En un estudio publicado en el último número de la revista Primates, Cédric Sueur y Marie Pelé, primatólogos del CNRS (el CSIC francés) captaron el segundo caso conocido de sexualidad entre especies animales diferentes. Exceptuando, por supuesto, todos aquellos casos de animales en cautividad y en los que el ser humano ha estado implicado.
Se trataba de un macaco japonés (Macaca fuscata) que, incapaz de conseguir a una compañera sexual de su misma especie, saltó a la grupa de una ciervo sica (Cervus nippon) que estaba por allí pastando y, como el que no quiere la cosa, trató de penetrarla. No lo logró, pero sí acabo eyaculando sobre la cierva, que tras el acto comenzó a lamer el esperma del primate para limpiarse. La escena puede contemplarse en este vídeo, pero esperen a salir del trabajo para hacerlo.
Lo más curioso es que, según los investigadores, el macaco -que más tarde intentó seducir a otra cierva, sin éxito- llegaba hasta el punto de proteger a las ciervas de otros macacos macho. Era además un individuo de poco rango dentro de la jerarquía, lo que suele equivaler a menores oportunidades de apareamiento.
Habitualmente, estas dos especies habitan en la isla de Yakushima y tienen una relación de cooperación: los ciervos se benefician de las semillas que los primates, con sus brincos, hacen caer de los árboles. Por otro lado, los macacos aprovechan a los cérvidos como transporte y les extraen piojos -pura proteína- para alimentarse.
Hasta el momento de la extraña cópula, este aspecto o que lavaran las patatas en el río antes de comérselas eran las cosas que más habían impresionado a los investigadores franceses de los macacos.
Antes de este episodio, sólo se había descrito un caso de sexo entre especies filogenéticamente distintas y en libertad. Fue publicado en Polar Ecology en noviembre de 2014 y mostraba a un lobo marino antártico aliviando sus deseos con un grupo de pinguinos rey.