Para alcanzar un mundo en el que nadie fallezca por falta de órganos para trasplantar, los donantes humanos no bastan. Es por esto que la ciencia se aplica desde hace décadas en desarrollar tecnologías que permitan crear órganos a medida, supliendo los que nos fallen a lo largo de la vida por otros que minimicen la posibilidad de rechazo.
El cultivo de nuevos órganos a partir de células del propio paciente, modelados mediante impresión 3-D, es un avance prometedor. Sin embargo, para los más complejos, como un corazón o un hígado, los investigadores ponen sus esperanzas en los xenotrasplantes, el cultivo en el cuerpo de animales específicamente criados con fines médicos.
Los problemas de incompatibilidades entre donantes no son específicos a los trasplantes inter-especies, advierten los investigadores: salvo que el donante sea un hermano gemelo o que el órgano sea clonado, el cuerpo del receptor siempre experimentará rechazo. Una serie de investigaciones, sin embargo, abren la puerta a una solución: cultivo en animales pero con células del destinatario.
Hace un año, el equipo del español Juan Carlos Izpisua Belmonte, del Salk Institute for Biological Studies de California, presentó la primera de estas "quimeras", término heredado de la mitología griega que designa a una criatura híbrida. Se trataba de embriones de cerdos en sus primeros días a los que se les inyectó células madre humanas, y fueron implantados en el útero de cerdas.
Se lograron generar de este modo 150 embriones de cerdo en los cuáles una de cada 100.000 de sus células era humana. Solo vivieron 28 días antes, lo justo para confirmar la viabilidad del proyecto, antes de que su gestación fuera interrumpida por motivos éticos.
Ahora, la evolución de esta investigación ha sido presentada en el encuentro anual de la American Association for the Advancement of Science en Austin, Texas. Siguiendo la misma técnica, los investigadores de las Universidades de California y Stanford ha presentado embriones de cordero en los que el 0,01% total de sus células podía considerarse humano: una de cada 10.000. También fueron sacrificados a los 28 años.
"Es una contribución de células humanas muy pequeña. No estamos hablando de una oveja con cabeza humana" - explica uno de los autores de estudio Hiro Nakauchi. El siguiente paso llevaría a editar genéticamente el embrión animal para evitar que desarrolle el órgano que se quiere cultivar, e introducir células madre humanas para que rellenen la "pieza del puzle" que falta.
No obstante, la posibilidad de llevar a término estas gestaciones debe ser primero valorado por un Comité de Ética. El motivo es que los propios investigadores desconocen qué efectos podría tener la hibridación en el animal. "Si descubriésemos que las células humanas van a parar a su cerebro, - asegura Pablo Ross, coautor del trabajo, en The Guardian - no seguiríamos adelante bajo ningún concepto".