González-Zorn, desde uno de los laboratorios de la Universidad Complutense.

González-Zorn, desde uno de los laboratorios de la Universidad Complutense. Cristina Villarino E.E.

Ciencia

Bruno González-Zorn, experto en superbacterias: "Hay que controlar los antibióticos como se hace con los psicotrópicos"

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La resistencia a los antimicrobianos es una de las cuestiones que más preocupan a microbiólogos y expertos en salud. No es para menos, las cifras de muertes que se relacionan con este drama aumentan con cada investigación. Una de las últimas que han visto la luz cifra en casi 40 millones los fallecimientos en 2050 provocados directamente por este problema. 

En este campo, Bruno González-Zorn es, a todas luces, un pionero. El director de la unidad de resistencia a antibióticos de la Universidad Complutense de Madrid fue uno de los primeros en hablar de ello a principios de este siglo. En 2003 participó en el plan europeo que luchaba contra las superbacterias e impulsó el Plan Nacional de Resistencia a los Antibióticos aprobado en España en 2014. Su trabajo le ha llevado, además, a ser asesor de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) en esta materia.

En la semana mundial de la resistencia a los antibióticos, se muestra optimista respecto a esta cuestión. "Depende de nosotros, pero podemos revertir la situación". Aunque no quita el ojo de los nuevos factores que puedan complicarlo todo, como la resistencia a los antifúngicos o el aumento de las Infecciones de Transmisión Sexual. En Francia e Inglaterra ya hay cepas de gonorrea resistentes al tratamiento y no cree que se vaya a quedar ahí. "Probablemetne, durante este año, también aparecerán en España".

¿Por qué hay resistencia a los antibióticos? ¿Por sobrepreescripción o por mal uso de los pacientes?

La resistencia a los antibióticos es un fenómeno natural que se acelera con su utilización. Para preservarlos, debemos conseguir que la población los use con cabeza. Esto es, no automedicarse y acabar el curso de los medicamentos como los ha pautado el médico o el veterinario, si es para tu animal de compañía. Tampoco hay que no acumularlos en casa, sino devolverlos a los puntos SIGRE de las farmacias.

La otra parte son los prescriptores, que son quienes deciden cuántos antibióticos se usan en un país. No se puede recetar como hace 15 años. Los fármacos más nuevos debemos reservarlos para los casos realmente graves y, sobre todo, no se pueden prescribir de forma preventiva. 

¿Cómo está España en ese sentido?

En España el 90% de los ciudadanos tiene antibióticos en casa. Esto demuestra hasta qué punto no se manejan bien estos medicamentos en nuestro país. El español todavía asocia tomarse un ibuprofeno o un paracetamol con un tratamiento con amoxicilina. 

Las farmacias también tienen un papel importante. Sabemos que entre el 5% y el 10% los vende sin receta. Esto es algo muy perjudicial para los ciudadanos y habría que tomar medidas más inmediatas que ayudarían al cambio de actitud que necesitamos en la sociedad. 

¿Qué medidas sugiere contra esto?

Igual que se hizo con el tabaco y con el uso del cinturón de seguridad, con multas. Al final, también hay que proteger a ese 90% de establecimientos que sí lo hacen bien. También habría que controlar los antibióticos como se hace con los psicotrópicos. No puedes ir a la farmacia y pedir ketamina, pero el nivel de control con estos otros fármacos no es tanto. Solo con ese nivel de restricción, ya mejoraría mucho en términos de resistencia. 

¿Cómo se relacionan la perspectiva de One Health y la resistencia a los microbianos con problemas sanitarios como el que se está viviendo con la gripe aviar en Norteamérica?

Está claro que las bacterias y los virus se mueven entre humanos, animales y medio ambiente con total libertad. Por eso, el One Health es el buque insignia de quienes investigan en estos tres ámbitos. Ese traspaso de microorganismos depende de cada país y cada sistema. En Europa, la mitad de los ciudadanos tiene animales de compañía en casa. Esto es muy importante porque sabemos que compartimos más bacterias con nuestra mascota que con nuestro vecino. 

Hay que empezar a explorar hasta qué punto eso es también una cuestión de One Health en la resistencia a los antibióticos. Ya no es una cuestión de que estemos pendientes de nuestra salud y de que podamos resistir las infecciones. Si queremos estar sanos, tenemos que garantizar que nuestro animal de compañía también lo esté.

El año pasado, en una entrevista con este medio, afirmaba que en 2050 se producirían 10 millones de muertes por las superbacterias. Un año después esta previsión ya habla de 39 millones.

El mensaje tremendista no me gusta, creo que no lleva a nada amenazar a la gente diciéndole que vamos a morir todos. Además, no sirve de nada. Hay que positivizarlo, por eso no quiero ser derrotista. Quiero pensar que esas cifras son predicciones que no son capaces de incluir los cambios sociales y de actitud que pueda haber en las sociedades. Si seguimos como estamos, y con las cifras que hay, esa es la previsión. Sin embargo, si trabajamos en ello, y nos lo tomamos en serio, lo podemos revertir.

Igualmente, no podemos olvidar que, en esas predicciones, España va a ser el país más perjudicado de Europa. En el futuro los mayores serán los más afectados por la resistencia a los antibióticos y nuestro país va a contar con una población muy envejecida. Tenemos que prepararnos más que otros países.

En la misma entrevista, afirmaba que una infección de orina podría matarnos. ¿Existe la posibilidad de desarrollar fármacos a los que no seamos resistentes todavía para evitar que muramos por infecciones que actualmente se curan en unos días? 

Es un tema muy interesante. Ninguna empresa de más de 500 trabajadores está desarrollando antibióticos actualmente. La industria ha abandonado su desarrollo porque no sale rentable. No se arriesgan a estar 15 años trabajando en nuevos fármacos cuando realmente se acabará desarrollando resistencia.

Las leyes de mercado no son suficientes para que esto ocurra, por lo que hacen falta incentivos públicos, subvenciones, para que las farmaceúticas retomen este camino. Llevamos décadas usando los mismos antibióticos y ya no hay ningún ecosistema que no esté colonizado por bacterias.

¿Se está haciendo lo suficiente en la lucha contra la resistencia a los antibióticos?

Hemos conseguido concienciar muy bien a los expertos, pero todavía queda trabajo. En el último año, ha aumentado un 1% el uso de antibióticos, lo que ha roto la de descenso que llevábamos desde 2014 en España. Esto significa que lo hemos hecho bien en la primera etapa, pero que ahora necesitamos un esfuerzo mayor para seguir avanzando.

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¿Cuál es el principal obstáculo político o social para lograrlo?

Creo que el mayor cuello de botella está en la Atención Primaria y en la sociedad. Seguimos siendo uno de los países con mayor consumo de antibióticos en este ámbito. Para cambiarlo hay que formar al prescriptor, para que no los recete si no hacen falta, y al paciente para que tampoco lo reclame. Algunas infecciones son víricas y hay que tener paciencia, porque estos fármacos no sirven para eso. 

Seguimos pensando todavía que el acceso a un antibiótico es fácil y sencillo porque todo el mundo lo acaba consiguiendo de alguna forma. Te puedes automedicar u obtener la receta fácilmente, esa es la barrera que tenemos que saltar en los siguientes años.

En el enfoque One Health, ¿cuál cree que es el agente más subestimado?

Las ciencias sociales. Durante mucho tiempo hemos pensado que cooperando algunos expertos en salud era suficiente y hemos subestimado a otros compañeros de ramas más sociales y también de medio ambiente. Necesitamos expertos en antropología, sociología, filosofía y economía, que nos ayuden a comprender por qué una sociedad es como es y cómo podemos influir en su desarrollo y en su toma de decisiones. Hace falta un cambio de comportamiento y eso no se soluciona con investigadores en salud o medioambiente.

La genómica ha mejorado la investigación en muchas ramas de la ciencia, ¿con la resistencia a los antimicrobianos ha ocurrido también?

La información genómica nos está ayudando mucho, sobre todo ahora que tenemos acceso a la información del microbioma completo de todos los seres humanos del mundo. Esto nos está ayudando a encontrar nuevos genes de resistencia a los antibióticos. Sin ir más lejos, el lunes publiqué un artículo en el que hemos analizado las bates de datos con estos datos. Hemos encontrado posibles genes de resistencia a los antimicrobianos en Canadá y China, tanto en humanos como en animales. 

Estamos buscando nuevos genes de resistencia a antibióticos en el medio ambiente, en distintos ecosistemas y es posible que haya un gran agujero negro ahí. Un reservorio de generándose en bajas cantidades en bacterias que no cultivamos pero que se sabe que están ahí. Esto nos puede permitir adelantarnos a la emergencia.

¿Se puede ir por delante de las bacterias?

Es complicado, porque no son solo las que existen ahora. Ya están llegando nuevas bacterias y las comparten humanos y animales, pero con esa información genética sabemos dónde puede crecer. Investigaciones como la que hemos hecho nos permiten adelantarnos porque podemos saber qué genes de resistencia se están desarrollando en el intestino de las personas, de los animales, o en el medio ambiente en cualquier parte del mundo.

No podemos perder de vista que la naturaleza es impredecible y que hay factores que están influyendo en la adaptación de virus y bacterias a nuevos entornos. Por ejemplo, el cambio climático o la deforestación. Estamos invadiendo ecosistemas y pueden surgir microorganismos a los que no nos hemos enfrentado nunca que se adapten fácilmente al organismo humano.

Impulsó hace 20 años el primer plan europeo para luchar contra la resistencia antimicrobiana. ¿Cómo están las cosas dos décadas después?

Hemos conseguido que el mensaje vaya profundizando y calando en todos los sectores de la sociedad. Se ha normalizado completamente el estudio de antibióticos y es una suerte poder vivir una transformación así. Soy optimista y creo que, realmente, vamos a poder luchar contra esto. He visto el cambio de actitud de profesionales (sanitarios y no sanitarios) y organizaciones de todo tipo.

Hace unos años era impensable y desde 2022 trabajamos en el cuatripartito, que une a la Organización Mundial de la Salud, la FAO [Organización de la ONU para la alimentación y la agricultura], la Organización Mundial de Sanidad Animal y el UNEP [siglas del programa de medio ambiente de la ONU]. Las cosas tardan, pero al final se ejecutan y funcionan. Va a haber un cambio radical en 20 años, van a ser históricos.