"Cuando un maestro coloque uno de mis violines entre su barbilla y su mano, se alegrará de que Stradivari vivió. De que hizo violines y los hizo de los mejores". La poetisa Mary Anne Evans, más conocida por el seudónimo George Eliot, dedicó una obra entera a Antonio Stradivari, creador de los violines más codiciados del mundo. La obra lleva por título Dios necesita a Antonio, un claro ejemplo del alcance de unos instrumentos míticos que los científicos llevan décadas analizando. Sin embargo, no todos creen que la diferencia esté en los materiales, sino en nosotros mismos y nuestra forma de evaluarlos.
Las creaciones de la familia Stradivari, realizadas entre los siglos XVII y XVIII, son ampliamente reconocidas a nivel mundial y algunos de sus instrumentos, especialmente los violines, han llegado a alcanzar precios superiores a los 15 millones de euros. En el Palacio Real de Madrid se guardan los conocidos como Stradivarius Palatinos, una de las colecciones más valiosas y que consta de dos violines, un violonchelo y una viola. También otros violines de la época, los creados por Giuseppe Guarneri, alcanzan altos valores en el mercado y tienen un prestigio y valor comparables a los de Stradivari.
Teniendo en cuenta el alto valor de estos instrumentos, no es de extrañar que a lo largo de las últimas décadas no hayan sido pocos los científicos que han tratado de encontrar el supuesto secreto de la fabricación de estos violines. Recientemente un equipo de investigadores de la Universidad de Taiwan ha publicado un estudio en la revista de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS) de EEUU, según el cual la madera de arce utilizada en la época tiene propiedades muy diferentes a las utilizadas para fabricar instrumentos modernos.
Según los autores de este estudio, "el uso que hacía Stradivari de arces tratados con minerales pertenecía a una tradición olvidada y desconocida por los fabricantes de violines posteriores". Los investigadores aseguran que, además, "la madera parece que se ha transformado debido al envejecimiento y la vibración, resultando en un material compuesto único no disponible para los fabricantes modernos".
No es la primera vez que alguien encuentra diferencias físicas entre estos violines y los modernos. Sin embargo, la mayoría de los esfuerzos se han centrado en explicar por qué estos instrumentos suenan mejor que los nuevos violines de alta calidad, pero pocos se han preguntado si esta afirmación es cierta.
¿Realmente suenan mejor?
"Las investigaciones se han centrado en las diferencias físicas entre los instrumentos, pero la realidad es que no tenemos una comprensión clara y obvia de cómo dichas diferencias pueden afectar a la respuesta acústica del instrumento", explica a EL ESPAÑOL la investigadora Claudia Fritz, del laboratorio de acústica musical del Instituto Jean Le Rond d’Alembert de la Universidad Pierre y Marie Curie.
Para esta investigadora el secreto de los Stradivarius o de los Guarneri no tiene porque ser algo físico y cree que, en lugar de los violines, habría que centrarse en los violinistas. "En lugar de buscar el "secreto" del Stradivarius, la investigación futura podría centrarse más en cómo los violinistas evalúan instrumentos", asegura esta investigadora.
Fritz fue la principal autora de un polémico estudio en el que trató de averiguar si los profesionales eran capaces de percibir a ciegas las diferencias entre un violín nuevo y uno antiguo, ya fuera un Stradivarius o un Guarneri. "Mi interés está más centrado en lo que los violinistas pueden sentir y percibir, y si pueden notar la diferencia entre un Stradivarius y un violín nuevo", explica esta investigadora.
Pero los resultados de aquella investigación sentaron como una bomba en la comunidad musical. Los violinistas no sólo no habían podido diferenciar los violines tras varias horas practicando, sino que en la mayoría de los casos preferían los instrumentos más modernos.
Entonces surgieron muchas voces críticas que señalaron algunas limitaciones del estudio, como que sólo se compararon seis instrumentos, que los intérpretes no eran solistas de alto nivel o que la prueba se llevó a cabo en una habitación de hotel.
Para intentar superar estas limitaciones y convencer a la comunidad de su descubrimiento, Fritz y su equipo llevaron a cabo un segundo experimento. En este caso, contaron con la participación de 10 renombrados solistas que practicaron a ciegas con seis violines italianos antiguos (cinco de ellos de Stradivari) y seis nuevos durante dos sesiones de 75 minutos, la primera en una sala de ensayo y la segunda en una sala de conciertos.
De nuevo, los resultados fueron concluyentes. "Volvimos a demostrar que no había pruebas claras de que los Stradivarius sean mejores herramientas acústicas", afirma Frtiz, quien sin embargo aclara que, aún así, "sí pueden ser mejores herramientas musicales cuando no se tocan con los ojos vendados".
Las expectativas hacen mejores a los Stradivarius
Aunque esta afirmación puede ser confusa, un artículo publicado en el mismo número de la revista da una posible explicación de por qué los violinistas siguen convencidos de que los Stradivarius son mejores violines. Según el autor de dicho artículo, el investigador del Departamento de Psicología de la Universidad McGill, Daniel J. Levitin, "las expectativas que los instrumentistas tienen cuando saben que están tocando un Stradivarius cambian su percepción a nivel neuronal".
El truco está en que nuestra percepción está vinculada a las expectativas en lugar de la señal acústica, "así que la gente está convencida de que lo que escuchan es mejor y, de hecho, escuchan algo mejor, incluso si la señal acústica es la misma o incluso inferior en calidad", explica Fritz.
Aún así, Fritz aclara que "eso no significa que no haya diferencias físicas" y que es normal que "los fabricantes de violines estén interesados en ellas". Pero insiste en que "dos tipos de diferencias físicas podrían cancelarse entre sí por lo que la salida acústica puede ser igual, incluso si los dos instrumentos son bastante diferentes".
Futuras investigaciones
Aún así, algunos intérpretes siguen recelando de los resultados de Fritz y aseguraron a la revista Science que quizás los instrumentos modernos suenan mejor tras una primera impresión, pero que los antiguos son capaces de ofrecer unos matices que sólo se pueden apreciar después de mucho tiempo de práctica.
Fritz asegura que siempre ha "pensado en hacer un estudio a largo plazo para investigar esta afirmación, aunque no sabría cómo llevarlo a la práctica". Aún así, la investigadora asegura que ya ha realizado otros experimentos que podrían desmontar esta hipótesis, aunque estos resultados aún están pendientes de ser publicados por una revista, por lo que no puede hacerlos públicos.
En cualquier caso, Fritz destaca el extraordinario trabajo de Stradivari y Guarneri "porque diseñaron instrumentos extremadamente bellos, que lograron sobrevivir muchos siglos a pesar de ser relativamente frágiles y evolucionaron con los cambios musicales".
Pero más allá de la cualidades acústicas de los instrumentos, es innegable que los Stradivarius se han convertido una leyenda de la música y puede que a ello hayan contribuido los poemas de Mary Anne Evans, quien llegó a asegurar que ni si quiera Dios podría haber construido aquellos preciados violines, "no sin Antonio".