Rafael Repiso es investigador de la Universidad de Málaga y editor de la revista 'Comunicar'.

Rafael Repiso es investigador de la Universidad de Málaga y editor de la revista 'Comunicar'. Pablo García Santos

Ciencia

Así intenta Rusia comprar revistas españolas por 100.000€ y blanquear malas investigaciones

Rafael Repiso, editor de una revista de ciencias sociales, cuenta cómo le ofrecieron publicar un paquete de 100 artículos a mil euros cada uno.

20 mayo, 2023 02:56

España no es ajena a la red de falsificaciones de artículos que corrompe el sistema científico mundial. Un estudio reciente, fuertemente criticado pero que da una pista sobre el alcance del problema, ponía cifra a la situación: más de una cuarta parte de las investigaciones publicadas en 2020 eran sospechosas de ser falsas. En ese entramado, España también ha sido víctima. O al menos lo han intentado, con ofertas de hasta 100.000 por publicar haciendo la vista gorda.

Rafael Repiso es investigador y profesor en la Universidad de Málaga, experto en biblioteconomía y documentación, así como en evaluación de la ciencia: es consultor de EC3metrics, una spin-off de la Universidad de Granada dedicada a la asesoría para la gestión de la I+D+i.

Aparte, es editor adjunto de Comunicar, "la primera revista española de ciencias sociales en entrar en el primer cuartil del Journal Citations Report (JCR)", una base de datos que mide el factor de impacto de las revistas científicas. Entrar en el primer cuartil significa formar parte de la élite, estar en el 25% de las revistas más citadas.

"Es la revista sobre comunicación y educación mejor posicionada en España e Iberoamérica", resume Repiso. Fue en 2008 cuando se incluyó por primera vez en el JCR, es decir, cuando empezó a contar en el mundo científico, "y en 2015 nos pusimos en el primer cuartil".

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Se trata de una posición de poder. Para un científico, publicar en una revista de ese nivel es un mérito que abre las puertas a más financiación, mejores becas, el visto bueno a proyectos de investigación personales y suma puntos para conseguir plazas fijas, cátedras, etc. Para una universidad implica aumentar su prestigio internacional, ejemplificado en el famoso ránking de universidades de Shanghái.

Esto hace que investigadores y universidades quieran publicar sus trabajos en una revista como Comunicar, incluso a pesar de que su área de conocimiento sea distinta que el área objetivo de la revista.

Cuando alcanzaron el primer cuartil, "empezaron a llegarnos ofertas raras", explica Repiso. Un pantallazo de uno de los múltiples correos electrónicos que les llegaron, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, procedía de la Universidad Federal de Kazan, a medio camino entre Moscú y Ekaterimburgo, ya en la Rusia profunda.

En él, la jefa del Departamento Científico y Educacional de la universidad comenta que están preparando "30 artículos en colaboración internacional con autores de universidades de otros países, nuestros interlocutores sociales, porque algunas de las revistas indexadas en Scopus [una de las bases de datos más importantes] no pueden aceptar muchos artículos de una única universidad. Así que nuestros artículos estarán escritos en colaboración internacional".

Captura de pantalla de uno de los correos enviados a los editores de la revista 'Comunicar'.

Captura de pantalla de uno de los correos enviados a los editores de la revista 'Comunicar'.

Seguidamente explica que ya han publicado en otras revistas indexadas internacionales y pregunta si "es posible arreglar un número especial en Comunicar", pide ayudar para hacerlo y pregunta por el precio. Aunque el lenguaje utilizado tiene cierta ambigüedad, Repiso ya está acostumbrado a él: "Es gente que lo que quiere es blanquear malos trabajos y hacerlos pasar por buenos. Nos proponen mandarnos un paquete de artículos y, acríticamente, se los publicamos a cambio de equis dinero".

El investigador malagueño afirma que no es el 'paquete de artículos' más grande que le han propuesto publicar. "Hace años, unos rusos nos ofrecieron como 1.000 euros por artículo". Era un paquete de un centenar: por hacer la vista gorda, su revista iba a ganar 100.000 euros. Ahora, dice, "se pagan como a 2.000".

Aquí es momento de hacer un matiz. Hay dos modelos económicos en las revistas científicas: el tradicional, donde los que se suscriben a las mismas (generalmente, universidades) pagan una cuota, y el de acceso abierto, donde el que paga es quien envía el texto. La justificación es que esa tasa les permite mantener el altruismo del libre acceso sufragando los gastos de edición, mantenimiento de servidores, etc.

En este último modelo hay tasas de todo tipo. Quien busque publicar en acceso abierto en Nature ya puede ir preparando 9.500 euros. Comunicar es más humilde: "Si es un proyecto financiado, les pedimos que compren una decena de ejemplares en papel para ayudar a la distribución; si no lo es, no pagan nada". Con esta política, 100.000 euros son muy golosos.

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Repiso, que tiene la costumbre de no contestar ese tipo de correos, habla de dos tipos de remitentes: universidades rusas y empresas chinas de asesoría académica. Bajo este último paraguas se esconden las llamadas paper-mills o granjas de artículos, productoras de trabajos falsos a gran escala, cuyas firmas venden al mejor postor garantizando que serán publicadas en revistas de alto impacto como la del malagueño.

En el caso de las universidades rusas, no se trata tanto de trabajos falsos (que pueden serlos o no) como de calidad cuestionable y producidos a velocidad de vértigo para aumentar el volumen de publicaciones en revistas de alto nivel y así 'dopar' su posición en los rankings universitarios.

El de Comunicar no es un caso aislado. Este periódico se ha puesto en contacto con editores de otras revistas científicas españolas del primer cuartil. Varios reconocen no haber recibido ese tipo de propuestas pero el editor jefe de una de ellas, que prefiere permanecer en el anonimato, señala que "este tipo de comercio negro es real, me ha sucedido, y no solo querer colocar artículos por una cantidad, sino otras cosas extrañas también".

Actas de congresos

A Repiso también le han pasado esas "cosas extrañas", aunque esta vez no hace falta que lleguen de Rusia o China. Por ejemplo, los congresos científicos. "Constantemente nos escriben diciendo que nos dan dinero si les publicamos las actas como artículos".

Las actas contienen las comunicaciones presentadas en el evento, investigaciones más pequeñas y que pasan por menos filtros que las que aparecen en las revistas científicas. "Publicar artículos de congresos no es malo siempre y cuando el artículo haya pasado los filtros; el problema es publicar un paquete de artículos acríticamente".

El aliciente es el mismo: las personas pagan una cuota de inscripción al congreso con la garantía de que su comunicación será publicada como artículo, que puntúa mucho más como mérito. Incluso, comenta el malagueño, hay casos de congresos que a los asistentes les ofrecen una credencial de ponente invitado, algo que también puntúa en los concursos de méritos.

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Repiso reconoce que, de un tiempo a esta parte, las proposiciones desde Rusia y China han disminuido notablemente: encontraron la horma de su zapato en editoriales científicas que precisamente se nutren de ese modelo.

"Han encontrado caminos más fáciles, como la editorial MDPI que, por ejemplo, tiene una revista de congresos en que le envías las actas y las publican", señala. Esta editorial aglutina numerosas revistas de acceso abierto y ha crecido enormemente en los últimos años gracias al número de artículos publicados y modelos sospechosos como los monográficos, números especiales donde un editor invitado publica una serie de trabajos temáticos que, curiosamente, suelen ser suyos propios o de investigadores cercanos.

Este fast-food de las publicaciones científicas ha vivido un retroceso hace solo un par de meses. Web of Science, la base de datos de la que parte el Journal Citations Reports, expulsó de su listado decenas de revistas sospechosas de este tipo de prácticas. Entre ellas, varias de MDPI, incluyendo su buque insignia: International Journal of Environmental Research and Public Health, la segunda mayor revista del mundo en volumen, publicando casi 17.000 artículos solo en 2022.

En esta limpieza, Web of Science también se llevó por delante nada menos que 19 revistas de Hindawi, otra de las editoriales acusadas de blanqueadoras de trabajos de escasa calidad. ¿Volverán rusos y chinos a tocar la puerta de Comunicar? Eso será el problema de los nuevos dueños, una editorial británica que, por cierto, está cambiando la política de precios.