Octavio Pérez Luzardo.

Octavio Pérez Luzardo. Cedida

Ciencia

Octavio Pérez, experto en colonias felinas: "En 10 años, los gatos dejarán de ser un problema"

"El método CER es el único que ha demostrado eficacia" / "Un gato puede salir de casa si está controlado" / "Las 'locas de los gatos' se han encargado de un problema que nadie quería resolver" / "Si retiras a una docena de gatos, a los tres meses tendrás más"

3 agosto, 2024 01:27

"Los perros se controlan desde hace décadas. Hoy en día es muy raro ver a un perro abandonado porque se ha hecho un trabajo. Si hay demasiados gatos descontrolados es porque no se ha hecho absolutamente nada".

Octavio Pérez Luzardo es catedrático de Toxicología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Acaba de regresar de la isla de La Graciosa, una extensión de 29 kilómetros cuadrados al norte de Lanzarote, donde ha pasado cuatro meses censando y esterilizando gatos.

Lo ha hecho con heterogéneo equipo de 20 personas, desde un genetista a una trabajadora social, pasando por un ecólogo y un sociólogo.

"En dos años, el problema de La Graciosa con los gatos dejará de serlo. Y digo dos años por ser prudente: los resultados empezarán a verse en menos de un año".

A nivel nacional, si se mantiene el impulso y el interés, "solucionaremos el problema en 10 años y los gatos volverán a ser lo que siempre han sido: aliados".

Este veterinario es uno de los principales investigadores sobre control y manejo de colonias felinas en España, un problema creciente porque su capacidad de depredación puede amenazar a especies autóctonas. 

A este campo llegó por pura casualiad. "Continuamente me llegaba fauna silvestre envenenada con veneno para gatos", cuenta a EL ESPAÑOL. De ahí empezó a tirar del hilo del el impacto de los felinos en el ecosistema y los métodos para controlarlos, hasta convertirse en asesor para la ley 7/2023 de bienestar animal. La ley que prohíbe el sacrificio de animales de compañía –como los gatos– como método de control.

En cambio, apuesta por el método CER (captura, esterilización y retorno), algo que ha sido criticado por parte de la comunidad científica, que considera que es ineficaz. Alegan que es un método que necesita una alta cobertura y mucho tiempo para tener éxito.

Esto se debe a que las gatas tienen camadas numerosas y de forma frecuente. Reducir la población hasta un tamaño que no amenace la supervivencia de especies de pájaros, lagartos o pequeños mamíferos necesitaría un trabajo exhaustivo.

Decenas de jaulas con gatos comunitarios esperando a ser castrados durante la campaña en La Graciosa.

Decenas de jaulas con gatos comunitarios esperando a ser castrados durante la campaña en La Graciosa. Cedida

Pérez Luzardo sostiene que, pese a ser denostado, el CER "es el único método científico que ha demostrado, hasta la fecha, tener eficacia cuando se aplica bien". Quédense con esas últimas palabras, pues ahí está la clave, según este veterinario: ningún protocolo puede ser efectivo si se hace a medias.

Por eso se lanzó a La Graciosa con un equipo tan diverso de profesionales. El objetivo eran los gatos, pero para llegar a ellos, primero, hay que llegar a las personas. La pequeña isla tiene una población de unas 800 personas pero cada año pasan por allí medio millón de turistas, explica el científico. Estos generan suficientes residuos para mantener una amplia colonia felina.

El problema está en que también es una importante zona de nidificación de aves marinas. "Es un sitio de estudio por parte de ecólogos de todo el mundo", apunta Pérez Luzardo. "Y durante décadas no se había hecho nada, solo retiradas esporádicas de gatos de forma escondida porque la gente rechazaba que desaparecieran los gatos a pesar de ser un problema". Los gatos acababan cazando las aves y sus polluelos, amenazando su existencia.

Colaboración de las 'locas de los gatos'

En cuatro meses de campaña esterilizaron al 82% de los gatos. Quedaron 30 por capturar pero volverán a por ellos más tarde. El investigador prevé que en solo unos meses se noten los beneficios del programa.

Lo primero que hicieron el veterinario y su equipo fue censar la población felina. Cuántos gatos hay, identificarlos, determinar su edad y sexo... Y para ello contaban con aliados: "Había hasta 15 personas que se encargaban de dar de comer a los gatos por lástima".

Su labor era importantísima para el éxito de la misión: sabían qué gatos merodeaban la zona y dónde encontrarlos, cuáles eran asilvestrados y cuáles esporádicos (perteneciendo a un hogar). Una información valiosísima.

Pero la realidad es que se mostraban reticentes a colaborar. "Tenían una gran desconfianza, las puertas estaban cerradas. Tuvimos que hacer mucho trabajo de comunidad: reuniones con asociaciones de vecinos, tardes de cafés y charlas individuales explicando nuestro objetivo, etc."

Algunos seguían reticentes. "Una que cuidaba de 18 gatos nos echaba cada vez que íbamos a verla. A uno de nosotros se nos ocurrió visitarla con una caja de bombones y una botella de vino, nos conoció y fue cambiando de actitud. Al final logramos esterilizar seis de los gatos, al resto no llegamos porque ya estábamos al final de nuestra campaña y nos teníamos que ir".

Pese a que buena parte de la comunidad científica se muestra intransigente con dejar a los gatos domésticos salir de casa y el cuidado de los gatos callejeros, Luzardo es más comprensivo: "Un gato puede salir de casa si está controlado, no dejándolo suelto por las noches". Lo mismo con dar de comer a los gatos callejeros: "Si están controlados y esterilizados, no es problema".

Así, defiende varias veces el papel de estos cuidadores y cuidadoras informales. "Las llamadas locas de los los gatos se han estado haciendo cargo de un problema que nadie, desde la Administración, quería resolver de una forma humanamente aceptable".

Esta posición irreverente le ha granjeado la enemistad de parte de compañeros investigadores. "Me han presentado como polemista y nada más lejos de la realidad, pero ir en contra del dogma te coloca en una posición incómoda".

De hecho, durante el momento álgido del debate sobre la Ley de Bienestar Animal la presión fue tal que, admite, le acabó afectando a la  salud. "Voy a contracorriente pero convencido de que tengo razón y los primeros datos de mis estudios me la dan".

Gatos en la península

Dice haber acumulado "datos a punta pala" que irá procesando para mostrar la viabilidad del método CER frente a la retirada de animales, concepto que se asocia con el sacrificio pero tiene más que ver con la recogida en albergues y la adopción.

"Retirar animales no sirve porque genera un efecto de vacío: si quitas a los gatos pero quedan los recursos, van a venir nuevos gatos en cuestión de meses. Si retiras una docena, a los tres meses tendrás otra docena y varios más. Es ineficiente".

Se suelen mencionar ejemplos de éxito de la estrategia de retiradas felinas para conservar la biodiversidad del entorno, pero el veterinario puntualiza que solo ha sido eficiente en islas deshabitadas. "Y en Canarias somos más de dos millones de personas".

La Graciosa es una isla pequeña. ¿Se puede hacer lo mismo en otras más grandes y pobladas? ¿Y en la Península? Luzardo asegura que es más sencillo de lo que parece.

"Nosotros hemos empezado en la isla donde es más fácil hacerlo porque es un proyecto piloto, el protocolo de La Graciosa tendrá que ser adaptado a otros escenarios. Tenemos un grupo homólogo de la Universidad Complutense de Madrid trabajando en la Península con el mismo enfoque y nuestro objetivo es protocolizar entre 12 y 14 escenarios diferentes que nos podemos encontrar en toda España".

A este respecto, señala que "controlar los gatos de Madrid es lo más sencillo del mundo. Más difícil será ir al campus de la Complutense, El Pardo, espacios de valor ecológico con urbanizaciones y chalés de lujo cerca, etc."

Sobre este último aspecto señala que la tendencia a construir urbanizaciones (en toda España) en zonas de alto valor ecológico está generando problemas pues los gatos acaban acercándose a estos entornos y cazando especies protegidas.

La lección que quiere enseñar este veterinario a contracorriente es que cualquier programa para controlar a los felinos, por muy dañinos que sean, no servirá de nada si no se cuenta con el beneplácito y la colaboración de la gente del lugar.

"La solución a problemas que genera la gente no puede hacerse de espaldas a la gente. Hemos perdido demasiado tiempo con discutiendo en los despachos soluciones muy alejadas de la realidad social en España. Es hora de salir y actuar".