Sara García y Pablo Álvarez eran hasta hace tres días dos perfectos desconocidos. Ella, una brillante biotecnóloga del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) centrada en descubrir nuevos fármacos contra el cáncer; él, un sagaz ingeniero aeronáutico de la multinacional Airbus con múltiples proyectos. El pasado miércoles, sus vidas cambiaron para siempre. A eso de las 15.30 horas, la Agencia Espacial Europea (ESA) anunció que eran los elegidos: él pasará a formar parte del exclusivísimo grupo de cinco astronautas titulares de la agencia, y ella estará entre los 11 reservas. España, 30 años después de Pedro Duque, volverá a tener la posibilidad de que un astronauta vaya al espacio. Atrás quedan más de 22.500 candidatos de toda Europa que han sido rechazados.
Son las 17.45 de la tarde. En la cuarta planta del número 162 del Paseo de la Castellana, en Madrid, la sede del Ministerio de Ciencia, Pablo Álvarez (León, 34 años) y Sara García (León, 33 años) posan para el fotógrafo de EL ESPAÑOL mientras sostienen a Buzz Lightyear, el superhéroe intergaláctico de Toy Story que inspiró Buzz Aldrin, el segundo hombre en poner un pie en la Luna. En unos años podrían ser ellos. Pablo sonríe mientras pulsa una y otra vez botón rojo del traje de astronauta de Buzzy, que reproduce su mítico y enternecedor grito "¡Hasta el infinito y más allá!".
Aún no se lo creen. Nacieron en dos familias de clase trabajadora. El padre de Pablo trabaja en una funeraria y su madre es cocinera. Sara es hija de un ebanista y una administrativa. Desde que se conociera la noticia, sus teléfonos no han parado de sonar. Hace un par de horas, el alcalde de León ha anunciado que serán nombrados Hijos Predilectos de la ciudad y que pondrá sus nombres a dos edificios. La tarde anterior fue Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno, el que hizo un hueco en su agenda para recibirlos en Moncloa. "Estamos flipando", reconocen abrumados.
[Más de 1.300 españoles compiten para ser astronauta: las claves una oportunidad única]
Dentro de poco más de cuatro meses, Pablo se incorporará al Centro de Astronautas Europeos en Colonia (Alemania), donde seguirá un entrenamiento básico de un año. Después, habrá una fase en la que se le preparará para alguna misión durante un tiempo indeterminado y, finalmente, realizará un año y medio de durísimo entrenamiento para salir al espacio a cumplir con el cometido encargado por la ESA. Antes, habrá memorizado cada movimiento hasta la extenuación. No puede haber fallos. La Estación Espacial Internacional podría ser su primer destino. Con un poco de suerte, la Luna.
Mientras tanto, Sara aguardará su oportunidad desde el CNIO, donde seguirá trabajando hasta que aparezca una más que probable misión para ella. Es la primera mujer española astronauta de la Historia y podría ser la segunda en activo en Europa.
¿Soñasteis alguna vez con algo así? ¿Cuándo os disteis cuenta que podríais convertiros en astronautas?
Sara García: A medida que fuimos pasando fases. Yo hasta la ultimísima fase pensé que me podían echar en cualquier momento. Es muy complicado. Las posibilidades eran muy bajas. Empiezas porque te interesa, tienes ilusión pero tampoco tienes muchas esperanzas. Y, de repente, te invitan a una primera fase que ni siquiera esperabas. Te emocionas, lloras de alegría y vas. Ya sólo con eso dices: "Esto es maravilloso, ha merecido la pena". De repente, te invitan a la siguiente y dices: "Ostras". Y, de repente, a la siguiente. Y cuando estás avanzando y estás en las pruebas médicas empiezas a soñar un poco. "Ostras, que a lo mejor no está tan mal". Llegas a la entrevista, después a la entrevista final y dices: "A ver si va a ser verdad y voy a conseguirlo". Pero hasta el final, final, final no llegas a creerlo del todo.
Pablo Álvarez: Yo empecé a pensar que era posible después de las pruebas médicas, que son tremendas. Por lo que habíamos visto en procesos anteriores era tirar una moneda al aire. Hay candidatos excepcionales que se quedan en la primera fase.
El proceso para ser elegidos astronautas de la ESA entre más de 22.500 candidatos ha sido durísimo. ¿Qué tipo de pruebas habéis tenido que superar?
S.G: Te miran todo. Cualquier prueba médica que se te pueda ocurrir, check. Algunas, dos veces. Sólo las pruebas visuales ya duraban más de tres horas. De todo tipo. Hemos hecho pruebas de ultrasonidos, resonancias magnéticas, pruebas de esfuerzo, análisis de sangre, de orina, ecocardiogramas… De todo.
P.A: No he visto más tubos de sangre juntos en mi vida.
¿Qué estabais haciendo en el momento en el que recibisteis la noticia?
S.G: La última, la llamada del director general, la recibí de camino al trabajo. Y claro, en mi caso, llegué al trabajo, mis estudiantes de doctorado tenían que dar un seminario, me estaban esperando y yo tuve que mantener la sangre fría para no decir absolutamente nada. Pensaba: "Venga, vamos a centrarnos en la ciencia y olvídate de lo que acabas de escuchar cinco minutos antes".
P.A: Yo estaba en casa teletrabajando, era 11 de noviembre. Y menos mal, porque pegué un grito... Era difícil contener la emoción. Pero nos pidieron discreción total y tuve que alegrarme yo solo.
¿De quién os acordasteis en ese momento?
P.A: De Sara. Lo primero fue pensar: "¿Habré pasado con Sara? ¿Le habrán dicho que sí? ¿Estará invitada también?".
S.G: Habíamos hecho una promesa interna: "Nos van a pedir discreción casi seguro, pero entre nosotros dos nos la vamos a saltar". Necesitábamos saberlo porque es una tortura. Han sido 18 meses de tortura, de espera. No puedes dejar a alguien en vilo y no sabíamos si la carta o la llamada de rechazo llegaría al mismo tiempo que la de aceptación, así que nos prometimos avisar el uno al otro en cuanto lo supiéramos. Pablo me escribió para decirme "¡Sara, están llamando!" justo cuando estaba recibiendo una llamada con un número que empezaba por 33, de París. "¡Me están llamando a mí también! Espero que sea de verdad y no de mentira!"
"Las ganas de poder llevar a cabo una misión en el espacio superan cualquier miedo que podamos tener"
¿Y vuestros padres?
P.A: Yo les estuve engañando durante un tiempo. Les estuve diciendo que no sabía nada. Sé que para ellos también era muy emocionante y podía ser complicado gestionarlo y que se corriese la voz.
S.G: Yo tardé unos días en decírselo también. Me lo notificaron un viernes y me esperé un fin de semana porque claro, había gente que estaba al corriente de que yo me presentaba y que más o menos a mediados de noviembre recibiría la noticia.
¿Cuánto miedo da la posibilidad de estar en el espacio?
S.G: Da respeto. Te estás adentrando en lo desconocido en una nave espacial impulsada por un cohete. Desde luego, no es una montaña rusa al uso. Pero las ganas de explorar, de llevar a cabo la misión, de estar en el espacio, esa ilusión al menos en mi caso supera cualquier miedo.
P.A: Si hay un sitio en el que no hemos nacido para estar es en el espacio. Es el ambiente más hostil en el que puedes estar, pero a la vez hay dos tipos de miedo: el que te paraliza y el que te da esa adrenalina que te hace rendir al 200%. Si eres capaz de enfocarlo correctamente, no tiene que haber ningún problema.
¿Hasta qué punto os han exprimido en las pruebas psicológicas que hay que pasar para ser elegidos?
P.A: Pffff, había una prueba en la que tenías que estar haciendo algo muy simple. No se diferencia tanto de un psicotécnico de conducir, pero durante mucho tiempo. Después de 11 horas de examen, la última prueba era hacer algo relativamente sencillo durante mucho tiempo. Y fue durísimo.
S.G: Era con un joystick. Y yo no he agarrado algo con tanta fuerza en mi vida. Lo estaba agarrando con una mano y sujetándola con otra y decía: "¡Venga, cinco minutos más. Tú puedes!".
¿Por qué creéis que habéis sido elegidos?
P.A: Un cúmulo de circunstancias. Al final, en una selección con tanta gente es muy difícil de decir. Es cierto que estamos en la edad correcta. La media son 33 años.
S.G: Tal vez tener un perfil profesional que te cualifica un poco, digamos que te ha preparado para desarrollar ciertas tareas, haber pasado las pruebas de inteligencia de Hamburgo, que fue el primer corte, y luego tener unas características psicológicas que encajan con lo que ellos buscan.
Lo que buscan es que los astronautas aguanten una presión brutal.
P.A: Sí, que seas positivo, que seas muy optimista. Te vas a meter con alguien en una misión seis meses, imagínate, que a veces nos cuesta compartir piso.
S.G: Si surge un problema, tú no puedes ponerte a gritar o a perder los nervios, tienes que mantener la calma, ser optimista y decir: "Vamos a analizar y a gestionar". Esa actitud es necesaria. Si tienes una discusión no puedes marcharte dando un portazo ni irte a tomar el aire, estás en la Estación Espacial Internacional.
De repente, un día os levantáis y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, os recibe en Moncloa. ¿Qué os dijo?
S.G: Fue una experiencia muy interesante, nos enseñó la parte de abajo del palacio, que fue muy curioso verlo. Yo nunca pensé que viviría algo así.
P.A: Estás en tu trabajo normal, aquí en Airbus España, con miles de ingenieros iguales que yo, con currículos muy parecidos y gente muy válida y, de repente, una semana después, te encierran en un hotel en París, te dan un curso acelerado de cómo tratar con la prensa y te dicen que tienes que salir y...
Os sentiréis casi como estrellas del rock.
S.G: Ayer, por un momento, cuando estábamos entrando en el ministerio y la gente estaba ahí, había aplausos y se querían hacer fotos. Por un momento pensé que ése sería el tratamiento que se le daría a una estrella del rock. En la vida pensé que yo podría estar en esa situación. Es muy raro, Pablo y yo somos unas personas bastante humildes y vamos a seguir con los pies en la tierra… Bueno, ¡espero que en algún momento no! Pero no porque se nos haya subido a la cabeza sino porque estemos en el espacio.
Sólo hay una mujer en activo en Europa y, de repente, el 50% de los 17 elegidos son mujeres. ¿Dirías que ha existido machismo en la ESA hasta ahora?
S.G: No sabría si calificarlo de machismo. A lo mejor no se ha publicitado tanto, no se ha animado tanto a las mujeres o se las ha hecho creer que realmente pueden apostar por esto porque son igualmente válidas. A lo mejor era un poco de… ¿autorrepresión? De creer que esta es una profesión reservada para hombres y no intentarlo por pensar que no íbamos a tener una oportunidad.
Desde luego, hay todavía muchas cosas que cambiar y esperamos que vaya en esa línea, pero desde luego se está incentivando que todas las mujeres a que se animen a enfrentarse a lo que sea.
¿Creéis que existe la vida extraterrestre?
S.G: Yo estoy convencida de que hay vida extraterrestre. Formas de vida, moléculas orgánicas… Si hay vida extraterrestre inteligente o seres antropomórficos como en las películas de ciencia ficción, tengo más dudas. Pero me encantaría que fuera así.
P.A: El universo es un sitio inmenso. Si ves la magnitud de nuestra galaxia, es algo que no nos cabe en la cabeza, pero cualquiera que vea el típico vídeo en el que te vas alejando y cada vez ves más cosas... ¡Buf!
James B. Irwin fue el octavo hombre en pisar la Luna y una de sus frases más famosas decía que, al estar en el espacio, sintió el poder de Dios como nunca antes lo había sentido. ¿Qué esperáis encontraros en el espacio? ¿A Dios a lo mejor?
P.A: A la ciencia [ríe].
¿Créeis en Dios?
S.G: No. No espero encontrar nada, pero sí tienes que sentir. No digo experiencias religiosas, pero estar fuera de tu planeta en el espacio, en la inmensidad, te tiene que hacer pensar en muchas cosas y reflexionar sobre lo pequeños que somos.
Supongamos que sois los elegidos para una futura misión a la Luna y, rizando el rizo, para salir de la cápsula y volver a poner un pie en su superficie. ¿Qué frase diríais para pasar a la historia de la humanidad?
P.A: No la tengo preparada, pero lo que sí haría sería plantar la bandera de León en la Luna.
S.G: Hay ya un meme con la foto de la Luna con un astronauta poniendo la bandera de León [risas]. Yo no he pensado frase pero sí en que, si en algún momento me dan una misión, tendré que darle vueltas a la frase.
"¿Ir a Marte en una misión suicida? Si quiero jubilarme por todo lo alto y contribuir a la Humanidad, a lo mejor"
Pongámonos en el extremo opuesto. ¿Qué pasaría si finalmente no podéis realizar ningún viaje espacial?
S.G: No vamos a negarlo, sería decepcionante: un astronauta que no vuela… Pero habría que darle un poco la vuelta y ver cómo toda la formación, toda tu posición, puede dar muchos beneficios, desde dar soporte a misiones que ya están en órbita hasta hacer divulgación, concienciar… Pero, como astronautas futuros, es innegable que sería decepcionante.
¿Iríais a Marte si supierais que no podéis volver?
S.G: ¿Si se confirma que es una misión suicida? Habría que valorar las circunstancias. Si quiero jubilarme por todo lo alto y contribuir a la Humanidad, pues a lo mejor [bromea de nuevo].
El otro día en la radio un periodista dijo que cambiaría cinco años de su vida por cinco minutos en el espacio.
S.G: Es un poco trampa, dijo que cambiaría los cinco peores años de su vida [ríe].
P.A: Realmente te estás exponiendo a una dosis más alta de radiación que en la Tierra y puede afectar a tu esperanza de vida, así que igual sí que estamos haciendo ese intercambio.
S.G: En realidad, sí. En una misión a Marte, aunque hubiera retorno, te va a costar más de cinco años de vida probablemente en el impacto a tu salud posterior.
En el caso de que algo fallase en una misión en el espacio, ¿sentiríais que vuestra vida ha merecido la pena?
S.G: Sí.
P.A: Por supuesto.
¿Cómo llevaríais el hecho de no poder tener relaciones sexuales?
P.A: Bueno, bueno, no sabemos lo que puede pasar. Lo que pasa en Marte se queda en Marte [bromea de nuevo].
S.G: Nos han preguntado si se podía hacer el amor en la Estación Espacial Internacional y digo yo que en algún momento querrán estudiarlo. Así que nunca se sabe…
¿Qué aporta a la ciencia la exploración tripulada por humanos cuando tenemos tantos problemas que resolver en la Tierra?
P.A: Al final, la exploración tripulada te pone tan al límite y tienes que resolver tantos problemas que acabamos desarrollando tecnología que antes no existía. Por ejemplo, el agua que bebes en la Estación Espacial es la misma siempre, el café de hoy es el café de mañana, y esto se aplica ya en la Tierra. Hay proyectos en África en poblaciones con déficit de agua donde se aplica la misma tecnología
S.G: Mucha de la tecnología que se ha desarrollado para los astronautas, como ropa que no huela, la cirugía láser para operar la miopía, una parte de ello se desarrolló por proyectos del espacio.
¿Pensáis que podríais haber sido elegidos como astronautas de la ESA con otro gobierno?
P.A: Depende del interés que tuviera ese gobierno en la ciencia y cuánto apostara por ello. Es evidente que la contribución de España ha subido, ha doblado la inversión en los últimos años, pero ese dinero no se ha puesto para que nosotros estemos aquí, sino que vuelve en forma de liderazgo de misiones.
¿Cómo va a influir en la carrera espacial el hecho de que la ESA haya roto relaciones con Rusia? La nave en que Pedro Duque viajó al espacio era rusa.
P.A: Influye negativamente. La Estación Espacial Internacional es el único proyecto en el que se sigue colaborando con Rusia, y se hace así porque, simplemente, no queda otra opción, es necesario hacerlo para mantener la operativa. Es una de las construcciones humanas más caras de la historia y de la que obtenemos retornos científicos que nos ayudan en la Tierra y válidos para toda la humanidad.
Vuestro predecesor, Pedro Duque, acabó siendo ministro. ¿Os veríais como ministros de Ciencia en el futuro?
P.A: No. Diana Morant lo hace muy bien.
S.G: Ahora te digo que no me veo en política en el futuro, pero la vida da muchas vueltas y nunca se sabe.