En 2017, un grupo de investigadores de la Universidad de British Columbia (Canadá) colocaron estratégicamente cuatro barreños en las cumbres de Sierra Nevada. El objetivo era, como mínimo, peculiar, ya que pretendía responder a una pregunta que lleva años dividiendo a la comunidad científica: el origen de los virus.
Hay varias corrientes científicas que defienden que su creación y propagación se produce en la superficie terrestre. Sin embargo, estos científicos defienden que dicho proceso ocurre en la atmósfera. El estudio se ha publicado en la revista International Society of Microbial Ecology Journal.
Los investigadores han analizado las cantidades de microorganismos que circulan por la troposfera (entre 2.500 y 3.000 metros sobre el nivel del mar), donde pueden llegar a desplazarse durante miles de kilómetros hasta aterrizar en la superficie del planeta. Y los datos son sorprendentes: se calcula que alrededor de 800 millones de virus caen en cascada sobre cada metro cuadrado del planeta.
Los resultados de la investigación muestran que los aerosoles y otros productos químicos que se expulsan diariamente a la atmósfera facilitan la propagación de algunos microorganismos. Además, las deposiciones de virus son superiores a las de determinadas bacterias, por ejemplo. El estudio señala que el transporte se favorece durante fenómenos climáticos adversos, como lluvias torrenciales o una tormenta de arena. "No sería extraño encontrar similitudes en África y en Norteamérica", explicaba el científico Curtis Suttle para The New York Times.
Todos estos elementos proporcionan una explicación al hecho de que virus similares puedan encontrarse en ecosistemas totalmente dispares. El equipo que lidera el estudio eligió el entorno de Sierra Nevada, en la provincia de Granada, para recoger muestras de los virus que se desprendían de la troposfera. Pero, obviamente, los patógenos no se quedan allí. "Son capaces de recorrer grandes distancias", añade Suttle. "No necesitan vencer a la resistencia de la superficie terrestre".
Aunque la amenaza de una pandemia de gripe mortal es algo que preocupa desde hace años a los científicos, la investigación canadiense no estaba diseñada para estudiar ésta u otras enfermedades concretas, sino para tener una mejor idea de la virosfera, el mundo de los virus en el planeta.
En general, se asume que estos virus se originan en el planeta y son aspirados hacia arriba, pero algunos investigadores teorizaban con la idea de que los virus pueden originarse en la atmósfera. (Hay un pequeño grupo de investigadores que creen que los virus pueden haber venido aquí desde el espacio exterior, una idea conocida como panspermia).
Mucho más que agentes infecciosos
En cualquier caso, los virus son las entidades más abundantes en el planeta con diferencia. Si bien el equipo de Suttle encontró cientos de millones de virus en un metro cuadrado, contaron decenas de millones de bacterias en el mismo espacio.
En su mayoría considerados como agentes infecciosos, los virus son mucho más que eso. Es difícil exagerar el papel central que desempeñan los virus en el mundo: son esenciales para todo, desde nuestro sistema inmunológico hasta nuestro microbioma intestinal, los ecosistemas terrestres y marinos, hasta la regulación del clima y la evolución de todas las especies. Los virus contienen una gran variedad de genes desconocidos y los propagan a otras especies.
El año pasado, tres expertos pidieron una nueva iniciativa para comprender mejor la ecología viral, especialmente a medida que cambia el planeta. "Los virus modulan la función y la evolución de todos los seres vivos", escribieron Matthew B. Sullivan de Ohio State, Joshua Weitz de Georgia Tech y Steven W. Wilhelm de la Universidad de Tennessee. "Pero hasta cierto punto siguen siendo un misterio".
La primera gran pregunta sin responder es si los virus son seres vivos. Si bien son los principales depredadores del mundo microbiano, carecen de la capacidad de reproducirse y, por lo tanto, deben apoderarse de la célula de un huésped, llamada infección, y utilizar su maquinaria para replicarse. El virus inyecta su propio ADN en el huésped; a veces esos nuevos genes son útiles para el huésped y se convierten en parte de su genoma.
Los investigadores identificaron recientemente un virus antiguo que insertó su ADN en los genomas de animales que fueron ancestros humanos. Ese fragmento de código genético, llamado ARC, es parte del sistema nervioso de los humanos modernos y desempeña un papel en la conciencia humana: comunicación nerviosa, formación de memoria y pensamiento de orden superior. Entre el 40 y el 80 por ciento del genoma humano puede estar relacionado con antiguas invasiones virales.
Los virus y sus presas también son grandes actores en los ecosistemas del mundo. Gran parte de la investigación ahora está dirigida a tener en cuenta sus procesos para comprender cómo funciona el planeta.
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