Cada comienzo de año los vemos transportando a los Reyes Magos, recorriendo la cabalgata de nuestra ciudad o infiltrándose en nuestros hogares para colmarnos de regalos, pero los camellos siguen siendo unos grandes desconocidos.
Los salvajes están en peligro de extinción
De acuerdo con la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza o IUCN, el Camelus ferus -así se llama el ejemplar de dos jorobas que vive en libertad, frente al domesticado y preferido por los Reyes Magos Camelus bactrianus- se enfrenta a perder el 80% de su población en las próximas tres generaciones. Desde 2002 está clasificado como en peligro crítico de extinción; el siguiente paso, si las cosas no mejoran, es la extinción en estado salvaje.
Actualmente sólo se encuentran en libertad en regiones desérticas de China y el sur de Mongolia. El número de ejemplares salvajes y genéticamente puros está sobre los 950.
Llegaron a vivir en el ártico
Una serie de expediciones dirigidas por el Museo de Ciencias Naturales de Canadá encontró, entre 2006 y 2010, 30 fósiles de camello en la isla de Ellesmere, Nunavut, es decir, la región ártica canadiense. Son los restos de camélidos localizados más al norte, y pertenecen a un camello gigante que vivió en la zona hace 3,5 millones de años, a mediados del Plioceno.
"Quizá algunas características vistas en camellos modernos, tales como sus amplios pies planos, ojos grandes y la joroba para la grasa pueden ser adaptaciones derivadas de vivir en un entorno polar", explicaba Natalia Rybczynski, una paleontóloga de vertebrados empleada en el museo canadiense.
Papá Noel también va en camello
Aunque en España sólo los Reyes Magos de Oriente van en camello y Papá Noel suele utilizar su trineo de renos, en otras latitudes -desde Egipto a Pakistán- donde la presencia de Santa Claus se ha convertido en costumbre en estas fechas, es habitual ver al entrañable personaje navideño a lomos de un camello.
Sólo tienen un hijo cada dos años
Una de las claves de que los camellos estén en peligro es su peculiar sistema de reproducción. El embarazo del camello dura 13 meses, dos más que el de especies parecidas como los caballos, y además la productividad es muy baja: apenas tienen una cría cada dos años.
Otra curiosidad es que los camellos pueden aparearse con los dromedarios, su versión arábiga de una sola joroba, pero la descendencia de estos híbridos no está garantizada ya que los machos suelen ser estériles.
Su joroba no transporta agua
Los camellos son uno de los animales más resilientes que existen. En Mongolia, por ejemplo, tienen que lidiar con un rango de temperaturas entre los cero y los más de 50ºC que hay en el desierto del Gobi.
Uno de los mitos más extendidos es que la joroba sirve, de alguna manera, para almacenar ese agua. En realidad, la joroba es una montañita de grasa mezclada con tejido muscular. En un camello bien alimentado, puede pesar hasta 35 kilos y servirle para resistir hasta dos semanas sin comida alguna.
Una de las claves menos conocidas de estos animales para sobrevivir a un clima extremo es su capacidad de modificar su temperatura corporal entre los 34 y los 40ºC para evitar la sudoración excesiva. Sólo más allá de los 40º es cuando el camello empieza a sudar para prevenir el sobrecalentamiento. De este modo, puede preservar al máximo cada gramo de agua que almacena su cuerpo.