El astronauta Chris Hadfield (Ontario, 1959) podía haber pasado a la historia por muchos motivos. Por ejemplo, por ser el primer canadiense en dirigir la Estación Espacial (ISS). Sin embargo, lo que le catapultó -es un decir, porque estaba en estado de ingravidez- a la fama mundial fue una versión del Space Oddity de Bowie, grabada hace ahora tres años y que ha registrado desde entonces más de 32 millones de visitas en su canal de YouTube. Esta semana, Hadfield ha aterrizado en Tenerife para participar en el festival Starmus.
¿Cómo se siente haciendo que los niños quieran ser astronautas?
Fundamentalmente, hay que preguntarse por qué hacemos las cosas, cuáles son tus motivaciones para algo. Algunas de ellas las haces por la emoción de hacerlas, porque eres curioso... Pero hay una parte que es la de marcar una diferencia, sentir que tu vida no ha servido sólo para tu beneficio. Como astronauta, básicamente te dedicas a perseguir cosas en las que estás interesado, ¡y es mucho trabajo! Pero al mismo tiempo, tus acciones sirven de inspiración para mucha gente. Cuando eres astronauta te conviertes en la cara de toda una industria. Cuando la gente piensa en NASA piensa en una persona, en un astronauta.
Además del rostro de una industria, el del astronauta también representa la ambición y superación humanas.
Sí, va más allá de la industria espacial, es todo lo que el ser humano puede conseguir como especie, como sociedad y como civilización. Sí, también es una situación privilegiada. La belleza de eso es que te da la oportunidad de conocer a millones de personas. He sido astronauta durante 21 años, he hablado a miles de alumnos en colegios, de primaria a posgrado. Es una gran combinación, hacer cosas importantes y cosas que inspiran a otros. He conocido a gente que ahora tiene 30 años y han hecho lo que han hecho en su vida por la inspiración que les supuso conocerme. Eso genera un enorme sentimiento de satisfacción.
En el medio año que pasó en la ISS se le vio mostrar cómo se lavaba los dientes, cómo interpretaba a Bowie, cómo se cortaba las uñas... ¿Todo esto fue espontáneo o la divulgación de la vida en el espacio era parte de la misión?
Ya llevaba 20 años como astronauta, mi misión para comandar la ISS era la tercera, y había hablado con mucha gente: gente a la que le importa el espacio y gente a la que no le importa en absoluto. Por tanto, yo ya sabía el tipo de cosas que les generaban curiosidad o cuáles no comprendían. Así que me dije que, si volvía al espacio, emplearía todo el tiempo libre que pudiera en compartir mi experiencia. Mis dos primeros vuelos fueron cortos, eran para construir la MIA y la ISS; el tercero duró casi medio año, así que tenía tiempo para intentarlo.
Cuando me cortaba las uñas pensaba: "Voy a encender la cámara". Mostraba cómo lo hacía y enviaba el vídeo a la Agencia Espacial Canadiense y ellos lo convertían en un vídeo de 90 segundos y lo enseñaban al mundo. No era mi trabajo principal, y aunque parecía mucho era una fracción minúscula de tiempo porque tenía que cortarme las uñas de todos modos. El impacto fue enorme, y la última vez que NASA abrió el reclutamiento de astronautas más de 18.000 personas mandaron su candidatura. Es una muestra del interés que los jóvenes tienen ahora en la exploración espacial desde que los otros astronautas y yo compartimos nuestra experiencia en redes sociales.
También tuvo un impacto secundario: muchos profesores usan ahora sus vídeos para explicar la gravedad, por ejemplo.
¿Sabe lo más gracioso? Usan mis vídeos para enseñar a otros astronautas: así es como se comporta el agua en el espacio, etcétera. Algunos de esos vídeos sólo tratan de ser entretenidos, otros los hice más científicos o más teóricos, precisamente para que usarse en la escuela o el instituto.
La primera que vez que subió al espacio fue en 1995. Cuando subió por última, 20 años más tarde, ¿hubo algún avance tecnológico que le llamara la atención por hacer su vida como astronauta mucho más cómoda?
Hay dos grandes diferencias. Primero, el avance en las estaciones espaciales. La MIR era pequeña, nueva, con energía insuficiente. La ISS es grande, tiene electricidad de sobra... Es como ir de tu primer laboratorio al más moderno y capaz que existe. La otra es la capacidad de compartir la experiencia. En mi primer vuelo teníamos cámaras y una emisora de radio amateur. No podía enseñarle nada a nadie en tiempo real, tenía que esperar meses. En mi última misión podía hacer una foto, y en cuestión de minutos, compartirla con mil millones de personas. Es un avance significativo, poder compartir una experiencia humana singular que pueda influenciar la vida de la gente.
¿Le afectaba psicológicamente saberse observado desde la Tierra?
No, de ningún modo. Quiero decir, era bonito, pero estás tan ocupado en una nave... el 99,9% del tiempo estás trabajando. Tuiteaba cuando me metía en mi habitación, a última hora de la noche, veía una foto bonita y la mandaba con unas palabras. Y el día siguiente, al irme a la cama, veía lo que la gente me había comentado.
Pensaba más bien acerca de sentirse solo a veces, echar de menos a amigos, pero saber que están viéndote casi cada día.
Creo que muchos músicos y artistas han usado los viajes espaciales como una metáfora de la soledad. Es curioso, pero no es algo solitario en absoluto. Estás ocupado, estás dando una vuelta al mundo cada 92 minutos, ves a todo el mundo que hay sobre la Tierra. ¡A todo el mundo! La gente más solitaria que he conocido viven en mitad de las ciudades. Vas al centro de Madrid y está lleno de gente sola. Me crié en una granja y jamás he visto a un granjero solitario. La soledad no es proximidad a otra gente, la soledad es un estado mental. Viajando al espacio no te sientes solo, es inmensamente unificador, te sientes parte del mundo porque lo ves todo, cada día, y luego tienes a los compañeros de tripulación y puedes hablar con Houston. No es como la gente se imagina, es magnífico.
La gente más solitaria que he conocido vive en mitad de las ciudades. Vas al centro de Madrid y está lleno de gente sola.
Otro cliché es imaginarse la ISS como un submarino, pero en realidad tiene... ¿900 metros cuadrados?
¡Cuadrados no, cúbicos! Es enorme, aunque es difícil de explicar porque normalmente pensamos en dos dimensiones, en metros cuadrados y no cúbicos porque estamos
pegados al suelo. Piense en lo grande que serían algunos sitios si pudiéramos volar, este hotel por ejemplo. Esa capacidad cambia tu habilidad para usar el espacio disponible. La ISS es como un par de aviones de los grandes, y sólo para seis personas. Imagine estar en dos Boeing 777 o Airbus, pegados, usted y cinco amigos. Es un sitio enorme, puedes pasar medio día en la estación y no ver a nadie más. Y además, todo está lleno de ventanas enfocadas a la Tierra. No es en absoluto como estar encerrado en un armario.
¿Hasta dónde cree que podrá expandirse la estación?
La ISS es una máquina, y todas las máquinas se rompen. Es una colección de ventiladores, bombas y cosas que se gastan. En algún momento se volverá demasiado difícil andar arreglando cosas más allá del fin de su ciclo de vida. La estación está diseñada para durar hasta 2028 o así, recientemente Rusia y Estados Unidos aprobaron apoyarla hasta al menos 2024. Piense que las primeras piezas son de 1998, ni siquiera quedan ya muchos coches con esos años.
Y mucho menos teléfonos móviles.
Ni móviles, ni ordenadores ni cámaras digitales. Se vuelve muy difícil seguir actualizando y manteniendo algo así. Pero creo que un gran propósito de la ISS es probar y desarrollar maquinaria o ideas que nos permitan ir más lejos. Es como decir que quieres navegar el Atlántico desde Tenerife. Primero tienes que andar cerca de la costa durante 30 años y practicar, y aprender cómo hacer las velas, guardar la comida, cómo navegar, cómo puedes vivir en el barco más y más tiempo. Así, si algo como el sistema de purificar agua no funciona, puedes volver y arreglarlo. Y así, un día, alguien dice: vamos hacia el Oeste.
En 2028 estaremos en posición de decir: vamos a la Luna para quedarnos permanentemente
Así que 2028.
Creo que para esa fecha estaremos en posición de decir: vamos a la Luna, no a poner una bandera y volver, sino a quedarnos permanentemente. Y entonces, ir más lejos.
¿Cuál es su opinión sobre los viajes espaciales comerciales?
Los viajes comerciales llevan por ahí desde 1967. La sonda que aterrizó en la Luna fue construida con ánimo de lucro por una empresa llamada Grumman, el transbordador
espacial fue construido con ánimo de lucro por Rockwell, la estación espacial estaba dirigida por Boeing... todo es comercial. La gente piensa que ahora comercializando los vuelos espaciales y no, en absoluto. Y en un vuelo no tripulado, una compañía privada puede comprar un lanzamiento a otra compañía privada, no necesita que el gobierno intervenga más allá del aspecto regulatorio. Para vuelos con humanos, es aún muy difícil que un ciudadano vaya y compre un vuelo espacial, pero nos estamos acercando. La comercialización existe desde hace tiempo, la privatización con humanos es aún muy nueva, pero unos pocos individuos muy ricos pagó al gobierno ruso para volar en la Soyuz. El viaje en avión solía ser sólo para ricos, el viaje en barco también y ahora es común, sólo es cuestión de que la tecnología sea lo suficientemente segura como para ser barata, pero eso es en lo que están trabajando Richard Branson, Jeff Bezos o Elon Musk.