¿Cómo saber si un fósil pertenece a una cría o a un adulto? La respuesta no es sencilla si tenemos en cuenta que la forma de muchos animales cambia conforme crecen. El descubrimiento de un pequeño y extraño cráneo de tiranosaurio en 1942 hizo que algunos paleontólogos pensaran que estaban frente a una especie pigmea, que recibió el nombre de Nanotyrannus. Un estudio publicado hoy en la revista Science Advances asegura que estos ejemplares no eran más que Tyrannosaurus rex adolescentes.
Las sospechas sobre la existencia de Nanotyrannus no son nuevas. "Ya en 1965 se propuso que el cráneo pertenecía a un ejemplar juvenil de T. rex", explica a Sinc Holly Woodward, investigadora de la Universidad del Estado de Oklahoma y coautora del trabajo. Estudios posteriores llevaron en 2004 a que el tiranosaurio pigmeo ascendiera a rey.
"Hoy la mayoría de expertos está de acuerdo en que Nanotyrannus es un T. rex juvenil", aclara Woodward, "pero algunos defensores [de la existencia de una especie enana] han seguido publicando argumentos basados en la forma de los huesos".
Los fósiles de Jane y Petey
Para zanjar la cuestión, la paleontóloga examinó con un microscopio los fósiles de dos supuestos especímenes de Nanotyrannus, a los que se llamó Jane y Petey, encontrados en el Estado de Montana a principios de siglo. "Los huesos mantienen un registro del crecimiento de un animal y pueden decirnos cómo de rápido creció a lo largo de su vida y su edad al morir".
El examen al microscopio reveló que Jane y Petey –de 13 y 15 años de edad, respectivamente– estaban creciendo con rapidez al morir, por lo que todavía no habían alcanzado su tamaño adulto. "Esto sugiere que eran ejemplares juveniles, y como T. rex es el único tiranosaurio conocido en los sedimentos de la Formación Hell Creerk, lo más plausible es que pertenecieran a esa especie".
Los T. rex necesitaban unos 20 años para alcanzar su tamaño adulto. Con un cráneo de 1,5 metros y potentes mandíbulas, eran capaces de aplastar huesos de un mordisco. Un ejemplar pequeño sería incapaz de llevar a cabo esta hazaña, de ahí que su cráneo fuera algo diferente.
"Muchos animales actuales son muy diferentes de jóvenes respecto a cuando son adultos, y puede que pasara lo mismo con los dinosaurios". El estudio de Woodward sugiere que los jóvenes T. rex ocupaban y dominaban un nicho ecológico diferente al de sus padres.
"Es algo que vemos con los aligátores hoy: las crías comen insectos y peces pequeños; los adultos, vacas, ciervos y lo que quieran", dice Woodward. La investigadora considera que algo similar sucedería con los jóvenes tiranosaurios que, por lo tanto, "ocuparían diferentes roles en el ecosistema".
El estudio también determinó, gracias a los huesos de Jane y Petey, que los jóvenes tiranosaurios crecían mucho cuando la comida era abundante, pero que eran capaces de frenar su crecimiento si esta escaseaba.
Punto final a décadas de dudas
"El debate sobre el Nanotyrannus ha persistido porque teníamos un registro muy pobre de crías y juveniles de T. rex", explica Woodward. "Durante mucho tiempo solo los fósiles más grandes eran seleccionados para ser mostrados en museos, así que no teníamos ni idea de cómo eran los ejemplares jóvenes".
A este factor, la paleontóloga añade el hecho de que en el pasado las especies de dinosaurio eran nombradas, entre otros factores, "por su tamaño". En otras palabras, los ejemplares pequeños se consideraban especies diferentes de los grandes.
"Nuestra investigación apoya las ya abundantes evidencias óseas que aseguran que Nanotyrannus es un simple T. rex juvenil". La investigadora destaca que su trabajo "apoya independientemente" esa hipótesis al basarse en pruebas microscópicas y no en la forma de los huesos.
¿Significa esto que debemos olvidarnos de Nanotyrannus? "Ahora mismo las evidencias disponibles descartan la hipótesis de que hubo un pequeño tiranosaurio viviendo junto al T. rex, pero en ciencia nunca hay una última palabra. Esto podría cambiar si un día se encuentra un ejemplar pequeño con huesos adultos", concluye Woodward.