Ir a trabajar y que las luces y la calefacción o el aire acondicionado se apaguen solos, acceder a la vivienda sin llaves, olvidarse de tener que encender o apagar la luz al entrar a la cocina o poder tener el dormitorio a la temperatura perfecta cuando llegas de un largo viaje en plena ola de frío siberiano... son ventajas que también redundan
en el bolsillo gracias al ahorro que el uso del Big Data del hogar pone a disposición del usuario de una casa inteligente.
Tener una vivienda con domótica puede parecer algo reservado a ricos y magnates de Silicon Valley pero la verdad es que la tecnología que lo permite se puede conseguir en Amazon por el mismo precio que la última televisión de 4K de 55 pulgadas, alrededor de 1.400 euros.
Pero como a día de hoy ni los operadores de cable ni la TDT ofrecen emisiones en 4K, la experiencia de la pantalla puede resultar frustrante en comparación con las posibilidades y seguridad que un hogar inteligente proporcionan.
Con esa cantidad podemos convertir un piso de dos dormitorios, un baño, cocina, salón y pasillo o un pequeño chalet en un hogar del futuro a nuestro servicio.
Los elementos necesarios para controlar una nevera, un enchufe o hacer que la temperatura se ajuste a la presencia de alguien en una habitación, así como para detectar humos o fugas de agua, se pueden adquirir por entre 45 y 55 Euros cada uno.
Basta con un solo sensor, un enchufe que sirve de luz de cortesía y un medidor de consumo; tres elementos por estancia para lograrlo. A esto podemos sumar un activador en caso de que las persianas sean eléctricas.
Cuatro elementos para cinco estancias por el precio más alto nos da la cifra de 1.100 euros, a la que hay que sumar el coste del cerebro del sistema, 200 euros, y 100 más de instalación por parte de un electricista de los componentes que van dentro de los interruptores de la luz y las persianas, en caso de que no queramos hacerlo nosotros mismos.
Todos los elementos son inalámbricos gracias la tecnología Z-Wave y la mayoría no necesita instalación especializada. De hecho podemos hasta ahorrarnos el electricista siguiendo unos sencillos pasos.
Tú tomas el control
"Siri, me voy a dormir" puede generar algo más que la educada respuesta que el asistente personal de Apple nos ofrece por defecto: "Me ha gustado hablar contigo". Con una casa inteligente, ese mismo mensaje desencadena una serie de acontecimientos que nos simplificaran la vida en el momento en que nuestra casa baja las persianas, cierra las puertas, apaga las luces y la calefacción de aquellas estancias que no vamos a usar.
¿Cómo funciona?
La domótica funciona de dos formas. En primer lugar por la acción del individuo al pulsar el icono de una app en el móvil o la tablet, pero la parte más productiva se realiza a través de órdenes que se ejecutan en función de unos parámetros determinados.
Por ejemplo, si el sensor de inundación detecta agua bajo el fregadero, entonces el interruptor de la electroválvula del agua se activa cortando el suministro, a la vez que se apagan el termo y la lavadora. En ese mismo instante en nuestro mail recibiremos un mensaje de alerta y una notificación al teléfono. Si tenemos una cámara IP, la domótica nos permitirá ver las imágenes de la cocina.
En invierno podemos programar la casa para que se suban las persianas entre las 9 y las 12 en el dormitorio orientado al este, pero condicionarlo a que luzca el sol. El mismo comando hará que en caso de lluvia las baje.
Seguridad y Ahorro
A medida que vamos integrando diferentes elementos, las posibilidades de gestión se multiplican y los resultados pueden repercutir incluso en el bolsillo.
Cuando podemos controlar cada radiador o incluso el sistema de aire acondicionado, o bien encender y apagar la caldera de gas las posibilidades de confort y ahorro se disparan.
Una casa inteligente genera un mar de datos que, bien utilizados, nos permite seleccionar el periodo perfecto de climatización o atender la demanda de agua caliente sólo en determinados momentos, lo que nos ayuda a mantener a raya el gasto en energía amortizando de paso la inversión.
Cada día puede ser diferente y si conocemos nuestras rutinas y horarios podemos optimizar la producción de agua caliente para que está esté disponible temprano los días laborables, pero el termo eléctrico o la recirculación se apague cuando sabemos que no habrá demanda de agua.
Unos minutos de reflexión y configuración pueden suponer ahorros importantes sabiendo que una vez configurado a nuestro gusto el sistema realizará las tareas por nosotros sin que tengamos que preocuparnos.
Si aprovechamos la información de los sensores de movimiento descubriremos que disponemos del sistema de alarma más avanzado en el que podemos cerrar las ventanas y puertas para atrapar al intruso hasta que llegue la policía.
Hijos bajo control
Un sensor de movimiento, una cámara conectada y otras funciones pueden ser una gran ventaja cuando se tienen hijos o personas mayores a cargo.
Ya no hace falta dejar una luz dada para evitar que el monstruo del armario aterrorice a nuestros hijos. Podemos hacer que la luz se apague una hora después de acostar al niño o que disminuya su intensidad poco a poco y combinar esto con una bajada gradual de la calefacción para que el niño coja el sueño con el máximo confort.
Además, la domótica doméstica permite controlar desde una smart TV hasta un sistema de sonido Sonos, con lo que sin necesidad de gastarnos más dinero podemos apagar la TV de los niños sin entrar en su dormitorio, o hacer que la música suene en las habitaciones que queramos cuando se ponga el sol.