A día de hoy, la causa de la Enfermedad de Parkinson es desconocida, aunque si se sabe que existe una afectación particular de una zona cerebral, los llamados ganglios basales. Aunque esta afectación puede producirse por causas secundarias a otras enfermedades, en gran parte de las ocasiones se desconoce por qué sucede.
Ahora, un grupo de investigadores, cuyo trabajo se ha publicado en Annals of Clinical & Translational Neurology, aseguran que el sistema inmune podría tener mucho que decir en esta enfermedad neurológica. Estos neurólogos sugieren que el uso de unos fármacos denominados inmunosupresores provocarían una disminución del riesgo de sufrir párkinson.
Según los hallazgos de este nuevo trabajo, a cargo de Brad Racette y sus colegas del Departamento de Neurología de la Universidad de Washington en St. Louis (EEUU), el propio sistema inmune humano provocaría este declive hacia la enfermedad de Parkinson. Y, de hecho, suprimir la función del sistema inmune con los mencionados fármacos inmunosupresores podría prevenir el mal, caracterizado sobre todo por síntomas como la rigidez, la dificultad para caminar y el temblor.
Según comenta Racette, la hipótesis inmune ya se habría sugerido en anteriores trabajos, algo que se confirmaría en esta ocasión. De hecho, el año pasado Racette y sus colegas ya publicaron otro estudio donde analizaron millones de registros médicos y lograron desarrollar un algoritmo predictivo de la enfermedad de Parkinson: cuantas más enfermedades autoinmunes sufría un individuo, como es el caso de la colitis ulcerosa, menos probabilidades tenía de sufrir el mal en comparación a la población general.
Aunque inicialmente era complicado descubrir qué relación había entre las enfermedades autoinmunes y el párkinson, dado que se estudió una gran variedad de dichas enfermedades con una afectación muy diversa del sistema inmune, sí había algo que tenían muchas en común: el uso de fármacos inmunosupresores. No se trataba de sufrir cualquier enfermedad autoinmune, sino del hecho de ser tratados contra dicha enfermedad.
Una propuesta controvertida
Para el trabajo actual, Racette y sus colegas analizaron datos de fármacos recetados a 48.295 pacientes con diagnóstico de párkinson durante el año 2009, y a otros 52.324 pacientes sin dicho diagnóstico. Se identificaron 26 fármacos inmunosupresores de seis grupos diferentes de medicamentos. Se excluyeron las recetas de los 12 meses anteriores al diagnóstico o del momento del inicio del estudio para descartar relaciones entre el uso de los fármacos y los primeros signos de la enfermedad.
Tras analizar los datos, los investigadores aseguran que aquellos individuos que tomaban fármacos inmunosupresores tenían menos probabilidades de desarrollar párkinson. Concretamente, aquellos que tomaban corticoides -como la prednisona- tenían hasta un 20% menos de probabilidades de sufrir la enfermedad. Por su parte, los que tomaban inhibidores de la inosina monofosfato deshidrogenasa o IMDH tenían hasta un 33% menos de probabilidades.
A pesar de incluir enfermedades autoinmunes específicas en el análisis estadístico, estos riesgos de sufrir Parkinson no cambiaron, lo que sugiere que la diferencia de riesgo se debe al uso de inmunosupresores y no a las enfermedades tratadas.
Dados estos hallazgos, los investigadores sugieren que suprimir la inmunidad podría mantener a raya la enfermedad de Parkinson, aunque advierten de que es necesario tener en cuenta que estos fármacos inmunosupresores asocian efectos adversos a tener en cuenta, tales como aumentar el riesgo de sufrir infecciones o determinados tipos de cáncer.
Por el momento, Racette y sus colegas recuerdan que el uso de inmunosupresores es mejor que los síntomas sufridos en enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide, entre otras. Sin embargo, recetarlos para individuos sanos con el objetivo de prevenir el párkinson es una idea compleja, sobre todo porque aún no se sabe exactamente cómo acaba evolucionando esta enfermedad a lo largo del tiempo.
Lo que sí sugieren es que debería crearse un fármaco que evite la progresión de la enfermedad a corto y largo plazo una vez diagnosticada, y suponen que los inmunosupresores podrían cumplir con dicho papel, aunque es algo que cabrá estudiar en futuros trabajos.