llegar a ser muy difícil de tratar en algunos individuos. De hecho, y a pesar de afectar en muchos casos tan sólo a determinadas zonas de la piel humana, puede llegar a ser motivo de baja laboral por su intensidad. En otros casos, además, la psoriasis puede asociarse a otras enfermedades como la artritis o inflamación articular, dando lugar a una identidad propia denominada artritis psoríasica.
Aunque en los casos más leves el tratamiento con determinados tipos de cremas puede ser suficiente, en los casos más extensos y graves llega a ser necesario el uso de fármacos biológicos por vía intramuscular. Asimismo, también existen casos donde ninguno de los tratamientos actuales llega a producir una mejora significativa.
Ahora un nuevo estudio publicado en Scientific Reports afirma haber encontrado un nuevo tratamiento para esta dolencia: veneno de hormiga de fuego, el cual ha demostrado reducir el engrosamiento e inflamación de la piel causado por la psoriasis, al menos en ratones.
Veneno de hormiga de fuego contra la psoriasis
En casos leves o moderados, los tratamientos usados en forma de crema contra la psoriasis son corticoides, los cuales reducen la inflamación y descamación de la piel causada por la enfermedad, pero también provocan otra índole de efectos secundarios tales como adelgazamiento y fragilidad de la piel.
El veneno de hormiga de fuego, un insecto cuya picadura se encuentra entre las diez más dolorosas del mundo, contiene solenopsinas, uno de sus principales responsables de la toxicidad de su veneno muy similares químicamente a las ceramidas, unas moléculas que se parecen a los lípidos esenciales que mantienen la barrera de la piel. De hecho, las ceramidas son uno de los componentes esenciales de muchos productos usados para cuidar la piel.
Sin embargo, como señala Jach Arbiser, profesor de dermatología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Emory y autor principal del estudio, las ceramidas son un "arma de doble filo": bajo ciertas condiciones, las células pueden convertir las ceramidas en S1P -esfingosina-1-fosfato-, una molécula inflamatoria.
Arbiser y sus colegas diseñaron artificialmente dos moléculas análogas de las solenopsinas, pero que no podían acabar convirtiéndose en S1P -evitando así la posibilidad de acabar produciendo moléculas inflamatorias. A continuación, probaron su modelo con ratones que padecían psoriasis, aplicando estas moléculas en forma de crema sobre su piel durante 28 días.
Solenopsinas como tratamiento de la psoriasis
Según sus hallazgos, los ratones tratados con los análogos de solenopsinas mostraron una disminución del 30% del grosor de la piel en comparación a los ratones no tratados. Asimismo, estos ratones tratados con análogos de veneno de hormiga de fuego también tenían hasta un 50% menos de células del sistema inmune en su piel, lo que asociaba un nivel menor de moléculas proinflamatorias y un aumento de moléculas anti-inflamatorias.
Por otro lado, los investigadores afirman que han detectado cambios en la actividad genética de la piel de los ratones tras el uso de este tratamiento, ya que las solenopsinas parecían rechazar los genes que se activan al usar corticoides o luz ultravioleta.
Finalmente, cabe destacar que estos mismos investigadores ya habían demostrado con anterioridad que las solenopsinas son capaces de evitar el crecimiento de vasos sanguíneos y tienen cierto potencial anticancerígeno. Aunque, eso sí, la toxicidad a nivel sistémico de los derivados de esta sustancia aún no ha sido probada, aunque en el caso de usarlo en forma de cremas Arbiser afirma que no debería existir ningún problema.