El dragón de Komodo es un animal excepcional, pero no sólo por ser el lagarto más grande del mundo, sino también por el potencial de su veneno para la fabricación de medicamentos de uso humano.
En febrero de 2017 se publicó un estudio en el que un grupo de investigadores de la Universidad George Mason (EEUU) describían una proteína con un gran potencial antibacteriano descubierta en la sangre de este reptil.
Dicho componente abría la veda para la creación de nuevos fármacos eficaces contra la resistencia a antibióticos, pero esa no es la única aplicación medicinal del dragón que se encuentra en el punto de mira de los científicos.
Y es que, según las recientes investigaciones de un equipo de científicos de la Universidad de Queensland (Australia), el veneno que este animal inocula a sus presas podría contener una nueva droga muy eficaz para la prevención de ataques al corazón y derrames cerebrales.
La clave está en el veneno
Según explica el doctor Bryan Fry en la revista Venom, el objetivo del veneno del dragón de Komodo no es necesariamente matar a sus presas, sino debilitarlas para que el ataque sea más sencillo.
Por eso, contiene toxinas que pueden causar a la víctima síntomas como hipotermia, parálisis muscular o hemorragias causadas por problemas de coagulación.
Y son precisamente estos últimos los que interesan a los científicos, ya que algunas de estas toxinas actúan directamente sobre el fibrinógeno, una proteína sanguínea formada por tres cadenas de polipéptidos que interviene en la formación de coágulos.
Lo más interesante de dichas toxinas es que pueden actuar de forma individual sobre estas tres cadenas, por lo que podrían usarse para fabricar medicamentos dirigidas a tratar problemas de coagulación muy específicos.
Aún falta mucho para que pueda llegar a comercializarse un fármaco basado en sus actuales investigaciones, pero estos científicos consideran que se encuentran en el buen camino para la creación de una nueva arma contra algo tan peligroso y lamentablemente frecuente como el infarto o el derrame cerebral.
El poder de los reptiles
En caso de que este compuesto llegara a fabricarse no sería el primer fármaco procedente de reptiles en el mercado. Un ejemplo es el del Captopril, un fármaco muy usado para tratar la hipertensión que fue extraído por primera vez del veneno de la serpiente brasileña Bothrops jararaca.
Pero no sólo las serpientes tienen este potencial, sino que algunos lagartos venenosos, como el lagarto de Gila, han servido para la fabricación de la Exenatida, un fármaco antidiabético que también se ha estudiado para el tratamiento de la obesidad o el párkinson.
Lo más triste es que la inmensa mayoría de estos animales se encuentran en peligro de extinción y otros tantos van desapareciendo poco a poco. La cura a muchas enfermedades del ser humano podría estar oculta en la naturaleza a la espera de desaparecer precisamente por culpa del ser humano.