Los premios que cada año organiza la revista de humor científico Annals of Improbable Research (AIR) son algo más que una parodia de los Nobel. Como dice su lema, el objetivo es reconocer los descubrimientos que "primero hacen reír y luego hacen pensar".
El nombre de Ig Nobel viene de un juego de palabras con ignoble (en español, innoble), pero en el fondo no dejan de rendir tributo a la rareza y a la imaginación o de enviar mensajes sarcásticos, atizando de vez en cuando a las pseudociencias.
En los últimos tiempos se entregan una decena cada año en una ceremonia que se celebra en la Universidad de Harvard (Estados Unidos) y muchos científicos tienen el suficiente sentido del humor como para ir a recogerlos o grabar un mensaje de agradecimiento.
Las categorías son variables, desde los clásicos –por ejemplo, Física, Química y Medicina, como los que entrega la Academia Sueca– hasta otros mucho más originales: Aviación, Atención Médica y Fertilidad, por ejemplo.
Todo comenzó en 1991, así que la lista de ocurrencias que han merecido este galardón es amplia. En EL ESPAÑOL hemos buceado en ella para destacar 10 que nos han gustado especialmente.
Viagra contra el jet lag
Científicos argentinos de la Universidad Nacional de Quilmes ganaron la categoría de Aviación en 2007 por descubrir que los hámsters se recuperan mejor del desfase horario o 'jet lag' si se les administra Viagra previamente. Lo que no sabemos es qué toman algunos investigadores para que se le pase por la cabeza realizar ciertos experimentos.
Convertir un pollo en dinosaurio
La búsqueda del eslabón perdido entre aves y dinosaurios tuvo un hito en una investigación chilena que logró merecidamente su reconocimiento en la categoría de Biología de los Ig Nobel de 2015.
Los investigadores fueron premiados por "observar que, cuando se adhiere un palo pesado al extremo trasero de un pollo, el animal camina de una manera similar a la que se cree que caminaron los dinosaurios".
Medir un tornado por aves desplumadas
Sin embargo, los pobres pollos pueden servir para cosas mucho más útiles, por ejemplo, se puede medir la velocidad del viento de un tornado en función de lo desplumados que acaben al sufrirlo. Por esta extraordinaria idea ganó el premio de Meteorología Bernard Vonnegut, de la Universidad Estatal de Nueva York en Albany, en 1997.
Dejar que las abejas te piquen para ver cuánto duele
Probablemente, el gran héroe de los Ig Nobel es Michael L. Smith, que obtuvo el galardón por conseguir que abejas de la miel le picaran repetidas veces en 25 zonas diferentes de su cuerpo para saber qué puntos son los menos dolorosos (que resultaron ser el cráneo, la punta del dedo corazón del pie y el antebrazo) y cuáles los más (las fosas nasales, el labio superior y el pene).
Hace tres años se creó una categoría específica de Fisiología y Entomología para poder premiar conjuntamente su sacrificio y la idea de Justin Schmidt de crear el Índice de Dolor de Picadura de Schmidt, que clasifica "el dolor relativo que se siente al ser picado por diferentes insectos".
Creer a los mentirosos
En 2016 el premio de Psicología fue para un grupo de investigadores de Estados Unidos, Países Bajos y Bélgica "por preguntar a mil mentirosos con qué frecuencia mienten y por decidir si creer esas respuestas".
En el artículo que publicaron tras entrevistar a los visitantes de un museo de ciencias descubrimos que los adolescentes son los que más mienten, y los niños y los ancianos, los que menos. Eso si asumimos que los encuestados dijeron la verdad, claro.
La actividad sexual de las ratas depende de su ropa
A diferencia de los Nobel, no hace falta estar vivo para llevarse un Ig Nobel. Ahmed Shafik ganó uno a título póstumo 23 años después de publicar un estudio experimental sobre la influencia de vestir diferentes tipos de textiles en la actividad sexual.
Lo mejor de esta investigación es que era en ratas. En concreto habla del "uso de pantalones de poliéster, algodón o lana". La conclusión fue que el poliéster no les venía bien.
Dar a luz a toda velocidad
También habían fallecido George y Charlotte Blonsky, un matrimonio de neoyorquinos, cuando recibieron el Ig Nobel de 1999 a la Atención Médica. Es una pena que no les reconocieran en vida su extraordinario invento patentado: un dispositivo exprés para dar a luz.
¿Cómo funciona? Se ata a la mujer a una mesa que da vueltas y se hace girar a gran velocidad para aprovechar los efectos de la fuerza centrífuga. Habrá que empezar a reclamar que esto nos lo pague Amancio Ortega.
Ridiculizando la homeopatía
El francés Jacques Benveniste tiene dos Ig Nobel. Ya en la primera edición de estos premios se lo dieron por "su descubrimiento de que el agua es un líquido inteligente" y demostrar que "es capaz de recordar eventos mucho después de que todo rastro de ellos haya desaparecido". Los defensores de la homeopatía siguen recurriendo a esta absurda idea para explicar que dicha pseudociencia funciona a pesar de que consiste en diluir una sustancia repetidas veces hasta que no queda ni una sola molécula.
A veces estos galardones pueden aludir a un estudio publicado en una revista de prestigio, como Nature, en este caso. Más tarde se demostró que hubo irregularidades en sus experimentos y que no se podían replicar, pero Benveniste no aceptó las críticas y en 1998 ganó otro Ig Nobel por "su descubrimiento homeopático de que el agua no sólo tiene memoria, sino que la información que contiene puede ser transmitida por las líneas telefónicas y por internet".
La confusa relación entre la Coca-Cola y los espermatozoides
En 2008, el premio de Química fue para un estudio estadounidense que reveló que la Coca-Cola es un espermicida efectivo, pero los ganadores lo tuvieron que compartir con otros colegas de Taiwán que habían llegado a la conclusión contraria, que no lo es. Estas cosas sólo pueden pasar en los Ig Nobel.
Saliva para limpiar
De los premiados en 2018 merece la pena destacar el de Química, otorgado a los portugueses Paula Romão, Adília Alarcão y César Viana –este último ya fallecido– por "medir el grado en que la saliva humana es un buen agente de limpieza para superficies sucias".
En el estudio, que fue publicado hace cinco años, identificaron el componente responsable de tal poder de limpieza, demostrando que esta "práctica intuitiva" tiene fundamento.
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