El reloj que Elmar Mock lleva en la muñeca es negro mate con manecillas naranjas. Por supuesto, es de la marca Swatch. "Es un regalo de mi mujer y me gusta porque no tiene números, no tiene señaladas las horas y la aguja horaria y el minutero son exactamente del mismo tamaño, por lo que nunca estás seguro de qué hora es".
Siguiendo la estela vital de muchos genios creadores, Mock -que estos días asiste a la ceremonia de entrega al Inventor Europeo del Año, galardón al que ha sido nominado por sus invenciones- fue un mal estudiante. Sin embargo, a principios de los ochenta la industria relojera de su país puso ante él y su compañero Jacques Müller un reto mayúsculo: salvar al reloj suizo de la amenaza digital que llegaba desde Japón.
"En una situación de crisis hay más gente dispuesta a correr riesgos, es una buena oportunidad para que la gente loca haga cosas que nunca le permitirían si no estuviéramos en crisis", dice Mock a EL ESPAÑOL. "Pero no estaba intentando salvar la industria del reloj suizo, simplemente tenía la sensación de que era una buena idea".
Lo lograron precisamente creando el Swatch, un reloj sencillo pero elegante y, sobre todo, asequible que les permitió recuperar a muchos de los clientes que habían huido a colocarse en la muñeca un Seiko o un Casio.
La contribución esencial de Mock consistió en utilizar un sistema de ultrasonidos para unir las piezas del reloj, lo que le permitió prescindir de muchas de ellas y reducir el número de piezas necesarias de 91 a 51.
Ahora, el reloj suizo vuelve a estar amenazado, pero esta vez por la industria electrónica. Los grandes fabricantes pensaron que, instalados en el sector del lujo, estaban a salvo. Pero ahora los asiáticos están dejando de comprar relojes mecánicos caros y están optando por versiones de alta tecnología como el Apple Watch.
"En cualquier situación, los seres humanos acabamos repitiendo los mismos errores, ¿por qué tenemos que esperar a estar cerca del divorcio para aparecer con un ramo de flores, por qué no lo hicimos antes?", se pregunta el inventor.
En cualquier caso, a Mock esta nueva crisis le pilla lejos de la industria relojera. Pronto descubrió que su sistema de soldadura por ultrasonidos podía llegar más allá de la muñeca del brazo izquierdo.
Un día un miembro de su grupo sugirió que la tecnología podría servir para soldar más cosas además de las piezas de plástico y metal que componen un reloj. "Preguntó si podríamos soldar madera y todo el mundo dijo que era imposible soldarla, porque no puedes fundirla", explica Mock. Como era imposible, y por tanto interesante, lo intentaron y llegaron a crear una falsa soldadura entre una estructura porosa y un polímero, es decir, no estaban físicamente pegados pero tampoco se separaban. Bingo.
En aquel momento alguien añadió que la madera y el hueso eran muy parecidos estructuralmente, y que si lo habían logrado con una cosa quizá podrían conseguirlo también con la otra. "Los médicos también dijeron 'es imposible' pero tomamos dos trozos de hueso, medimos su temperatura y sus características y empezamos a hacerlo", explica Mock.
La clave es que los ultrasonidos generan un estado de licuefacción temporal muy breve en uno de los materiales que le sirve para unirse al hueso, penetrando en él y ramificándose. De esta forma, segundos después permanece unido al mismo para siempre. Finalmente, una compañía llamada KLS Martin compró la licencia de su start-up BoneWelding para su uso en cirugía craneomaxilofacial.
La madera llevó a estos investigadores al hueso, pero aquel no fue sólo un trampolín. En 2013, IKEA llamó a su puerta interesándose de nuevo por aquella curiosa forma de unir dos trozos de madera. Para una compañía que se dedica a ello de forma masiva, la tecnología de Mock era un caramelo muy apetecible. "Querían nuestra tecnología para, básicamente, dejar de usar tornillos y otros sistemas de fijación mecánica".
Un año más tarde, IKEA presentaba su línea de muebles Lisabo.
Mock, que además de estos ejemplos ha protagonizado decenas de otras patentes, ha descubierto su verdadera vocación: unir cosas. ¿Lo siguiente? Seguir probando. "El mundo va en una dirección muy interesante, nuevos materiales más ligeros y con mayor resistencia mecánica, y necesitamos tecnología capaz de unir estos materiales de una forma distinta", explica, "ahora estamos desarrollando nuevas formas de unión de diferentes materiales, cerámicos, metales o polímeros, todos a la vez".