Se llaman manzanas árticas y llegarán -cortadas en rodajas y envasadas en bolsas de plástico- a más de 400 tiendas californianas este otoño. Aunque no estarán etiquetadas como tales, según la revista Technology Review, se trata de un organismo modificado genéticamente (OMG), pero en esta ocasión la manipulación no va dirigida -como en la mayoría- a ayudar a los agricultores a mejorar su producción, sino que apela directamente al gusto del consumidor: estas peculiares manzanas no se ponen marrones una vez mordidas. En su forma prevista de presentación no adquirirán el tono parduzco aunque la bolsa de rodajas se abra y no se consuma de golpe.
Estas especiales frutas las desarrolló una pequeña empresa denominada Okanagan Specialty Fruits, que fue adquirida en 2015 por la biotecnológica estadounidense Intrexon. Esta compañía se ha estudiado muy bien las leyes estadounidenses y va a evitar la injustificada mala fama que rodea a los alimentos transgénicos con una Ley de etiquetado de 2016 que permite insertar un código QR en los productos que lleva a una web donde se detalla cómo se han hecho.
Además de su peculiaridad principal, la manzana de Okanagan tiene otra, que es su desarrollo independiente por una empresa pequeña, frente a otros OMG que se comercializan como semillas por gigantes biotecnológicos como Monsanto.
Para conseguir que las manzanas eludan el tono marrón una vez peladas, los ingenieros de la empresa modificaron el ADN de la fruta para producir menos polifenol oxidasa, o PPO, la enzima que provoca justo este efecto. Con ese silenciamiento genético se logra evitar el tono parduzco hasta tres semanas.
En realidad, se trata de algo que lleva tiempo preocupando a las empresas que comercializan fruta fresca y cortada en rodajas pero, hasta ahora, se había recurrido a métodos menos sofisticados para prevenirlo, como la utilización de una mezcla de calcio y vitamina C.
Esto ha enfadado especialmente a los grupos que se oponen a los transgénicos que ya han protestado y presionado a cadenas como Burger King para que no los vendan. La asociación Amigos de la Tierra declaró a The Independent que las manzanas árticas estaban "poco estudiadas, mal etiquetadas y eran innecesarias".
Sin embargo, el profesor de recursos económicos y agrícolas de la Universidad de California en Berkeley David Zilberman, consultado por Technology Review, explica que la manzana no presenta ningún riesgo para la salud y que está justificado que la empresa haya optado por un etiquetado discreto.