Si se produjese una explosión nuclear, lo primero que vislumbraría nuestro cerebro nos haría pensar que el mismo Sol ha explotado. Posteriormente, se formaría una humareda en forma de hongo, y se oiría un gran estruendo en la zona. En el hipotético caso de sobrevivir a esta bomba atómica, se puede llegar a la conclusión de que nuestro organismo ha resistido una explosión cuya energía equivale a de 10 kilotones de TNT -un 66% de la energía liberada en las bombas atómicas de Japón de 1945-.
Aunque suene utópico e incluso exagerado, actualmente existen 14.900 armas nucleares en todo el planeta, y las que llegan al nivel de los kilotones son las más proliferativas de los últimos tiempos.
Sin embargo, si se presencia la explosión de una de estas armas, jamás se debería huir del escenario en coche, según el experto en física y radiación Brooke Buddemeier, del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore de los Estados Unidos.
Coches frente a bombas nucleares: error
Según Buddemeier, evitar usar vehículos en medio de una explosión nuclear sería aconsejable ya que las calles estarían llenas de conductores erráticos, accidentes diversos y escombros. Asimismo, y al margen de esto, afirma que hay una razón incluso más importante: el fallout.
Según este experto, el fallout es una mezcla compleja de productos de fisión -radioisótopos- creados por la división de los átomos tras la explosión nuclear. Muchos de dichos productos decaen rápidamente y emiten radiación gamma, una forma invisible y altamente energética de luz.
Una exposición a un exceso de este tipo de radiación en un corto espacio de tiempo puede dañar irremediablemente las células del organismo humano, provocando el llamado síndrome de irradiación aguda. Tan solo varios centímetros de tierra o plomo pueden proteger al organismo humano de una situación así.
Durante una explosión de 10 kilotones, los productos de fisión se mezclarían con la suciedad y los residuos de la atmósfera, además de mezclarse con la arena, tierra, cemento, metal y cualquier otro material cercano al área de explosión -un área que puede abarcar hasta 8 km de radio en el aire-.
Las partículas más pesadas caerían rápidamente, mientras que las más ligeras pueden ser transportadas muy lejos mediante las corrientes de aire.
Qué hacer en caso de explosión nuclear
Según Buddemeier, los actuales vehículos no otorgarían más protección que quedarse sentado en un camino al aire libre, pues sus materiales son muy ligeros. Sin embargo, la mayoría de la gente piensa que huir en coche es la primera opción y la más segura.
La opción más segura, según Buddemeier, es buscar una estructura robusta lo más rápidamente posible y ocultarse en su interior: el centro de un edificio de paredes gruesas, o el subsuelo de cualquier edificio, permaneciendo a cubierto entre 12 y 24 horas.
La razón por la cual hay que esperar tanto tiempo es que los niveles de radiación gamma disminuyen de forma exponencial tras la explosión nuclear, pero esto sucede lentamente donde el viento ha transportado partículas a gran altitud.
Recientemente un estudio sugirió que la mejor opción no sería buscar un refugio en el mismo lugar de la explosión, sino que sería conveniente encontrar un sótano o similar a al menos 5-6 km de distancia del punto de origen de la explosión.
Finalmente, Buddemeier puntualiza que hay una excepción al uso del coche: Si nos encontramos en un garaje junto al vehículo, el hormigón de alrededor podría actuar de escudo. En este caso, permanecer en el interior del vehículo con la radio encendida sería una buena opción.