Los principales canales de materia blanca se reforzaron durante el embarazo.

Los principales canales de materia blanca se reforzaron durante el embarazo. Daniela Cossio

Investigación

Menos grueso pero mejor conectado: descubren cómo el embarazo cambia el cerebro de la madre

El primer estudio con imágenes que documentan la transformación durante el proceso corrobora los cambios que tienen lugar en el cerebro.

16 septiembre, 2024 17:00

Según las estadísticas globales, se producen 140 millones de nuevas gestaciones cada año, y cerca del 85% de las mujeres habrá tenido al menos un embarazo en algún momento de su vida. Aunque los cambios fisiológicos que conlleva el proceso son conocidos con un nivel de detalle cada vez mayor, las modificaciones neurológicas que se producen en el cerebro de la futura madre eran hasta ahora desconocidas en gran medida.

Para entender mejor esta transformación, un equipo de investigadores de la Universidad de California en Santa Bárbara dirigidos por Laura Pritschet siguió a una voluntaria de 38 años durante todo el proceso de gestación, parto y primeros años de vida del recién nacido. Se le realizaron 26 resonancias magnéticas a lo largo del periodo que abarcó las tres semanas de preconcepción, los tres trimestres del embarazo y hasta dos años después de dar a luz. 

Los resultados, comparados con los de otras ocho personas que sirvieron como grupo de control, demostraron que la mayoría de regiones de la corteza cerebral menguan en grosor y pierden volumen durante el embarazo, según recoge el artículo publicado en Nature Neuroscience. Sin embargo, las conexiones neuronales se volvieron más densas y efectivas a partir de la novena semana de embarazo, particularmente en las zonas asociadas con aspectos socio-cognitivos. Algunas zonas del cerebro, finalmente, no se vieron alteradas en ningún momento.

Las áreas que sufrieron más cambios (oscuro) y las que menos (claro).

Las áreas que sufrieron más cambios (oscuro) y las que menos (claro). Laura Pritschet null

Además del estrechamiento generalizado del volumen cortical y el grosor, los investigadores observaron un mayor desarrollo de la microestructura de la materia blanca, del volumen ventricular y del fluido cerebroespinal. Estos cambios se asociaron con la fluctuación de los niveles hormonales, en concreto de la progesterona y el estradiol. Algunos de estos cambios, como el estrechamiento de la corteza cerebral, fueron lo bastante significativos como para persistir tras el parto e incluso dos años después. Otros, por el contrario, ya se había revertido por completo dos meses después del alumbramiento.

"Este estudio prueba que los estudios de imagen de precisión pueden detectar toda la gama dinámica de cambios cerebrales que se desarrollan durante la gestación con una resolución temporal sin precedentes", valora en declaraciones a Science Media Centre Magdalena Martínez-García, investigadora posdoctoral en el Departamento de Ciencias Psicológicas y del Cerebro de la Universidad de California. "Los hallazgos se alinean con los revelados previamente por estudios longitudinales de cohortes más amplios en madres primerizas, lo que sugiere que serían un fenómeno ubicuo". 

Los métodos, explica por su parte Susana Carmona Cañabate, investigadora principal del Grupo Neuromaternal del Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón, son "sólidos" e "innovadores". Según la especialista, "utilizan una metodología (dense-sampling) que permite tener una muy buena resolución temporal" para trazar "fenómenos altamente variables en el tiempo". Además, "aglutina por primera vez datos pre, durante y post embarazo y mide, no solo en grosor cortical, sino también en datos sobre la integridad de la sustancia blanca y del hipocampo". 

Los investigadores plantean que estos cambios neurológicos podrían estar implicados en ciertos procesos de salud mental perinatal, en los comportamientos durante la crianza y en el envejecimiento cerebral. "El camino a seguir ahora es evaluar este fenómeno en un mayor número de sujetos para valorar el efecto de los factores de alta variabilidad: tipo de parto, lactancia, síntomas de depresión, estátus socioeconómico, baja de maternidad, etc...", apunta Carmona.

Por ejemplo, la preeclampsia -presión arterial alta y daño hepático o renal-ya se había vinculado anteriormente con alteraciones neurológicas. "Sin duda, este y otros estudios centrados en caracterizar los cambios cerebrales en embarazadas nos pueden ayudar a comprender, predecir, y prevenir patología mental posparto, entre otros fenómenos. Pero aún estamos lejos de realizar recomendaciones específicas", concluye la especialista.