"Lo perfecto es enemigo de lo bueno". Con esta frase de Voltaire resumía en París el ministro de Asuntos Exteriores de Singapur, Vivian Balakrishnan, el sentimiento global en torno al acuerdo alcanzado este sábado en la Conferencia de Naciones Unidas para el Cambio Climático. Se trata, sin duda, de un momento histórico, al que se ha llegado tras dos duras semanas de negociaciones.
Aunque la sensación que prevalece es de que se ha podido alcanzar el ansiado pacto, no a todos los países les ha costado lo mismo firmar. Un efecto menos directo del calentamiento global, problemas a la hora de financiar las medidas para evitarlo o incluso estrategias geopolíticas han influido a unos y otros a la hora de dejarse convencer.
El esfuerzo ha merecido la pena, pero no se ha de olvidar quiénes han sido los más reticentes y quiénes los más favorables para que lo que parecía imposible se haya convertido en una realidad.
Los más entusiastas
EU 28. Sería difícil destacar a un sólo país de la Unión Europea por encima del resto. El compromiso del Viejo Continente en la lucha contra el calentamiento global no es nuevo, pero en esta cumbre se ha hecho más patente que nunca. Como explicó este mismo sábado a EL ESPAÑOL la ministra de Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, "el liderazgo de la Unión Europea ha sido determinante". Otro botón para la muestra: el Comisario europeo de Acción por el Clima y Energía, Miguel Arias Cañete, realizó en los meses anteriores a la cumbre de París, 94 viajes que incluían 14 reuniones bilaterales con China y 20 con Estados Unidos.
EEUU. Hay quién pudiera decir que a EEUU no le queda otra que ser favorable a un acuerdo, por su elevado grado de responsabilidad en el problema del cambio climático, ya que se trata del segundo país más contaminante de la Tierra. Sin embargo, históricamente no se ha destacado precisamente por su apoyo al clima, como muestra el rechazo en 2005 al Protocolo de Kioto. Pero las cosas han cambiado bajo la presidencia de Barack Obama, sobre todo en su segundo mandato. Obama ha participado en la Cumbre de París, aunque su hombre fuerte en las negociaciones ha sido el secretario de Estado de EEUU, John Kerry. El presidente se congratuló ayer en su Twitter del éxito del acuerdo, que atribuyó al liderazgo estadounidense.
Filipinas. El presidente de Filipinas, Benigno Aquino III, fue uno de los muchos dignatarios que visitó en sus inicios la Cumbre de París. El líder de su delegación, Emmanuel de Guzman, relató en la reunión los efectos de este fenómeno sobre su nación, que pasó a ser el país más afectado por el cambio climático tras el paso del tifón Haiyan, que además causó 8.000 víctimas. Así, no es extraño que la isla apostara por un compromiso sólido como el que finalmente se ha adquirido.
República de Palaos. Lo explicó muy claro a este diario el coordinador de financiación climática en el Ministerio de Finanzas de la República de Palaos, Joseph Aitaro: "Para nosotros, este objetivo es un asunto de supervivencia, para otros países es un mero tema económico; por debajo del 1,5ºC perderían dinero y por eso se oponen". Este país, que se independizó de EEUU en 1994 y está habitado por 20.000 personas que viven en 340 islas, ha empujado mucho para que el acuerdo incluyera (aunque sea como deseo y no como compromiso) la cifra de reducción de 1,5ºC, algo que parecía impensable al inicio de las negociaciones.
República de las Islas Marshall. El ministro de Asuntos Exteriores de este pequeño país del Pacífico, Tony de Brum, fue definido por el viceministro de Medio Ambiente de Colombia, Pablo Vieira Samper, como "la brillante cabeza pensante" detrás de la coalición de alta ambición (traducción de high ambition coalition), que agrupa a más de 100 países y cuya acción ha sido decisiva en el acuerdo. El país-isla tiene mucho que ganar con este acuerdo (o incluso con una versión mejorada): está directamente en riesgo de desaparecer por la subida del nivel del mar provocada por el calentamiento global.
Los más reticentes
China. Aunque al final "se ha portado", el país más contaminante del mundo no era muy partidario en un principio de un acuerdo tan ambicioso como el alcanzado. Detrás de su negativa, su doble rol como país emisor de contaminantes y miembro tradicional de los países con menos ingresos. China formaba parte de la coalición BASIC, que surgió en la fallida cumbre de Copenhague (COP15) en oposición a EEUU, y que estaba compuesta por Brasil, Sudáfrica y la India, además del gigante asiático. La reunión de París ha acabado con BASIC y con la tradicional reticencia china, afortunadamente para el planeta.
La India. A este poblado país asiático no se le puede achacar falta de preocupación por el medio ambiente para explicar su reticencia al acuerdo. Los motivos, como explicaron a EL ESPAÑOL fuentes de la delegación española, tiene más que ver con la financiación. Está claro que preocuparse por el calentamiento global es más costoso que no hacerlo ya que, si no, no se hubiera llegado a esta situación. El primer ministro indio, Narendra Modi, apeló en los inicios de la cumbre a su condición de país en vías de desarrollo para aceptar los esfuerzos que se le pedían para reducir emisiones contaminantes (el el cuarto país en este macabro ránking). Al final, ha prevalecido el sentido común y, como el resto de los participantes, han firmado el histórico acuerdo.
Venezuela. También los motivos económicos están detrás de la reticencia de este país bolivariano, en un momento convulso políticamente hablando. La riqueza de Venezuela depende casi en exclusiva del petroleo, una sustancia no muy bien vista por los defensores de la lucha contra el cambio climático. En su intervención en la COP, la delegada venezolana Claudia Salerno remarcó que apostaban por un acuerdo ambicioso, pero que entre sus prioridades estaba antes el "asegurar el sustento alimenticio de la población de su país".
Jordania. Este pequeño país, más famoso por sus ruinas y por las apariciones de su reina, Rania, en las revistas de papel cuché que por otra cosa, no debería estar entre los reticentes a un acuerdo frente al cambio climático. Se trata de un país de bajos ingresos, sin apenas recursos energéticos y vulnerable al cambio climático por su intrínseca desertización, empeorada por las sequías. Sin embargo, se opusieron públicamente a ampliar el objetivo de reducción a 1,5º. "Decidimos ir a por los 2ºC porque para nosotros era más realista y tangible", dijo Taher Shakhshir, ministro jordano de Medio Ambiente en la COP de París. La razón: "Creemos que tenemos que ir con la voluntad de la mayoría dentro de la Liga Árabe, un grupo de países muy diverso", declaró el mandatario.
Arabia Saudí. El país wahabita es, sin lugar a dudas, el peor de los bad boys del calentamiento global, aunque no le van a la zaga el resto del países del Golfo Pérsico, como Emiratos Árabes Unidos. Aparte de su lógica dependencia del petroleo, a estas naciones no parece agradarles tener que pagar para que otras no desaparezcan, por ejemplo, engullidas por el mar. En un principio, se oponían incluso a que se mencionara un objetivo más ambicioso que el de la reducción de 2ºC, pero también pretendían que el acuerdo no implicara renunciar al uso de ninguna opción energética. Los ojos del mundo estarán puesto en estos países mientras se cumplen las distintas etapas de entrada en vigor del acuerdo de París. Pero lo más importante, que firmaran, se ha conseguido.