Las rocas más antiguas jamás halladas en nuestro planeta forman parte del llamado cinturón de Isua, al oeste de Groenlandia. Ahora, un equipo de científicos liderado por Allen Nutman, de la universidad australiana de Wollongong, ha publicado esta semana en Nature que esas rocas contienen el fósil más antiguo jamás encontrado, una capa microbiana que podría marcar el inicio de la vida en nuestro planeta, aunque ya les advertimos que este hallazgo traerá polémica.
Nuestro planeta -ya saben- tiene 4.500 millones de años de antigüedad, pero pasó los primeros millones en estado de formación. Durante aquellas primeras eras, llamadas Arcaica y Hádica, la corteza era principalmente roca fundida, y por eso no queda prácticamente nada de aquella superficie que se solidificó por primera vez.
Existen dos excepciones principales, el macizo del labrador sobre el que se asientan Groenlandia y buena parte del norte de Canadá y los gneises (rocas metamórficas) del monte Narryer en Australia occidental. Aquí se han encontrado las piedras más antiguas en buen estado de conservación, y es gracias a estos dos sitios que comprendemos bien lo que ocurrió en la Tierra antes de la aparición del primer ser viviente.
"Estas no son el tipo de rocas que un paleobiólogo consideraría prometedoras para hallar signos de vida, dado que no son sedimentarias como aquellas que cobijan a la mayoría de los registros fósiles de la Tierra", explica Abigail Allwood, astrobióloga del Instituto de Tecnología de California que ha participado en el trabajo de Nature. "En cambio, son metamórficas, lo que significa que han sido, en gran parte, deformadas y alteradas por el calor y la presión a gran profundidad".
Una rareza geológica
Sin embargo, Nutman descubrió una rareza. En un área recientemente despejada por el creciente deshielo que afecta a Groenlandia aparecieron rocas que habían sobrevivido razonablemente bien al tiempo geológico y todavía conservaban intactas algunas de aquellas primeras capas de sedimento. En concreto, encontraron comunidades de microorganismos sedimentados, llamadas estromatolitos, de entre 1 y 4 centímetros de espesor que resultaron tener 3.700 millones de años.
El anterior candidato a ser vivo más antiguo de la Tierra, otro estromatolito encontrado hace unos años en el cantón Pilbara, al oeste de Australia, tenía entre 3.350 y 3.480 millones de años, por lo que el récord de antigüedad ha quedado batido por 220 millones de años.
"Los estromatolitos del cinturón de Isua crecieron en un entorno marino de poca profundidad", explica en el trabajo Allen Nutman, quien añade que la presencia de éstos demuestra "el establecimiento de una producción de carbonatos marinos con secuestro biótico de CO2".
Existen estudios genéticos moleculares que sostienen que la vida pudo comenzar incluso antes, en el eón Hádico, hace más de 4.000 millones de años, justo tras el intenso bombardeo de asteroides que sufrieron la Tierra y la Luna durante su infancia planetaria. La dificultad es, como citábamos antes, encontrar pruebas de esta época.
Sin embargo, haber atrasado en 200 millones de años el primer registro fósil del planeta puede tener implicaciones muy interesantes. Por ejemplo, como indica Allwood, "nuestra comprensión de la naturaleza de la vida en el Universo está determinada por el tiempo que tardó la Tierra en establecer las condiciones planetarias ideales para la vida", explica. Y lo primero que viene a la mente tras este hallazgo es Marte.
La nave Curiosity encontró en 2014 rocas formadas en un agua químicamente apta para albergar vida, pero... ¿tuvo ese agua el tiempo suficiente como para hacerlo en el Planeta Rojo? Como dice la investigadora de Caltech, tras este hallazgo tenemos un ejemplo de vida con la que compararlo. "Y si las estructuras de Isua son de hecho microbianas, entonces la respuesta de ese ejemplo es que sí".