Copenhague

Los días en los que se desperdicia la comida están contados, o al menos eso es lo que se espera. Se acaba de anunciar el lanzamiento del primer protocolo mundial para cuantificar e informar sobre los residuos alimentarios y poner coto a este enorme problema. Cerca de una tercera parte de la comida que se produce se echa a perder o se desperdicia en el mundo, lo que implica que se pierdan más de 800.000 millones de euros al año y que se generen, además, el 8% de las emisiones de gases invernadero que provocan el calentamiento global.

El nuevo acuerdo intentará entre otras cosas canalizar el excedente de comida hacia las más de 800 millones de personas que pasan hambre en el mundo, y cumplir el objetivo de desarrollo de reducir los desperdicios alimentarios a la mitad de aquí al 2030. Esto además ayudaría a reducir la presión sobre los recursos naturales, ya que cada año millones de hectáreas de bosques son destruidas para cultivos o ganadería.

Hasta ahora casi nadie sabe en qué fase de la cadena alimenticia se desperdicia la comida, algo que el nuevo protocolo que intentará implementar la ONU espera aclarar. "No hay ninguna razón para que tanta comida se pierda o desperdicie", comenta Andrew Steer, presidente del Instituto de Recursos Mundiales y uno de los grandes promotores de esta iniciativa.

"Por fin contamos con una poderosa nueva herramienta que ahorrará dinero a los gobiernos y las empresas, protegerá los recursos naturales y asegurará que más gente consiga la comida que necesita", añadía desde el Foro Global de Crecimiento Verde (3GF, por sus siglas en inglés) de Copenhague, donde se produjo el anuncio.

Sólo en España se desechan 7,7 millones de toneladas de alimentos al año, siendo el séptimo país más derrochador de la Unión Europea

Sólo en España se desechan 7,7 millones de toneladas de alimentos al año, siendo el séptimo país más derrochador de la Unión Europea. Los hogares son responsables del 42% de estos desechos, seguidos por la industria alimentaria con el 39%, restaurantes y servicios alimenticios con un 14% y comercios y distribución con el 5%.

Más concienciación

Poco a poco hay más concienciación sobre esto en España. A principios de junio, por ejemplo, varias organizaciones católicas incluyendo Cáritas lanzaron una campaña para proteger el medioambiente y luchar contra la pobreza, que incluía cambiar los hábitos cotidianos como no tirar la comida.

Pero seguimos a la cola en Europa para atajar este problema, y no precisamente por falta de opciones. En Francia, por ejemplo, hace unos meses 200.000 ciudadanos firmaron a favor de una normativa –aprobada después por unanimidad por los diputados- que obliga a los supermercados de más de 400 metros cuadrados a donar la comida que descartan a los bancos de alimentos, alimentación animal o abonos, algo a lo que algunos representantes del sector se resistieron.

Asistentes a la reunión en Copenhague. 3GF2016 3GF2016

Precisamente, la resistencia de la industria a implementar reformas para atajar el problema de los desechos alimentarios y operar de manera sostenible para proteger el medioambiente fue el tema estrella en la conferencia 3GF, a la que acudieron decenas de líderes empresariales. Y el tono no era particularmente positivo.

"Las empresas generan la mitad de la actividad económica mundial y los puestos de trabajo, así que sin ellas no habrá manera de progresar, pero la mayoría sigue sin cooperar", admite a EL ESPAÑOL Mark Malloch-Brown, exvicesecretario de la ONU y arquitecto de los Objetivos del Milenio que precedieron a los actuales objetivos de desarrollo sostenible.

 "Estamos ahora en la fase de implementación del acuerdo del clima de París [firmado el año pasado y pendiente de ser ratificado] y los nuevos objetivos sostenibles. El mayor riesgo es no lograr convencer al sector privado asuma este proyecto y vean los 17 nuevos objetivos sostenibles como demasiado complejos", añade Malloch-Brown, quien este año fundó junto al director general de Unilever, Paul Polman, la Comisión sobre Negocios y Desarrollo Sostenible, para convencer a las empresas que operen de forma sostenible y vean estas oportunidades como de negocio, no como gasto extra.

Las empresas, también

Parte del problema hasta ahora ha sido que las agencias internacionales incluyendo la ONU y las ONG –admitía Malloch-Brown– veían a las empresas con suspicacia y no como actores principales, pero esto está cambiando frente al inmenso reto al que se enfrentan.

Existen ejemplos en que las empresas e inversores ya están apoyando iniciativas sostenibles. El directivo de un fondo de pensiones danés, por ejemplo, explicaba que están financiando el mayor parque eólico de África en el lago Turkana, que proporcionará casi un 20% de la electricidad de Kenia a partir de enero. Y añadía que decidieron correr el riesgo cuando el gobierno danés aceptó entrar en el proyecto y les convenció que merecía la pena invertir en esa región.

Mientras, otras empresas están innovando en sistemas de energía solar, proporcionando agua potable a países pobres o información a través de móviles a pequeños agricultores en India. Pero el tiempo corre y algunos expertos afirman que estos avances, aunque importantes, no son suficientes y que las compañías –incluyendo la industria de la alimentación– tiene que involucrarse mucho más.

El sentimiento de que todo está yendo demasiado lento se reflejaba sobre todo entre los delegados australianos reunidos en Copenhague, quienes señalaban las recientes inundaciones que han dejado varios muertos en el este de su país y destruyeron casas hasta en la costa de Sídney, algo impensable hasta hace poco tiempo.

"Avisamos a esos propietarios hace muchos años que sus casas corrían peligro, que el seguro no cubría sus tierras, pero nos tildaron de fanáticos y alarmistas. Por desgracia teníamos razón", comentaba Sam Mostyn, presidenta de Citigroup Australia y una de las pioneras en impulsar que el sector privado australiano se involucre en temas sociales. "Las soluciones están a nuestro alcance, y cada vez más empresas se están dando cuenta que tienen que formar parte de la solución por su propio bien, pero hay que moverse más rápido".

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