Sabemos que el ser humano sólo emplea el 10% de su cerebro. Sabemos que las personas son más racionales o más creativas según utilicen más la mitad izquierda o la derecha de su cerebro. Sabemos que es conveniente beber ocho vasos de agua al día. Sabemos que la Gran Muralla china es la única construcción humana visible desde el espacio.
¿O no? En realidad, lo que sabemos es que nada de esto es cierto. Son simples mitos populares sin ninguna realidad científica, utilizados a menudo como ganchos publicitarios para vender productos de lo más variado. Se diría que la publicidad adora revestir sus mensajes con referencias científicas, lo cual sería encomiable si se eligieran datos efectivamente probados por la ciencia. Pero a menudo no es así.
Estos mitos suelen tener orígenes confusos; la publicidad se limita a explotarlos cuando ya están instalados entre la población. Sin embargo, un ejemplo más retorcido es el del dato deliberadamente inventado por una compañía con la connivencia de algún presunto científico, a sabiendas de que no existe ninguna ciencia real que lo avale. Es el caso del Blue Monday, el "día más triste del año", supuestamente el tercer lunes de enero; hoy, día 16.
Un gancho publicitario
La idea del Blue Monday goza de un éxito pasmoso: cada año, medios de todo el mundo informan de la fecha presuntamente fatídica, y muchos entre el público lo conocen. Quienes le otorgan alguna credibilidad siguen esta versión: en 2005, un psicólogo de la Universidad de Cardiff llamado Cliff Arnall diseñó una ecuación que consideraba el tiempo transcurrido desde Navidad y las deudas generadas por las fiestas en comparación con los ingresos, los propósitos fallidos de año nuevo, la climatología y los factores de motivación, para concluir que ese tercer lunes de enero es estadísticamente el día más deprimente del año. Arnall habría creado la ecuación por encargo de la compañía de viajes Sky Travel, interesada en conocer cuándo sus posibles clientes tendrían más probabilidad de contratar escapadas para huir de la melancolía.
En aquel 2005, incluso medios tan prestigiosos como la BBC o la NBC mordieron el anzuelo. Pero tal como reveló en 2006 en el diario inglés The Guardian el médico, divulgador y escritor Ben Goldacre, investigador de la Universidad de Oxford y autor del blog Bad Science (Mala Ciencia), la historia real era algo diferente: la agencia de comunicación Porter Novelli, trabajando para Sky Travel, había contactado con varios psicólogos ofreciéndoles dinero a cambio de que firmaran con su nombre una nota de prensa ya confeccionada con la invención del Blue Monday. Arnall no hizo ningún estudio, sino que se limitó a aceptar la oferta.
Incluso la Universidad de Cardiff reaccionó a los artículos de Goldacre aclarando que Arnall sólo había trabajado para ellos durante un breve período como tutor a tiempo parcial. El neurocientífico de la misma Universidad y divulgador Dean Burnett explicaba en 2012 en el diario The Guardian que la relación de Arnall con la institución se había limitado a impartir algunas clases relacionadas con materias de psicología en el centro de educación para adultos, y que "nadie [en la Universidad] había oído hablar jamás de él".
Una fórmula disparatada
Claro que tampoco es necesario destapar el proceso real de cocción de la presunta ecuación de Arnall para desacreditarla. Con independencia de su origen, el principal problema de la fórmula es que no es realmente una fórmula, sino que sólo lo parece. Aparte de haber sido simplemente inventada, ni siquiera tiene ningún "sentido matemático en sus propios términos", en palabras de Goldacre.
Un ejemplo: para calcular algo tan simple como la velocidad media de un viaje en coche hay que dividir la distancia recorrida entre el tiempo transcurrido, ambos en unidades estándar que dan como resultado, por ejemplo, 108 kilómetros por hora, o km/h. La fórmula de Arnall, según una de sus versiones publicadas, suma unidades de tiempo meteorológico (que no existen) y dinero, lo multiplica por tiempo elevado a tiempo, y divide todo ello por otras unidades inexistentes de motivación y sentimientos. En resumen, un completo disparate.
Burnett lo explicaba así: "Es como decir: ¿qué obtienes si combinas a) 14 kilos de arena, b) 53 oC, c) 143 km/h, d) Una comadreja? Como mucho, obtendrías una comadreja arenosa rápida y caliente, lo que no sería de utilidad para nadie, pero podría atraer algún interés de los medios". Y es precisamente esta consideración lo que para Burnett hace del Blue Monday un caso nocivo: el interés de los medios por algo que no sólo es falso, sino que además es "estúpido". "Creo firmemente que las pseudociencias como esta ecuación, presentadas regularmente como ciencia genuina en los principales medios, dañan la comprensión pública de la ciencia y la psicología", afirma. Para Goldacre, la divulgación en los medios de estas patrañas "vende la idea de que la ciencia es una frikada inútil, indulgente e irrelevante".
Banalizar la depresión
Algunos comentarios sugieren que reacciones como las de Goldacre o Burnett son desmedidas, y que el Blue Monday puede interpretarse como un meme puramente simbólico que contribuye a sensibilizar a la población sobre la depresión. Pero para Burnett, no hace sino banalizar un serio problema psicológico: "Es irrespetuoso para quienes sufren de auténtica depresión, sugiriendo que es algo menor y temporal que todo el mundo experimenta, en lugar de lo que puede ser una condición crónica e incapacitante".
De hecho, la fórmula de Arnall caricaturiza lo que es un posible efecto real, la influencia del calendario en las tasas de suicidios. Varios estudios han encontrado una estacionalidad de los suicidios que apunta a un pico máximo en primavera; sin embargo, no todos los análisis coinciden en esta conclusión. Algunas investigaciones también han observado un mayor número de suicidios los lunes respecto a otros días de la semana. Es más: el término Blue Monday ya se empleaba en la comunidad científica antes de 2005 para designar este fenómeno. Pero naturalmente, no hay nada sobre el tercer lunes de enero ni ningún otro día concreto del año; lo único que Arnall, Porter Novelli y Sky Travel han aportado es la impresión de que "la depresión es sólo algo fugaz que puede despacharse trivialmente", según Burnett.
Pero Arnall ha encontrado en el Blue Monday su filón. Después de triunfar con su fórmula, reparte consejos sobre cómo evitar la depresión, ya que, dice, "los estudios científicos no hacen lo que la psicología debería hacer: ayudar a la gente a hablar de sus sentimientos y sacar el máximo partido a la vida".
Y las actividades recientes de Arnall nos tocan de cerca: en enero de 2016 Promotur Turismo de Canarias, la empresa del gobierno canario encargada de la promoción turística del archipiélago, lanzó una campaña llamada #StopBlueMonday con el fin de proponer la visita a las islas como una especie de remedio contra la tristeza. La campaña de la entidad pública contó con la colaboración de Arnall, que naturalmente consideraba Canarias "el mejor lugar para decir adiós al Blue Monday", según Promotur. La agencia publicitaria DEC BBDO, que creó la campaña e "invitó" a Arnall a las islas, declaró que la iniciativa fue todo un éxito. No para curar la depresión, claro.