Estamos en la costa oriental asturiana, en el concejo de Colunga. Quizá hemos tenido suerte, hace bueno y decidimos bajar hasta la playa. Frente a nosotros tenemos un bonito pueblo asomado al mar, una estampa que nos puede sonar de la tele, es Lastres y aparecía en una serie de televisión emitida hace pocos años, Doctor Mateo.
Pero vamos a alejarnos un poco en la dirección contraria, donde la playa parece terminar. Los bañistas no dejan de ir y venir por un sendero y enseguida encontramos los carteles que nos explican el motivo. No somos los primeros en pisar por allí. Hace millones de años unos gigantescos seres estaban dejando sus huellas en el barro y aún hoy podemos verlas: son las mayores icnitas de dinosaurios del Jurásico que hay en el mundo.
La playa de La Griega es una de las nueve localizaciones de Asturias en las que podemos encontrar estas huellas, entre Gijón y Ribadesella, la Costa de los Dinosaurios. Además, muy cerca de allí está el Museo del Jurásico de Asturias (MUJA), que alberga la mejor colección de icnitas que hay en Europa y la tercera del mundo por detrás de dos de Estados Unidos, la del Dinosaur Tracks Museum y la del Beneski Museum of Natural History. Entre los tesoros que alberga, están las mayores huellas de dinosaurios terópodos y estegosaurios que se hayan encontrado hasta el momento, de 82 y 58 centímetros, respectivamente.
"Nuestro trabajo es recorrer el litoral en busca de materiales y es raro el día que no encontramos cosas nuevas", explica a EL ESPAÑOL Laura Piñuela, geóloga del MUJA. Los desprendimientos de roca en la costa cantábrica son frecuentes y dejan al descubierto nuevas icnitas y, de vez en cuando, fósiles de huesos de dinosaurios y otros animales, aunque este tipo de restos se conservan peor.
En cambio, la piedra arenisca es ideal para poder encontrar las huellas más antiguas de España de estos gigantes del Jurásico. Generalmente, lo que se encuentra son los "contramoldes", señala la investigadora, es decir, el material con el que se rellenó la pisada y que ha permitido su conservación. "Es como si la huella fuera el molde de un flan y lo que encontramos nosotros es el flan", comenta. Lo interesante es que las características de estas rocas hacen que se conserven con un detalle impresionante, que ofrece información anatómica muy precisa.
Los niños amigos de los dinosaurios
Las huellas de La Griega fueron las primeras que se encontraron en la zona, en 1969, y son las más accesibles, pero los nueve yacimientos asturianos con "espectaculares", afirma la geóloga. Mientras intenta observar las huellas, a pie de playa, el visitante casi puede estar bañándose o tratando de esquivar las olas. La parte negativa es que no siempre es fácil llegar, ni para los turistas ni para los investigadores que exploran la costa. "Sacar el material es una labor compleja", tanto que en más de una ocasión han tenido que hacerlo con helicópteros.
Lo habitual es que las rocas interesantes se desprendan de los acantilados. "Sólo excavamos cuando vemos indicios de huesos, pero nunca aparecen ejemplares muy completos", apunta. En la mayoría de las ocasiones, para garantizar la conservación de las huellas y que el público pueda admirarlas, lo mejor es trasladarlas a los laboratorios del MUJA, que ya cuenta con más de 520 ejemplares. Allí el espacio expositivo se queda pequeño, así que los expertos se ven obligados a hacer una selección.
"La gente no se imagina la cantidad de material que tenemos en la litoteca", asegura Laura Piñuela. En el museo se confirma el tópico de que a los niños les encantan los dinosaurios, pero los adultos que llegan también muestran un gran interés. "Al público le gusta que le expliques las cosas, le gusta conocer", comenta la científica, que colabora con medio centenar de especialistas en el Jurásico de todo el mundo con el objetivo último de pasar de la investigación a la divulgación. En verano, se programan visitas que incluyen la playa de La Griega y los laboratorios del MUJA.
Rutas por el Sistema Ibérico
A pesar de todas sus singularidades, Asturias no es el único territorio español que puede presumir de dinosaurios. Probablemente, Teruel es la provincia que más se ha identificado con ellos. En la capital se encuentra Dinópolis, el mayor parque paleontológico de Europa, y otras seis localidades tienen sus propios museos. En cuanto a los abundantes yacimientos de icnitas, destaca el de Cerradicas por su extensión y por albergar las huellas de iguanodóntilos más antiguas y pequeñas del mundo.
Siguiendo la estela del Sistema Ibérico, podemos encontrar la mayoría de los yacimientos. La Rioja cuanta con 40, que ofrecen visitas guiadas por especialistas, además del Centro Paleontológico de Enciso, en la que se puede disfrutar de un amplio recorrido por la historia de los dinosaurios y su extinción.
La Ruta de las Icnitas de Soria suma 15 yacimientos señalizados, además de un parque de ocio divulgativo en San Pedro Manrique. En Villar del Río, además de un centro de visitantes, encontramos una impresionante reproducción a tamaño real de un braquiosaurio, con sus 25 metros de longitud y 12 de altura. También Burgos ha creado una ruta por sus yacimientos cuyo epicentro es el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes.